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( capítulo uno ) ❛ leyenda pogue ❜
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Era bien conocida mi forma de como a veces hacía enojar a mi padre de la forma menos intencional. Podría describir muchas de las situaciones ni siquiera planeadas, pero para mí papá todo podía ser mal visto ante nuestra pulcra imagen, no lo culpaba de querer tener una buena reputación, su buen porte era de las pocas cosas en las que se esforzaba últimamente desde la muerte de mi mamá. Cuando mamá falleció, papá entró en su propio limbo, se deslizó lentamente en un infierno donde nadie podía sacarlo, muchos se refugian en bebidas o substancias cuando algo de tan magnitud te golpea, como lo es perder al amor de tu vida, pero él se escondía tras sus lindos muros y lo que los demás pensaran sobre nosotros.
Papá se esforzaba que Zack y yo fuéramos su mayor orgullo y aunque la mayoría de veces estábamos en contra de ser trofeos para él, nos esforzábamos en hacerlo feliz constantemente, tal vez así ayudándolo a sacarlo de su propio tormento. Papá quería que Zack fuese igual que él cuando creciera, quería que heredará el negocio familiar y siguiera sus pasos y llevará el apellido Anderson de nuevo a su máxima gloria, mi hermano jamás lo contradecía aún cuando en el fondo sabía que no quería hacer nada de esas cosas. Zack tenía sus propios sueños y anhelos aún cuando no se los comentaba a nadie, rara vez me hablaba sobre su sueño de recorrer el mundo en un velero, a veces solo lo hacía cuando estaba demasiado ebrio, pero aquellos deseos aún en ese estado, se escuchaban sinceros.
Cuando se trataba de mi, papá parecía rendirse a menudo, muchos me veían solo como la hija consentida de William Anderson, la niña que hacía lo que quería y no afrontaba consecuencia alguna, la chica fiestera de al lado o simplemente la que no se preocupaba lo suficiente sobre su futuro, creyendo que tiene todo el tiempo del mundo. Lo admito, muchas veces expresaba mi profunda indiferencia a todo lo que a papá le importaba: nuestra apariencia. Eso no era sinónimo que no me importaba absolutamente nada.
Siempre quise ir a la escuela de artes de Nueva York, muchas veces había mandado ejemplos y más de una vez habían expresado que estarían contentos de recibirme cuando por fin me graduará. Papá no lo sabía, seguramente no aprobaría que quiero dedicar mi vida al arte, según él eso no es más que un pasatiempo que no me llevará a ningún lado, mi legado debía ser yendo a una buena universidad y estudiar algo digno como ser doctora o una especie de empresaria. Una Anderson no podía desperdiciar su vida en pintar cuadros o hacer vagas exposiciones de arte, tal vez por aquel pensamiento mamá muchas veces me contaba como rechazó estudiar en aquella academia de artes, porque no es digno de nuestro apellido.
