Toma 2: Pasión por el peligro.

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Toma 2: Pasión por el peligro.

     Kuric se alista, debe dirigirse al punto de reunión donde se encontrará con sus compañeros de escuadrón, conformado por tres cazadores más y veintisiete soldados. Amber, por supuesto los acompañará por más que sea muy peligroso. La noche ya ha caído, se encuentran en las afueras de la ciudad, en los límites de uno de los bosques, se encargarán de protegerlo de varios híbridos que piensan deforestarlo.
     Esperan paciente dentro de un vehículo, este es del mismo tamaño que una camioneta de mudanzas, pero es completamente negro y posee líneas verdes fosforescentes, lo cual es lo único apreciable en tal oscuridad. Dentro del vehículo el ambiente es cálido, la temperatura es perfecta. Amber come una sopa de verduras y carne al igual que el resto de la tripulación. Frente a ella tiene a dos mujeres jóvenes y un hombre que parece andar por sus treinta. Una de ellas es albina, su cabello y su piel son en extremo blancas, y sus ojos son rojos como rubíes, pero no experimentas el típico sentimiento cuando ves dichas piedras preciosas, no, sus ojos son extraños. Y a pesar de que su piel es blanca, sus rasgos faciales indican que es una mulata.
     La segunda joven tiene el cabello negro y su piel morena, viene de la india. El hombre tiene los ojos hundidos, parece no dormir mucho, al igual que ella. Su cabeza es ovalada y ancha, su cabello es corto y negro, lleva una barba mal crecida y su piel se encuentra ligeramente bronceada. Por último, está Kuric, quien se ve particularmente impaciente, no deja de mover sus piernas y sus ojos parpadean mucho.
     El silencio es roto por un sonido proveniente de la computadora que forma parte del vehículo, avisa que los trece objetivos han aparecido y avanzan a gran velocidad. Estarán aquí en unos minutos. Los cazadores, y los soldados que se encuentran en la parte trasera del auto se preparan para la batalla. Amber se pone de pie, pero es detenida por Kuric, quien le dice que es demasiado peligroso para que ella salga, y que podrá observar lo que sucede mediante unas pantallas holograma que aparecen frente a ella, la cantidad de pantallas hologramas es equivalente al número de soldados en la acción, pues las imágenes son captadas y emitidas por sus cascos en el caso de los simples soldados, y por la maquinaria fusionada en los cazadores.

     Los híbridos han llegado, son diferentes a los que atacaron durante el día, pues sus apariencias no son tan agradables, sus cuerpos son fusiones de animales grotescas y atemorizantes, mezclas de reptiles con potentes colmillos y anfibios babosos bañados en sangre y barro. El olor que emiten de sus cuerpos y sus alientos es putrefacto. Las superficies de sus cuerpos son tanto escamosas como viscosas. Amber no puede evitar las ganas de vomitar a pesar de solo estar viéndolos mediante una pantalla. Le sorprende que aquellos soldados puedan mantenerse estables.
     —¡Sin miedo! —gritó Kuric para animar a sus compañeros.
La noche es muy oscura, pero los cazadores pueden ver con tranquilidad luego de apretar las protuberancias en sus sienes. Cuando lo hacen, sus ojos brillan en una luz verde que les permite ver en la oscuridad. Respiran profundamente y desaparecen los ruidos de los animales a su alrededor, lo único que oyen son los híbridos, las presas.
     Cinco soldados acompañan a un cazador para darles apoyo, el resto se mantienen en la retaguardia. La albina llamada Mia, dispara con una sonrisa divertida, parece disfrutar mucho de su trabajo. La hindú que recibe el nombre de Yahvala, lleva dos revólveres, pero se encuentran en sus fundas, ella prefiere lanzar unas cuchillas a los ojos de los híbridos, dichas cuchilla llevan con ellas un explosivo.
     El hombre bautizado como Franco, lleva una gran escopeta, que al igual que todo lo se produce para cazadores, es negra con líneas verdes fosforescentes. Franco evade las garras de una bestia y dispara, la bala viaja furiosa y crea un enorme agujero en la cabeza del híbrido. No parece sentir nada cuando los mata.
     Kuric camina directo al híbrido más grande, el líder de la manada, la punta de su espada se arrastra por el suelo formando una larga línea. El tamaño de la bestia supera por pocos centímetros los cinco metros de alto; su anchura llega a los 3 metros. Su apariencia en general es la de una salamandra común, negra con manchas amarillas; en su espalda posee escamas de cocodrilo; una gran cantidad de colmillos filosos cubren sus fauces, los dos más grande recuerdan mucho a los de una marmota. El pútrido olor que emite no lo enferma, lo hace enojar, y, de alguna forma, Kuric piensa en que se ve precioso, una grotesca obra de arte, y eso lo enfurece aún más.
     Corre velozmente, es atacado tanto por su derecha como por su izquierda por dos híbridos con apariencia reptil, de poco más de dos metros, estos corren en dos patas, pero pueden mantenerse en dos; son como osos con piel de cocodrilo. Kuric se agacha y evade el ataque de una garra, y contraataca blandiendo su espada de abajo a arriba creándole un corte diagonal que va desde su estómago hacia su cuello; luego, se deja caer y evade la embestida del segundo híbrido, rueda hacia atrás, se pone de pie y le corta la espalda de forma vertical de arriba abajo.
     Lo soldados aprietan los gatillos de sus fusiles de asalto, logran dañar levemente la piel de los híbridos, pues la potencia de sus armas no se compara con la de los cazadores, pero son mejores que las armas comunes. Amber empieza a rascarse las piernas, siente una fuerte comezón, una comezón imaginaria. Respira agitada, no puede más, abre la puerta del auto, toca la hierba con sus pies, cámara en mano, y camina hacia donde ocurre la batalla mientras se relame los labios. Kuric y el resto de cazadores no tardan en notar su presencia, todos menos Mia sienten el deseo de protegerla, una civil está en medio del campo de batalla.
     Kuric se apresura en ir en su ayuda, Amber camina a paso lento, siente el asqueroso olor en el ambiente, el potente frio y la oscuridad que la rodea, ella siente miedo, un indescriptible miedo que le hela la sangre y reduce sus funciones motoras, no puede caminar con normalidad, pero no se detiene y toma fotografías de los híbridos. Ella misma no se da cuenta de que se está acercando demasiado, y es confrontada por una de las bestias, ella abre los ojos como platos y toma foto tras foto de las fauces de la criatura, y el híbrido busca comérsela de un bocado al no sentir peligro proveniente de ella, pero antes de poder lograr su objetivo, la espada negra de Kuric se clava en su garganta, muriendo y cayendo de espaldas.
     —¿¡Qué demonios estás haciendo!? —gritó enfurecido—. Esto es el campo de batalla, no es apto para civiles. ¡Regresa al auto!
     —¡No! No quiero, no puedo, debo... debo tomar más fotos —responde con una voz temblorosa, la expresión en su rostro es tanto de miedo como de disfrute—. Sé que es peligroso, no debería estar aquí, eso es totalmente obvio, pero no quiero irme.
Ante tal respuesta, Kuric se ve forzado a golpearla en la nuca y dejarla inconsciente, la regresa al auto y él retorna a la batalla.
     Mia evade los ataques de una larga y gruesa cola proveniente de un híbrido de cuatro metros; ella se mueve al lado contrario de donde viene el ataque con una facilidad envidiable, sus pies son muy ligeros, su juego de pies es impresionante.
Y cuando la cola la ataca con mayor ferocidad, se agacha o bloquea con sus brazos.

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