CAPÍTULO EXTRA 3

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MARIAM

— Quédate...

Me congelo al oír sus palabras. Pensaba que se había quedado dormido.

Yo aún estoy desnuda, y hasta hace un segundo tanteaba el suelo con los pies con la esperanza de encontrar mi ropa para poder largarme cuanto antes.

— Sabes que nunca me quedo.

Sergio gruñe y me agarra de la cintura con un solo brazo para acercarme más a él.

— Solo esta vez. Es muy tarde, mañana te llevaré a casa. Por favor.

Estoy cansada y tentada de aceptar su oferta. Pero sé que no lo haré. No puedo quedarme a dormir, porque eso implicaría algo más. Implicaría compromiso, hacer "la cucharita" y desayunar juntos por la mañana. Y preferiría cualquier cosa antes que eso.

— No puedo, Sergio.

Se incorpora en la cama y yo suspiro porque sé que está enfadado de verdad. Enciende la luz dejando ver a la perfección nuestros cuerpos desnudos. Sin embargo, ninguno de los dos se para a mirar al otro; nos hemos visto así más veces de las que me gustaría reconocer.

— ¿Por qué no? ¿Por qué puedes venir pero no quedarte?

— Lo sabes bien. Somos amigos...

Sergio da un brusco golpe en la cama que sobresaltaría a cualquiera pero no a mí. No  pestañeo, sigo mirándole a la cara con seriedad.

— ¿Amigos? ¡Y una mierda amigos! Los amigos no follan, Mariam. Los amigos no llaman a las 3 y media de la madrugada diciendo que están en tu portal, preparados para echar un polvo.

Miro con culpabilidad el reloj de su mesilla. Marca las 5:11. Después le miro a él y no sé qué decir. Él ya no está enfadado, sino triste y vulnerable. Lo cual es peor. Mucho peor.

Intento pasar una mano por su pecho pero él me aparta con suavidad. Se sienta en el borde de la cama, apoyando sus codos en sus rodillas y su cabeza en sus manos. Yo aprovecho para recoger todas mis prendas de ropa y ponérmelas rápidamente, sin pararme a reparar en si me las he puesto correctamente o no.

Cuando ya estoy completamente vestida, cojo mi móvil y me dispongo a salir de la habitación. Hasta que el susurro de mi amigo me frena:

— Sabes que estoy completamente enamorado de ti, ¿verdad, Mariam?

Sí. Lo sé desde hace mucho. Pero confiaba en que él sería lo suficientemente listo como para no mencionarlo jamás.

Estoy parada en seco, dándole la espalda. Tengo dos opciones: seguir andando y no mirar atrás o quedarme... ¿y qué? ¿Despedirme? ¿Romperle el corazón aún más?

Decido darme la vuelta y volver a quitarme la falda como si esa fuera mi manera de disculparme. Sergio me mira cuando me acerco a él y me siento encima de su regazo. No se queja cuando comienzo a besarlo, pero me aparta a un lado cuando la cosa empieza a subirse de tono.

— No, Mariam. No puedes arreglarlo todo así.

Desgraciadamente. Parece ser que es lo único que se me da bien.

— ¿Y qué quieres que haga?—le espeto.

Me mira incrédulo y dolido.

— Si te lo tengo que decir es inútil. De verdad, a veces pienso que...—se frena a sí mismo.

— A veces piensas, ¿qué?— me mira serio, pero sin intenciones de hablar. Tengo que alzar mi tono de voz:— ¡Dilo, joder! ¡Si lo piensas dilo!

— ¡A veces pienso que ni siquiera tienes sentimientos!— espeta.

Recibo sus palabras como un puñetazo. Vuelvo a buscar mi falda y me la pongo con humillación y sin dignidad. Ando hacia la puerta, pero antes de salir decido que no será él quien se quede con la última palabra.

— ¿Por qué has tardado tanto en decirlo? Como tú dices, no hay sentimientos que puedas herir.

Me voy sin mirar atrás. Es una noche fría y yo no tengo abrigo pero me da igual. El frío me ayudará a despejarme y pensar con claridad.

Ojalá los años me hubieran convertido en el tipo de chica que pueda amar a Sergio. El tipo de chica que se deja querer. El tipo de chica que pueda tener una relación estable.

Pero no soy esa. Soy todo lo contrario de estable. No soy la chica que Sergio merece.

Pierdo la noción del tiempo caminando hacia mi casa, que está en la otra punta de la ciudad. No me importa andar, más bien se me hace necesario.

Cuando llego a mi portal ya es de día y yo aún sigo pensando en Sergio y en el tipo de chica que no soy ni puedo ser.

Recojo el correo de mi buzón y subo las escaleras hasta el tercero mientas abro las cartas y les echo un vistazo. Y entonces el mundo se me viene encima por segunda vez en pocas horas.

Una de las cartas es una denuncia por agresión. La otra, un anuncio de desahucio.

hoooli.
sé que últimamente nunca estoy por aquí pero en fin, no es nada nuevo que hay que tener paciencia conmigo.
¿qué tal el verano? ¿estáis aprovechando las vacaciones?
y... ¿estos capítulos extras están cambiando vuestra forma de ver a Mariam?
¡espero que estéis tod@s bien!
besooos💘

TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo)Where stories live. Discover now