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"Nueve y diez, ¿a dónde fue?"

CONFUSIÓN, eso era lo único que recordaba antes de caer al suelo con una dolorosa punzada ardiente en todo mi cuerpo.

Cuando todo se hizo oscuro lo único que capté fue la voz de Keim gritando «¡Apartate!». Y sentí que me arrastraba, que me elevaba y caía en otro planeta y en otra época, golpeándome la cabeza -quizás por eso imaginé la tontería de la otra época.

Te estarás preguntando, «¿qué coño me estás contando?».

Pués no tengo ni idea.

En un segundo veía a más de diez demonios en un estacionamiento pobremente iluminado, y al otro todo se hacía oscuro, escuchaba los gritos de Ether (posiblemente también los míos) y de repente mis pies ya no tocaban el piso. Y entonces me empujaron, y entonces me levantaron, y entonces Keim gritaba que me apartara, y entonces estaba oculta detrás de una columna, cubriendo mi cabeza adolorida, con mi ropa llena de gasolina y llorando como idiota por el miedo y la confusión de la situación. Por lo menos la luz había vuelto.

No intenté incorporarme al sentir como mi cintura ardía. Al parecer me había clavado una de las alas del ángel, y ahora sangraba.

Genial, después de todo moriría desangrada en un estacionamiento.

Al volver un poco mi rostro, vi a Keim arrodillado junto a mi, cubriendo muy fuerte la boca de Ether con su mano izquierda para callarla y sujetando con su mano libre el brazo derecho de ella como si fuese una amenaza. Ether estaba entre sus piernas dobladas, sentada sobre sus propias piernas, aterrada y con los ojos cerrados cubiertos en lágrimas, con su mano libre tomando la muñeca de Keim para que la soltara.

Keim no prestaba atención a las uñas de Ether clavadas en su piel, ni a su voz ahogada y su llanto (te presento a mi novio, el tipo más tierno del mundo, un ángel de persona, literalmente), estaba demasiado atento a lo que ocurría del otro lado de la columna donde nos ocultabamos, un poco inclinado, llevando a Ether consigo.

No podía seguir soportando el dolor en mi cintura, que se comenzaba a extender como un cáncer por toda mi pierna. Me arrastré fuera de la vista de Keim -a sus espaldas-, y me senté como pude, apoyándome de la columna para ver la herida.

Con mi movimiento, el ala del ángel se había removido de la herida, así que pude tomar la estatuilla. La observé, viéndola cubrirse con mi sangre y sintiendo un escalofrío por ello.

Volví a mirar a Keim y tragué saliva; no podía dejar que viera aquella estatuilla, no cuando ni siquiera yo misma tenía idea de para que servía. Hice un rápido rezo de perdón a Dios, en el que incluía una línea como «Y perdóname por seguir desconfiando de mi novio a estas alturas».

Oculté la estatuilla entre el contenedor de basura y la columna e intenté limpiar mi sangre sin tocar la herida.

No era una herida profunda, pero dolía bastante.

Me iba a acercar a Keim para ver lo que él veía, pero sentí una mano cubriendo mi boca y, cuando iba a luchar por alejarme, sentí una navaja apretando mi cuello y a alguien arrastrandome fuera del alcance de Keim, que se dió cuenta demasiado tarde de lo que pasaba.

—Quédate donde estas, Blace —era la voz de la chica, que detuvo a Keim de lo que iba a hacer—, no me costará nada cortarle el cuello a tu novia.

𝐴́𝑛𝑔𝑒𝑙𝑒𝑠 𝑦 𝐷𝑒𝑚𝑜𝑛𝑖𝑜𝑠  [#1/COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora