Capitulo 1

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  El ruido constante del despertador lo sacó de su sueño, o mejor dicho, pesadilla.

  Durante varios días seguidos no había logrado pegar un ojo en casi toda la noche, y si lo hacía, lo único que se repetía en su cabeza una y otra vez, en forma de sueño, era la vez que le dio la espalda. Que lo dejó ir. Y que se arrepentía por haberlo hecho, pero ya no podía remediarlo, ya no podía hacer nada para pedir su perdón. Ya no lo merecía.

  Quitó las sabanas que se encontraban sobre su cuerpo y se encaminó hacia el baño para darse una ducha rápida. Solo medio año más. Solo medio año para terminar sus estudios y comenzar la universidad.

  Nath ya no veía la hora de poder irse de su casa y vivir en la universidad. Solo quería eso. Irse de su casa. No ver más a su padre. No ver más a su madre. No ver a nadie que conocía.

  Ya dos años hacía que no veía más a Joshua. No porque él no quisiera hacerlo. Siempre lo había considerado un hermano y sabía que Joshua siempre lo había considerado como su hermano pequeño, por los tres años que se llevaban de diferencia, pero… todo terminó, toda amistad se vio terminada por problemas con sus padres adoptivos.

  Si, Nath, al igual que Joshua, era huérfano. Su madre lo había dejado en las puertas del orfanato cuando él apenas tenía cinco años.

  Joshua, a diferencia de Nathael, había sido dejado cuando apenas había nacido, así que no tenía registro de su madre, y menos de su padre. En cambio Nath, si los tenía y por ello, Joshua fue una buena compañía en momentos en que él extrañaba a su madre.

  Dos años pasaron juntos hasta que una pareja decidió adoptar a Nathael y llevárselo a vivir con ellos.

  Aquello no afecto mucho su relación, pero si lo hizo cuando Joshua había decidido dejar de vivir en el orfanato e independizarse.

  Nath siempre había sido consciente que su padre no lo aceptaba. Siempre había dicho que era un vándalo que no merecía tener la compañía de su hijo, pero aun así, Nath lo siguió frecuentando, hasta que…  ocurrió lo que Nath nunca imaginó que ocurriría y todo por su culpa.

  Cerró la ducha y se encaminó hacia su ropero, donde sacó unos pantalones azules y una remera de mangas largas color negra, con un sweater rayado gris, rojo y azul oscuro que contrastaba completamente con su cabello rubio ceniza. Se miró rápidamente en el espejo y luego bajó a desayunar.

  Su padre como siempre se encontraba leyendo las últimas noticias para luego poder irse a su trabajo en el departamento de policía y su madre, está terminando de tostar el pan que luego colocó en la mesa.

  Nath saludó con un escueto hola y se sentó en la mesa, frente a su padre, como siempre. Su padre no le contestó y su madre, solo se limitó a sonreírle levemente.

-Aquí está tu desayuno cariño- le dijo acariciando sus cabellos y volviendo a la parte de la cocina para poder acomodar algunas cosas que habían quedado de la noche anterior.

  Su padre cambió de página sin siquiera mirarlo.

-¿Aun sigues enojado?- le preguntó y el padre lo miró con sus ojos oscuros, al iguales que los suyos.

  Muchos antes de saber que Nath era adoptado hubiesen dicho que él era hijo de su padre. Tenían muchos gestos parecidos y sus ojos, como sus cabellos eran exactamente iguales.

-¿Hay necesidad de que conteste esa pregunta?- cuestionó secamente y volvió su vista hacia el periódico, como si fuera más importante que su propio hijo.

-Ya pedí perdón- se quejó, apretando sus manos en forma de puños debajo de la mesa para que su padre no lo viera.

-Ya te he dicho que nunca quería irte a buscar a la comisaria y lo primero que haces cuando comienzas las clases ¿es?

-Terminar allí- le contestó- Pero eso pasó a principio de clases. Ya estamos a mitad de año escolar y aun así no me perdonas. ¿Tanto te molestó?

-¿Cómo crees que está mi reputación ahora Nathael? ¿Crees que no he tenido bastante con soportar a los imbéciles de mis compañeros riéndose de que tengo un hijo que le gusta ir por las calles de la ciudad ebrio y manejando un coche que no es de él y que el dueño siquiera estaba con ustedes? Tú dime.

-Ya me he disculpado trecientas veces. Cometí un error y lo admito. ¿No es eso ya suficiente?

-Para ti no- le contestó y finalizó la conversación como siempre.

  Sabía que su padre no lo perdonaría. Ya había quedado enojado con lo que había sucedido con Joshua dos años atrás. Con lo que había sucedido un año atrás y luego con lo de su primer día del último año.

  Lo odiaba. Odiaba todo aquello y tambien odiaba a su madre, quien ni siquiera se metía en la conversación para defenderlo. Ella solo era una espectadora, como siempre lo había sido.

  Cansado de todo aquello y sin ánimos de tomar el desayuno se levantó de la mesa en busca de su mochila para poder irse.

-¿Dónde crees que vas?- lo detuvo la pregunta de su padre.

-A clases.

-Termina el desayuno antes.

-No quiero.

-Termínalo.

-NO- le gritó y salió corriendo, tomando su mochila en el camino.

  Sabía que había actuado de forma infantil frente a él y que recibiría un castigo luego por ello, pero no le importó. Solo quería irse de allí y poder respirar, porque sentía que en aquella casa no podía hacerlo.

  Caminó hacia el edificio donde tenía clases, pero antes, se frenó en el pequeño parque que había en camino.

  Aquel lugar le traía muchos recuerdos. Recuerdos felices. Recuerdos dolorosos.

  Se sentó en una de las tantas hamacas que había allí y comenzó a balancearse un poco para sentir el fresco aire de la mañana sobre su rostro. Era acogedor, pero frío a la vez.

  ¿Cómo estaría? Se preguntó. ¿Ya habría salido?

  Y de pronto una persona llamó su atención. Ese color de ojos. Ese verde marronosos que siempre había captado su atención por el cambio que hacían según su humor. Esos cabellos castaños medio largos, sujetos con una coleta algo tirante. Esa piel algo pálida, pero capaz de tomar color con tan solo unos pocos minutos bajo el sol. No podía ser otra persona. Joshua.

Lo que solíamos ser [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora