Capítulo 12

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Era el domingo de la entrevista.

Yo no era bueno con las palabras, pero realmente deseaba que Brat de una buena impresión por lo que me esforcé para que se notara.

—Es muy poco probable que lo logres porque hay un montón de jugadores buenos ahí, o sea, solo míralos pareces boxeadores ex-convictos con sus músculos inflados y la fuerza de un...— Mateo me dirigió una mirada severa— Pero da tu mejor esfuerzo, tal vez te podamos conseguir otra entrevista si no ganas.

Le guiñe un ojo. Bueno, eso sonaba más reconfortante en mi cabeza pero de todas formas Brat sonrió. 

—A pesar de casi arruinar mi futuro y ser una bestia con los discursos, yo te quiero. Gracias por ayudarme— el grandulón seco una lágrima imaginaria de su rostro. —Bueno, monitos y Gemma, ya es hora.

Me ruborice, tampoco era una persona que le gustase que la elogien. No es que tuviera muchas de esas oportunidades porque comúnmente no hacia cosas por la gente y todos mis asuntos los mantenía en secreto para que nadie de su innecesaria opinión. Pero tan pronto como Lucas se entero lo que había hecho por Brat, corrió a gritarlo a los cuatro vientos. Mis amigos comenzaron a halagarme y felicitarme. Mateo se burlo un día entero de mi cara roja y mis titubeos. Como dije, no estaba acostumbrado.

La mejor respuesta fue echarle la bola a otro: "—Solo he hecho lo que debía, el entrenador Dough arreglo todo"

Brat hizo oídos sordos y siguió presumiendo que lo amaba secretamente. Hasta Gemma comenzó a shippearnos y al idiota del rubio oxigenado le encanto la idea.

—Vamos, Tony, tenemos que alentar a tu novio— me codeo Lucas.

Observamos desde las gradas como el grandulón comenzaba a estirar.

—Yo solo vine por las porristas— gruñí.

—Esas lagartijas saltarinas no son ni la mitad de fanáticas que yo —dijo Lucas quisquilloso.

—Querrás decir fanáticas de Brad, porque de futbol no sabes nada— comente.

—¡Vamos, Brat! ¡Dame una B, te doy una B!, ¡Dame una A, te doy una A! — me ignoro.

—En realidad, deberían darte una R. O un cerebro— Lucas lo miro sin entender. Alessandro rodo los ojos con frustración y explico—Se llama Bradley, no Badly.

—¿Y yo que dije?

—Pediste una B y una A.

—¿Entonces...?

—Nada— gruño Alessandro resignado mientras sacaba un libro de su abrigo negro.

—Oh vamos, vejestorio, tienes menos espíritu que mi abuela. Mírate, todo vestido de negro como tu alma, leyendo un aburrido libro de Freud con el rostro de un muerto y las piernas cruzadas como una señorita.

—Mírate, Lucas Connecticut,  tienes marcador rojo por toda tu cara, un guante gigante con forma de mano, traes puesta una camiseta tres tallas más grandes que le robaste a Brat y un adorno de cuernos en la cabeza.

—Oye, es el alma de la fiesta— me burle.

—Tú no sabes nada— Lucas bufo y se sentó de brazos cruzados, dejando al guante gigante presionando en mis costillas.

Ya tenía mi comentario sarcástico en la punta de la lengua.

—Sh, el entrenamiento acaba de comenzar— Mamá Mateo estiro su brazo sobre mi pecho y el del oxigenado en un gesto de ponernos a raya.

La casa de los monos [ EN PROCESO ]Where stories live. Discover now