1.- El regreso a casa.

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Las ruedas de madera traqueteaban sobre la tierra blanda y fangosa, el poblado de Gotham estaba situado en una colina de difícil acceso, rodeado de bosques frondosos y caminos escarpados. Se lo habían advertido antes de emprender el viaje, pero nadie le había dicho ni una cosa que fuera nueva para él, conocía los ríos del lugar donde había nacido, las cuevas y los despeñaderos de piedras afiladas y resbaladizas, estaba acostumbrado a la niebla matutina y a los días sin sol, a las ráfagas de aire frío y a las lluvias constantes, Gotham era parte de él, de la misma forma en que el veneno es parte de una serpiente, puede matar a otros, pero fortalece a su dueño.

El carruaje se tambaleó de forma violenta, el relincho dolorido de un caballo acompañó el estruendo de una rueda al partirse.

- ¿Señor Wayne, se encuentra bien? -El cochero abrió la puerta de madera y asomó la cabeza al interior del carro. Suspiró con alivio al ver que su pasajero estaba intacto- Debimos esperar un clima más benévolo.

-Gotham nunca es benévolo señor Olsen.

El capitán Damián Wayne se ajustó la capa negra del ejército real, a pesar de que la lluvia dificultaba la visión, en su cuello brillaban dos botones de plata que mantenían la prenda en su lugar. Sus botas de caña alta se hundieron cinco centímetros en el lodo cuando bajó del carruaje.


- Perdimos una rueda y un caballo, señor-El cochero se limpió el agua de los parpados, las ráfagas de aire aullaban entre las ramas de los árboles que custodiaban el camino. El sol pálido se estaba ocultando y la luz escaseaba. - Será imposible recorrer el último tramo esta noche. Olsen estaba nervioso, la gente decía que los bosques de Gotham estaban repletos de lobos, brujas y búhos enormes de ojos rapaces que comían carne de hombre. - Hay que matar al caballo antes de que atraiga a las bestias.

El capitán se había acercado al animal que bufaba y trataba de levantarse del lodo. Sus ojos grandes y asustados miraron con mucha atención a Damián que se arrodilló a su lado y le acarició la grupa con sus manos enguantadas. Se había quebrado una pata y no había forma de ayudarlo, dejarlo vivo para los lobos sería una crueldad.

El soldado se hizo cargo de aquella lamentable situación, el clima húmedo le impedía usar su fúsil con llave de chispa, así que había tenido que recurrir a un cuchillo de acero. Olsen se estremeció cuando vio la sangre del caballo en la cara del joven Wayne. El color rojo hacía resaltar sus fríos ojos verdes.

La lluvia arreció, desengancharon al caballo que quedaba vivo y lo cargaron con el equipaje que era indispensable. Lo demás, tendrían que abandonarlo y volver al día siguiente para recuperarlo.

- Malditos caminos -El cochero se estremeció, el frío comenzaba a calarle debajo de la ropa, miró con receló la pendiente lodosa que tendrían que subir, aún en la oscuridad se adivinaba que el sendero era difícil de recorrer. Con un gemido de derrota se acercó al corcel dispuesto a montarlo, pero el capitán le dio un empujón para apartarlo del animal.

-No vamos a montarlo, con el peso de ambos podría lastimarse y no me apetece matar otro caballo hoy. Caminaremos y lo guiaremos.

La montura obedeció cuando Damián lo sujetó de las riendas y le dio un tirón para hacerlo avanzar. Olsen consideró por un instante, darse la vuelta y andar hasta la última taberna de paso que habían visto por el camino, pero el aullido de un lobo le hizo cambiar de opinión.

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El fuego de la chimenea se agitó cuando los viajeros empujaron la puerta y entraron junto con el viento y la lluvia. El posadero miró sorprendido a los recién llegados, no mucha gente llegaba a Gotham y quienes lo hacían procuraban que fuera una visita rápida sin permanecer más de un par de días, además, tampoco solían llegar de noche.

La corda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora