9. Helado con chispas de reencuentro

5.9K 579 730
                                    

Por más despierto que se sintiera, se rehusó completamente a levantarse. Aquel estaba siendo el sueño más reconfortante que había tenido en mucho tiempo y si de algo estaba seguro era que todo se debía a la inusual suavidad excesiva de la cama. Si Castiel no fuese tan reservado podría llegar a pensar que estaba en la cama de alguien más, incluso, pero ese no era el caso. Su noche con Dean no había llegado ni de cerca a los extremos que los involucraban a ellos y a una cama. Ellos se mantuvieron hablando hasta que el Impala fue finalmente arreglado. Subieron al auto y siguieron hablando ahí, ansiosos por escuchar lo que el otro tenía para decir. Hablaron un rato y... ya. Castiel no recordaba nada más allá de aquello.

"Creo que ahora sí debería levantarme."

Luchando contra la pesadez de sus párpados y la cegadora luz del día, Castiel se repuso sobre la cama y comprobó lo obvio; esa no era habitación, pero tampoco demoró en reconocerla. Acto seguido levantó las sábanas y dejó escapar un suspiro cuando vio que no solo su ropa interior permanecía donde debía estar, sino su pantalón también. Cuando su tranquilidad se había restaurado lo suficiente para respirar con normalidad otra vez, nada lo detuvo para vestirse con las únicas tres prendas que ausentaban en su cuerpo —gabardina, chaqueta y zapatos— y dirigirse directamente a la sala del departamento que tan bien conocía. Las miradas de los presentes no tardaron en posarse sobre él.

—¡Castiel! ¡Estás aquí! —fue lo primero que escuchó al llegar y al ser notado por Charlie, quien saltó de su silla para abrazar al niñero. Castiel acarició su cabello fugazmente y se acercó al comedor.

—Buenos días, cielo —lo saludó Dean desde la punta de la mesa, sosteniendo una tetera—. ¿Quieres café?

Cielo. Oh por Dios. No podría escucharse mejor saliendo de otra boca. Castiel tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para recuperarse del cortocircuito causado por la ronca voz de Dean llamándolo así. Cielo.

—Sí, gracias —dijo, sentándose en una de la sillas con movimientos torpes. Charlie corrió a sentarse junto a él y Castiel sonrió—. Había pensado que Charlie se quedaría con su tío.

—Y lo hizo —contestó Dean, dejando una taza de café frente a Castiel y un vaso de leche frente a Charlie—, pero fui por ella hace un rato. Tú estabas dormido y no quise despertarte.

"Oh, y por cierto, luces como un verdadero ángel cuando duermes." Añadió para sí mismo, pero el comentario se limitó a flotar en su cabeza mientras reproducía la imagen de Castiel durmiendo plácidamente en su cama.

—Lamento haber usado tu cama, aunque tampoco sé como llegué ahí... —Castiel clavó la mirada en su taza de café, sintiéndose atormentado por la vergüenza de no ser consciente de sus propias acciones de anoche.

—Te dormiste en el auto y te traje hasta aquí para no despertarte —respondió, sentándose frente a ellos con una taza de café propia en sus manos—. Sería desconsiderado como el infierno despertar a alguien que se ve tan adorable durmiendo.

Dean sonrió con descaro. Después de todo, el comentario no quedó flotando en su mente y Dean se sintió agradecido por ello cuando advirtió el intenso rubor que nubló las mejillas de Castiel. Dean podía decir con seguridad que Castiel era el hombre más adorable que había conocido hasta ese entonces.

Charlie, quien apenas había hablado hasta ese momento, dio un estruendoso golpe sobre la mesa con la palma abierta.— ¡Un dolar al tarro de malas palabras!

Tanto Dean como Castiel se sobresaltaron, pero ninguno tuvo el valor de decir algo, aún menos Dean, que se levantó de mala gana y depositó un dolar en un recipiente sobre una encimera. Cuando volvió a su lugar vio a su hija sonreír satisfactoriamente.

Babysitter ❴DESTIEL❵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora