Dos veces a la semana.

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—...tienes buen porte, de hecho eres bastante bonita como para trabajar aquí en la cafeteria, solo mirate, piel blanca, cabello castaño y esos ojos verdes—decia la señora a la que le estaba pidiendo trabajo. Una señora regordeta y con bastante maquillaje para dejar marcas en las servilletas—pero es tu decisión, me dices que no tienes carta de recomendación, ¿cierto?

—Si, de hecho no soy de aquí —dije al momento de suprimir un bostezo.

Me había tomado cuatro dias llegar a Moscu, y ya no tenia dinero. Asi que en cuanto llegue, busque empleo, y aquí estaba, en una cafeteria cerca del lugar que estaba en la postal.

—Una foránea —dijo y una empleada miro hacia nuestra dirección con una cara de curiosidad.

—Si asi quiere llamarme...

—¿Tienes experiencia en la cocina?

—No, pero aprendo rapido— ella movio la cabeza y suspiro. De hecho si sabia cocinar pero me ponía nerviosa si alguien me miraba hacerlo. Y estar nerviosa en la cocina era sinónimo de catástrofe y muerte.

—Esta bien chica, te contrato, pero al primer error te vas.

—Muchas gracias...—y ella me hizo un movimiento con la mano para que entrara y después llamo a las otras chicas.

—Ellas son Ana y Lidia, trabajan aqui desde hace unos años. Ana me ayuda en la cocina y Lidia lava trastes. Tu seras la mesera.

—Hola, espero que te acostumbres rápido—me dijo Lidia mientras nos dábamos un apretón de manos y ella sonreia. Llevaba el cabello rojo y las uñas azules. La otra chica, Ana, de cabello rubio y una playera que decia BYE LOVE, me dijo algo similar cuando me dio la mano.

Después de eso, ambas me explicaron lo que debia hacer, el como atender al cliente y cosas similares.

Me amarré el cabello en una coleta y después me lave las manos para ponerme un mandil verde. Por el mismo empleo, tenia derecho a una habitación. Así que lleve mi única "maleta" a un cuarto de paredes de madera y cama rosa. Era chiquita pero era mejor que dormir en el auto.

Mis primeros clientes fueron personas gentiles y que ya llevaban en mente lo que querían comer, no como algunos que llegaban y de quedaban media hora viendo el menú.

El horario era de 7 de la mañana a las 5 de la tarde. Así que cuando llego la hora de cerrar, ayude en la limpieza y me fui a la habitación. Estaba cansada. Trate de buscarle pies y cabezas a la postal. Sentía haber estado aquí en Moscu pero no recordaba nada.

Mañana una vez que cerraramos la cafetería, iría a pasarme por aquel lugar que la postal señalaba.

Me desperté 10 minutos antes de que el el reloj marcara las 7 de la mañana. Me lave la cara, me peine y me puse la mejor ropa. Baje a la planta baja donde estaba el negocio. Arriba estaban las 4 habitaciones, cada una con su baño. Ana y Lidia ya estaban acomodando las mesas y abriendo las puertas. La señora, hacia ruido en la cocina y gritaba cosas como: ya es hora de abrir, los clientes desayunan temprano.

Me les uní en su labor y empecé a mover sillas y acomodar las cosas en la barra. Las chicas resultaron ser muy amables y me comenzaron a preguntar sobre el porque había ido ahí y de donde era. Era obvio que su curiosidad se viera el día de hoy ya que ayer solo nos limitamos a hablar sobre el trabajo.

Les dije que venia de Suecia y que había decidió comenzar mi vida como toda joven. Ellas concordaron con eso ya que ambas tambien se habian ido de casa en busca de libertad.

Cuando llegaron los primeros clientes nos empezamos a mover, les tomaba la órdenes y ellas hacian su trabajo.
La mañana era productiva en Moscu. Aun sentía el cansancio de los días en auto.
Iban a dar las 10:30 de la mañana cuando un cliente entró por la puerta. Me encontraba limpiando la barra cuando Lidia dio un gritito y le dijo a Ana algo que no logre entender.

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⏰ Last updated: Aug 18, 2017 ⏰

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