- Por favor disculpe, Alteza - Lauren, dijo. Y Julian asintió con la cabeza y se puso de pie, como manera de cortesía.

Lauren agarró la carta y el brazalete y los colocó contra su pecho y corrió lejos del comedor. Clara entrecerró sus ojos mientras veía a su hija perderse por uno de los pasillos. Becky también se excusó y se levantó de la mesa para perseguirla. La ojiverde huyó hacia la sala de exposición, donde las únicas personas que la veían estaban hechas de mármol y granito. Abrió la carta y la leyó una y otra vez. La caligrafía era apenas legible, estaba llena de manchas y mala ortografía. Pero no obstante, Lauren aún podía entender lo que allí decía.

Mi señorita:

Lo siento, me equiboque. No la kuiero. Adiós.

Sinseramente,

Camila Cabello.

La carta no dejaba alguna otra explicación. No decía a donde Camila se había ido, ni cómo llegó a la conclusión de dejarla. Simplemente indicó lo que ella supuestamente sentía. Toda la sangre de la cara de Lauren, se acumuló en su rostro y sintió un embotamiento, como si de repente habían muerto todos los nervios de su cuerpo. Quería tomar la carta como una broma pasajera, iría a la mañana siguiente y le reprendería a Camila por haberla hecho sentir horrible. Pero Camila no haría algo así y Lauren sabía que la carta era real.

Las lágrimas rodaban por las mejillas de la ojiverde mientras volvía a leer una y otra vez. La leía, tratando de descifrar lo que quería decir Camila, tratando de encontrar algún significado oculto. Leía una y otra vez hasta hallar cualquier medio que le dijera, que todo aquello era una farsa, pero con cada repaso que le hacía a aquellas líneas, su corazón se rompía un poco más. No lo comprendía. Hace sólo dos noches, Camila la había visitado, ¿cómo podría haber cambiado de opinión tan rápido?

- ¿Qué haces? - Becky exigió irrumpiendo en la habitación. Se detuvo al ver la cara manchada de Lauren. La ojiverde corrió hacia ella y la tomó de los hombros. Su desesperación era evidente. Becky escuchó la rotura suave del pergamino y miró hacia la mano izquierda de Lauren. Se había apoderado de la carta tan fuerte que rompió el papel a lo largo del borde.

- ¿Dónde está? - Lauren preguntó - Dime que está en vuestra finca. Dime!! - Becky abrió la boca para hablar. Habría sido tan fácil mentirle a Lauren y decirle que Camila estaba, efectivamente en su pequeña habitación al lado de la de ella. Tan mal veía a la ojiverde, que en cualquier otro caso, ella habría hecho lo que fuera por la corona, pero viéndola tan deshecha por una simple carta, optó por decirle la verdad.

- Yo...no sé - Becky admitió. Una vez que ella hablara, no había vuelta atrás - Estoy segura de que está bien. Ella volverá

- Más lágrimas rodaron por la mejilla de Lauren. Era muy digna como para romper en llanto, pero el resto de su cuerpo, hablaba por sí solo. Sus manos no dejaban de apretar los puños, agarrando la carta tan fuerte, haciéndole cada vez más dolorosa el alma. La mente de Lauren se apresuró a justificar las acciones de la castaña, pero aunque ideó una explicación lógica, no hizo nada para aplacar su corazón recién roto.

- ¿A dónde fue? ¿Por qué no me dijiste? - Lauren le exigió. Becky miraba hacia el piso, concentrándose en el mármol del mismo.

- Si yo supiera a donde fue, la traería de vuelta.

- Una vez la encontraste, puedes encontrarla otra vez! - Lauren grito. Becky le miraba a los ojos constantemente.

- Teníamos un trato, Becky! - Traedla de vuelta. Encontradla, por favor, haré lo que me pidas - Lauren le suplicó. Becky con los ojos le respondió de una manera en que su voz no podía. Camila NO iba a volver. Camila se había ido para siempre.

Una Caja Musical me Llevo a TiWhere stories live. Discover now