CAPÍTULO EXTRA

738 62 10
                                    

MARIAM

—¿Cuál es tu experiencia laboral?

Por un momento me siento insegura. Me dijeron que tenía que venir con ropa de cada día, pero por la mirada que el entrevistador me da empiezo a pensar que mis botas militares no han sido la mejor elección. En el salón de espera había chicas vestidas con faldas de oficina y chaquetas de traje, además de tacones. ¿Ésa es su ropa de cada día?

El hombre frente a mí es atractivo y él lo sabe. Sé leer a las personas. Espalda recta, hombros relajados, reloj caro, traje inmaculado... es uno de esos tipos seguros de sí mismos. Uno de esos que se creen superiores a los demás, como si fueran dioses. Sé que está juzgando cada movimiento, mi ropa, mi peinado, mi maquillaje...

—Sólo he hecho algunos trabajos sueltos en diferentes sitios, pero nada fijo. Acabé la carrera hace un año, pero las empresas grandes de este país no están interesadas en dar trabajo a gente joven.

Asiente sorprendido por mi respuesta firme. Lee algunos papeles que tiene encima de la mesa y vuelve a hablar sin mirarme a los ojos:

—Acabaste la carrera 2 años antes de lo normal.

—Me adelantaron dos cursos cuando estaba en el instituto.—sonrío, ya que él parece impresionado... hasta que dice:

—Pero nada de experiencia laboral.

Frunzo el ceño y antes de que pueda contestar, su risa me interrumpe.

—Está bien, Marina. Tus calificaciones son excelentes.

—Es Mariam.

El tema de la experiencia laboral es lo mismo de siempre. No consigo trabajo porque no tengo experiencia laboral, y no tengo experiencia laboral porque no consigo trabajo. Es un círculo vicioso imposible de parar, ya que nadie quiera darle una oportunidad a alguien joven y "sin experiencia". Y así es imposible ser independiente y ganarte la vida por ti mismo.

—Perdón, Mariam.

Intenta tranquilizarme pero hay algo en su tono que no me gusta nada.

—Dime... ¿qué puedes ofrecer para este cargo?

—Bueno, creo que estoy bastante capacitada para el puesto. Me adapto con facilidad y aprendo rápido...

—No, Mariam. Me refiero... ¿qué puedes ofrecer para este cargo?

Me mira de arriba a abajo con una mirada lasciva. Al instante cambia la atmósfera entre nosotros. Sé a lo que se refiere. No estoy aquí por mi experiencia ni por mis estudios. Estoy aquí porque a este cerdo le gustó la foto de mi currículum.

Me levanto de la silla inmediatamente y cojo mi bolso. Avanzo a zancadas hacia la puerta y justo cuando estoy a punto de abrirla una mano la cierra de golpe.

Puedo sentirlo detrás de mí. Puedo sentir su respiración en la parte de atrás de mi cuello, pero no me giro.

—Vamos, Mariam... no te hagas la inocente. Una chica como tú nunca dice no. —coloca sus manos en mis caderas— Te daré ese puesto si quieres. Te daré incluso más dinero del que pone en el contrato.

Por un momento se me pasan por la mente todas esos números rojos y las cartas de aviso de desahucio. Después, vuelvo en mí. No. Me niego. Prefiero vivir en la calle que acostarme con un tipo como este por dinero.

Sin pararme a pensar si es buena idea o no, tiro mi codo hacia atrás con fuerza y éste impacta en su nariz, haciéndola crujir. El oírlo gritar de dolor me produce tal placer que decido hacerlo de nuevo, y esta vez grita más fuerte.

Abro la puerta y antes de salir me permito mirar hacia atrás para verlo con sus manos en la nariz sangrante. Sonrío.

—Denúnciame por agresión y yo te denunciaré por acoso sexual, hijo de puta.

Lo oigo insultarme a mi espalda pero no pierdo tiempo y salgo de aquel edificio lo más rápido que puedo.

Me gustaría decir que estoy sorprendida o decepcionada, pero la verdad es que no. Ésta es la décima entrevista de trabajo este mes, y lo creas o no, no ha sido la peor. Lo sorprendente a estas alturas sería que alguna saliera bien.

Siento mi teléfono vibrar en mi chaqueta y lo saco para comprobar que quien llama es mamá. Por un segundo deseo contestar la llamada y contarle todo. Contarle que nada me va bien, que me siento sola pero tampoco quiero estar con nadie. Que un hombre acaba de intentar abusar sexualmente de mi y yo no he tenido ni un poco de miedo. Porque se ha vuelto algo normal. Me gustaría que se horrorizara porque yo no estoy horrorizada y me preparara una sopa caliente para hacerme olvidar lo malo, como siempre solía hacer.

Me gustaría correr a sus brazos como una niña pequeña y sentir que alguien se preocupa por mí, aunque solo sea mi madre y lo haga por obligación.

Pero no puedo. Sería rendirme, y una parte de mi aún le guarda un poco de rencor aunque sepa que ella no tiene culpa de nada. Después de todo, no puedes evitar sentir decepción. Ni si quiera por tu hija. Siendo honestos, ni siquiera yo puedo evitar sentir decepción por mi misma.

A veces me gustaría ser como mi hermano Apolo. Él siempre ve el lado bueno en las personas, incluso veía cosas buenas en mí. Si alguien está en problemas, él lo ayuda sin esperar nada a cambio. Siempre sabe cómo hacer felices a las personas, es como un don. Por eso siempre he pensado que su nombre es perfecto para él, ya que Apolo es el dios griego del Sol, y mi hermano definitivamente es un Sol. Repartiendo luz a donde quiera que va, totalmente opuesto a mi oscuridad. Por eso siempre fue el favorito del abuelo, y el de mamá.

Yo, sin embargo, tengo una visión pesimista del mundo. Supongo que antes no era así, pero después de muchas decepciones acabas sin esperar nada de nadie. Mi filosofía de vida es que es mejor estar sorprendido que decepcionado, por lo cual nunca pienso que las cosas van a salir bien ni creo grandes expectativas. ¿Te imaginas cómo me sentiría ahora si hubiera ido a esa entrevista pensando que iba a salir con trabajo?

Estaría mucho peor que ahora, te lo aseguro.

Respecto a ayudar a las personas... nunca he sabido muy bien cómo hacerlo. Por el amor de Dios, ni siquiera sé ayudarme a mí. Siempre he sido muy independiente, por no decir que el contacto social no es mi fuerte.

Pero ese día, cuando llegué a mi edificio, algo cambió mi manera de ver las cosas.

Porque unos gritos cargados de dolor procedentes de la puerta de mi vecino de enfrente me recordaron que, después de todo y por muy mal que estés, siempre habrá alguien que se sienta peor que tú.

Por eso, ese día decidí actuar como mi hermano haría y no como yo lo haría. Ese día decidí ayudar como desearía que alguien hiciera conmigo.

Sin saber que ese acto de caridad, acabaría siendo mi ruina.

n.a: ¡hola! ha pasado mucho tiempo, pero se me ocurrió escribir algunos capítulos extra desde el punto de vista de mariam para que la conocierais mejor, porque sé que muchas de vosotras la veis como una "intrusa" ya que apareció muy repentinamente. no sé cuando subiré otro, ahora mismo estoy de vacaciones en el instituto pero trabajando de camarera la mayor parte del día, así que ¡sed pacientes!

¡besos!

TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo)Where stories live. Discover now