3. La belleza de una manzana

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—Por favor, déjame ayudarte con eso— Dean no se atrevió a contestar con palabras, pues la vergüenza no lo dejaba hablar. Muy apenas pudo asentir con la cabeza.

Al mismo tiempo en que Castiel comenzaba a arrodillarse frente a Dean en una de sus rodillas, Charlie regresaba a la sala acompañada de su muñeca, y volvió a ahogar un grito cuando vio la escena frente a ella. Retrocedió sobre sus pasos y se apoyó en la pared, aún procesando esa imagen.

—El ángel de mi papi estaba arrodillado como en las películas... ¡le está pidiendo matrimonio! —susurró para sí misma sin abandonar esos pensamientos ingenuos que estaba teniendo cuando la realidad era otra.

Castiel no fue capaz de desvincular su mirada del nudo que estaba haciendo, porque podía ver perfectamente por sus reflejos que Dean no había dejado de mirarlo, cosa que sumado a la cercanía que estaban teniendo en ese momento le ponía de los nervios. Se separó de él apenas terminó el nudo, dejándolo suelto.

—Ya está —fue lo que dijo antes de levantarse con rapidez, e inesperadamente Dean lo imitó también.

—¿Podrías ajustarla a mi cuello? Suele ser el trabajo de Charlie, pero ella está en su habitación —pese a que ellos no sabían que la niña estaba a pocos metros de ahí escuchando todo, Castiel asintió con los nervios comiéndolo por dentro.

—No hay problema.

Uy, si habían problemas, pero Castiel no quería mostrarse nervioso ante el hombre para el que trabajaba solo por hacer un tonto nudo de corbata, sin contar el hecho de que habían posibilidades cósmicamente altas de que tuviera novia o fuese heterosexual. La realidad de Dean era otra, pero de momento no le correspondía darle esos detalles personales al niñero.

"Aunque con ese rostro tan lindo le daría más que detalles" Pensó la parte pícara de su cerebro, haciendo que la cercanía de Castiel lo pusiera nervioso a él esta vez.

—Y... listo.

—Muchas gracias.

—No fue na...

Una aguda vocecita llegó para perturbar la paz de ese ambiente, acompañada de su fiel compañera.

—¡Hermi y yo estamos listas para la boda! —expresó la niña a gritos, añadiendo al instante— ¿Podemos llevar los anillos?

Dean quiso morirse de la vergüenza y Castiel estaba en la misma situación. La niña llevaba una sábana envuelta en el cuerpo como si de un vestido se tratase, también se encargó de vestir a su muñeca usando papel higiénico. Corrió rápidamente hacia los dos hombres, mirando las manos de su padre con decepción.

—¿Dónde está tu anillo, papi?

—Preciosa —Dean se agachó y tomó delicadamente su rostro por las mejillas—, ¿de qué estás hablando?

—Vi a tu ángel arrodillado frente a ti como en las películas, cuando el niño le pide a la niña que se casen y luego viven felices por siempre.

Castiel suspiró casi en silencio por la activa imaginación de esa niña que, sin embargo, le caía más que bien. Dean en cambio negó dulcemente con la cabeza hacia ella.

—Solo estaba arreglando mi corbata, amor.

—¡Pero yo hago eso!

—Lo sé, y se lo dije, pero tú no estabas aquí —susurró en el oído de su hija—. Además, ¿de dónde sacaste esa sábana? ¿acaso desarmaste tu cama, jovencita?

—¡No! —respondió ella, cruzándose de brazos con algo cercano a la indignación— Desarmé la tuya.

—¿Hiciste qué?

Babysitter ❴DESTIEL❵Where stories live. Discover now