Los hermanos Snape

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Dos encapuchados se separaron del resto y se pararon donde había estado Ted. El más alto se quitó la capucha y después la capa, era una chica y al verla nadie pudo evitar soltar un grito de asombro ¡La chica era casi igualita al Profesor Snape! Solo que tenía ojos castaños obscuros, la nariz era diferente a la de Severus y se veía que era más amable, tierna y cariñosa que él. Su cabello negro le llegaba a la cintura y si miraba fijamente a su flequillo a contra luz se veía castaño oscuro.

La chica miró a todos en el Gran Comedor, se volvió hacia donde estaban los profesores y se topó con los ojos negros de Snape, quien se quedo impresionado al verla.

«¿Acaso ella es...? No, eso es imposible. No puede ser mi hija ¿o sí?» se debatía Severus en su interior.

La chica se percató de la actitud del profesor y no le sorprendió. Le regaló una sonrisa sincera y llena de cariño; volvió su vista hacia los demás del Gran Comedor y le sonrió a su madre también, pero nadie sabía quién era.

—Hola a todos. —saludó la chica con una gran sonrisa—. Me llamo María Eileen Snape

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—¿¡QUÉ!?

Todos en el Gran Comedor, incluyendo a los adultos, gritaron a causa de la sorpresa. El profesor más temido y frío de Hogwarts ¿teniendo una hija? «¿Quién fue la valiente que se atrevió a estar con él?» Era el pensamiento que todos en el Comedor tenían.

Severus era el más sorprendido de todos ya que nunca se imaginó que tuviera una hija. Miró a cierta castaña y ella a él haciendo que sus miradas se encontraran y se ruborizaran. Severus creía que ella podía ser la madre de su hija, ya que eran pareja desde las vacaciones de Navidad. Realmente la amaba y no dejaría que nada ni nadie le impidiera estar con ella y su futura hija.

Cierta castaña miraba con tristeza a la chica y después al profesor, suponía que ella no podía ser su madre, apenas llevaban unos meses de relación con Snape y era muy pronto para pensar en formar una familia. Pero no contaba con lo que dijo Eileen.

—Mi padre, obviamente, es Severus Snape y... —Eileen se puso un poco nerviosa, ya sabía que la noticia caería como bomba, pero se arriesgaría. Inhaló y exhaló antes de hablar—. Y mi madre es María Alejandra Macías del Castillo.

Otra vez se hizo un silencio sepulcral, pero esta vez fue interrumpido por el grito de sorpresa de Severus y Alex.

—¿¡QUÉEE!?

—¡SNAPE! —gritó de pronto Sirius, poniéndose de pie y fulminando con la mirada a su rival—. ¡MALDITO, ABUSASTE DE UNA DE TUS ALUMNAS! —y antes de que alguien pudiera hacer algo, Canuto ya estaba corriendo directamente hacia el profesor.

—¡Sirius, No! —exclamó Alex, pero no logro hacer nada.

Canuto saltó hacia Severus, pero alguien lo envistió haciendo que se alejara por lo menos cuatro metros de donde estaba el profesor. Canuto levantó la vista y vio que era una criatura extraña. Tenía complexión humana, pero las orejas, la nariz (con bigotes) y la cola eran de una ardilla; todo su abdomen era de color azul cielo (como si trajera puesto un leotardo de bailarina sin mangas), la punta de los dedos de sus pies también eran azul cielo y en su muñeca derecha había una marca plateada que parecía un tatuaje azteca.

—¡Eileen, detente! —exclamaron Ted y el otro chico encapuchado. Corrieron hacia la Guerrera Brije, que todavía estaba hecha una furia.

Ted se colocó entre ella y el animago, y el encapuchado se puso ante ella sujetándole las muñecas

Tranquila, tranquila. Nadie va a lastimar a tu padre, tranquila —dijo Ted intentando calmarla

Conociendo a las tres GeneracionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora