Capítulo 16.

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EROS.

La policía no me quita los ojos de encima mientras observan los cristales rotos e investigan si hay alguna huella en el suelo que indique a que zapato puede pertenecer y que nos lleve a una pista. Me conocen, y dadas las circunstancias que ocurrieron en un pasado, no les caigo muy bien. Bruce también nos observa, y se que sabe que sabemos lo de los informes, es más, lo ha leído en la carta anónima. Pero tengo la sensación de que a él le apetece hablar mucho menos que a nosotros sobre el tema. Aún así creo que lo hará, al fin y al cabo, se trata de algo serio.

Reese juguetea con sus dedos para distraerse, está nerviosa. Un policía llama nuestra atención y nos pide que nos acerquemos para hacernos unas cuantas preguntas. Reese y yo nos miramos unas décimas de segundos, las cuales son el tiempo suficiente para comunicarnos de una manera realmente extraña.

-Señorita Russell, señor Douglas. -dice mi nombre entre dientes.- Estaremos de acuerdo en que si no nos explican de que está hablando la carta, no podemos tomar medidas ni investigar sobre el tema.

Volvemos a mirarnos y se que no tiene intención de hablar. ¿Por donde cojones se supone que tengo que empezar? No puedo simplemente decir que entré al despacho de Bruce mientras su hija daba una fiesta en la cual su acosador o acosadora casi le dispara y yo no estaba presente porque me encontraba rebuscando en sus cosas privadas. Porque entonces esa sería mi muerte definitiva. No puedo consentir entrar otra vez a una cárcel cundo por fin he conseguido salir de aquella en la que he vivido toda mi vida. Solo de pensar en no volver a ver a Reese me agobia de una forma jodida y ni si quiera se por qué. Debería detestarla, al fin y al cabo desde que la conocí lo único que hemos hecho ha sido pelear y discutir. Excepto por el beso. Creo que eso ha sido lo único bueno entre nosotros. Y lo mejor, que Reese se arrepiente de ello. Fantástico.

-¿Y bien? -vuelve a preguntar el policía.- ¿No pensáis decir nada?

-No sabemos nada. -contesta Reese.- Entré... -duda antes de hablar y se queda pensativa, mirándome.- Entré en el despacho de mi padre para buscar una grapadora y encontré el archivo de mi madre sin querer. Me pareció extraño ya que toda mi vida he pensado que mi madre murió a causa de una enfermedad. -esto lo dice mirando a su padre, y Bruce se ve obligado a apartar la mirada.- Pero al descubrir la verdadera causa se lo conté a Eros. -suspira. Todo lo que dice parece tan creíble que hasta yo me convenzo por un momento que eso se trata de la verdad.- Resulta que la causa de la muerte concordaba con la de su familia, al igual que las fechas.

El policía anota varios datos en su libreta y luego se dedica a mirar a Bruce.

-Señor Russell. ¿Sabe usted algo de este asunto?

Bruce clava la mirada en su hija, a la cual le tiembla el labio inferior, igual que a los niños pequeños cuando están a punto de llorar. Luego niega con la cabeza.

-Ese asunto se investigó hace muchos años y no se encontró nada. No se nada acerca de la familia de Eros. No tengo ni idea de lo que están hablando. -murmura con la mirada fría, sin mirar a su hija.

Entonces Reese estalla sin medir las consecuencias.

-¿¡Y entonces por qué narices tenías el archivo de su familia en tu despacho!? ¿Seguro que no sabes nada? Porque a mí me parece que sí. -grita.

-¿Habéis estado mirando en mi despacho? -contesta Bruce cabreado. Y mirándome a mí. Los policías atienden a la discusión sin perderse ni un detalle.

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora