Trazos en mapas.

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"Contesta, contesta...", repetía por mis adentros esperando que aquella persona respondiera el teléfono.

Habia manejado toda la noche anterior, a pesar de estar con los nervios a flor de piel y haber estado llorando casi todo el camino, pude llegar a un hotel de pasó. Todo el trayecto trate de buscar respuestas. La mas constante era: ¿quien demonios soy?.

¿Acaso Idely era mi verdadero nombre?, o tambien habia sido parte de la farsa que aquella gente me hizo vivir.

Una vez que los ojos me pesaban por el intenso llanto, busque el primer hotel que se atravesara por mi camino para poder dormir. En cuanto desperté, marque ese estúpido numero.

Justo en el quinto timbrazo, me respondió.

—Buenos dias Idely—odiaba la forma en la que hablaba. Tan tranquilo, cuando yo estaba pensando seriamente en cortarme las venas.

—Lo preguntare de nuevo, ¿quien eres?—mi voz sonaba cansada, casi muerta.

—Valla, que curioso que esa sea la unica pregunta que te interesa, cuando hay cosas mas importantes de las que podrias preguntarme.

—Solo respondes lo que te conviene—cerre los ojos unos segundos y me di cuenta que en serio me sentia cansada.

—Supongo que sera inútil no contarte las cosas que hago, empiezo a creer que me has insertado un chip para rastrearme.

—Para nada...aunque seria interesante.

—No se si estas de mi lado o si solo quieres hacerme daño, pero me has ayudado a recuperar recuerdos.

—De nada.

—Me di cuenta que las personas con las que vivia no son mis verdaderos padres—esperaba una respuesta de el pero no dijo nada—y ayer escape.

—¿Donde éstas?

—Primero dime si eres el bueno o el malo de esta historia.

—Realemente ni si quiera yo lo se. Deberas juzgarlo por ti misma, cuando logres recordarme. Ahora dime, ¿donde estas?

Me negue a decir algo sobre mi ubicación. El silencio quiza duro 80 segundos.

—Te preguntas quien eres y que ha pasado con tu vida—dijo en forma de afirmación—puedo ayudarte, tu misma lo has comprobado, y debo de mandarte algo. Algo que pueda ser mas significativo que lo de la vez anterior.

En mi mente no habia ni una pizca de lo que podria hacer a continuación. Me encontraba en blanco, sin ideas, sin recuerdos, sin ganas de seguir.

—O bien, cortamos comunicación desde este momento y suerte con tu vida...

—Estoy en un hotel de paso, cerca de la frontera entre Suecia y Finlandia—solte de repente—el hotel se llama Dream y mi habitación es la 9.

—Perfecto—dijo como si ganase una victoria en el ajedrez—en menos de una hora te llagará...

¿En menos de una hora?, pues ¿donde se encontraba el?, o acaso ¿era tan influyente para tener contactos en todas partes?

—Algo mas...—dije antes de que colgara—¿porque no contestas cuando marco?

—A este número solo puedes marcar una vez al día.

Y colgó. Me quedé un momento sin moverme, como si esperara a que me hablara de nuevo. En definitiva no marcó.

Me recoste en la cama, vi el reloj de mesita y marcaba las 10:00 a.m.
Las cobijas olían demasiado a detergente y la habitación lucia amarilla por las espesas cortinas. Me estaba quedando dormida cuando tocaron la puerta. Me levante casi corriendo y al abrirla ya no estaba nadie. Al pie de la puerta estaba un sobre. Un simple sobre que no pesaba y no tenia nada escrito. Ningun sello, ningun destinatario. Nada.

Cerre la puerta y abri el sobre. Mis dedos tocaron un papel y el estómago se me revolvió. Segun el tipo del teléfono, esto podria hacerme recordar mas que la frase del café.
Me trague la saliva y suspire. Sentía que alguien me veía de algún rincón de la habitación pero solo estaba yo. Saque el papel despacio y cuando estaba totalmente afuera del sobre le di la vuelta para ver de que se trataba.

Era una postal, una simple postal, no tenia nada escrito tan solo las letras de la misma fotografía.

Kremlin de Moscu

Y la imagen mostraba un fortificado de iglesias y palacios con museos de arte y ropaje del Estado ruso.

Nueve horas después de haber estado viendo la postal y dormirme con la cabeza en la mesa de la habitación, desperté. No recordé nada, pero una punzada de familiaridad es lo que esa postal me provocaba.

—Debo ir a Moscú.

Busqué un mapa e hize trazos viendo cual seria mi ruta. Si manejaba a una velocidad constante llegaría en un par de días.

¿Que hay en Moscú?, me pregunte sintiendo ahora una gran necesidad de estar alla.

Inolvidable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora