Capítulo 11

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El rostro de Brat se ilumino cuando le tendí los boletos del SuperBowl. Se puso como un niño de 6 años y Lucas no tardo en sumársele. Ambos fueron al famoso partido por el fin de semana. Al volver estaban llenos de marcador y olían a sudor y comida. Lucas estaba en su salsa.

El resto de la semana paso dolorosamente lento. Todo tenía un porque: La semana de exámenes. Los 6 monos nos encerrábamos en nuestras habitaciones a quemarnos las pestañas (incluyendo a Gemma que recién era su primer año).

Esta vez no era necesario el silencio de la biblioteca para concentrarse, todos sabíamos lo importante que era. Hasta Lucas se iba de la casa para no aburrirse y molestarnos.

Finalmente la semana paso como cuando vas a sacarte sangre: al principio mueres de nervios, luego sientes un ligero dolor y cuando te marchas no puedes que creer que ya ha pasado todo.

Pero a pesar de que ya no había nervios ni preocupación, a mi cerebro le gustaba pasarme cuentas por lo que el sábado a las 3 de la madrugaba se encargo de que tuviera el peor insomnio de mis 23 años.

Me era inútil estar acostado en mi cama, mirando a la oscuridad y recordando escenas de las peores películas de terror que había visto. Baje a la cocina para agarrar un poco de agua temiendo que un fantasma cortara la luz o que un asesino serial apareciera desde el otro extremo del pasillo.

Un sonido distorsionado se adentro en mis odios. Sonaba como la típica película de terror cuando están por matar al protagonista. Oh, era mi final. Ojala estuviese soñando o fuese Lucas roncando.

Junte coraje y di media vuelta  para encontrarme con mi asesino. Lo único que encontré fue a Gemma bajando las escaleras con sus auriculares a todo volumen. Se movía despacio meneando su cabeza sin notar mi presencia.

—Hola— fue lo que basto para que ella pegara un salto.

—Casi me matas —apoyo su mano en su pecho, probablemente tranquilizando su corazón ante esta hermosura.

Oh, definitivamente la madrugada me hacia mal.

— ¿Qué haces aquí a esta hora? — chequeó la pantalla de su celular, despegando un auricular de su oreja.

—Insomnio. Los exámenes me dejaron el cerebro a mil— le respondí.

Ella asintió. Se sirvió un vaso de jugo y me miro con una ceja alzada esperando a que diga algo o me marche.

—¿Qué escuchas? — le sonreí sin perder la oportunidad de hablar con ella.

—Oh...— miro hacia otro lado, dudando en decirme— Es un secreto pero... amo el jazz francés.

—Buena elección— comente acercándome a ella y tomando uno de sus auriculares.

Nuestra proximidad pareció intimidarle. Yo esperaba que también me fuese incomodo pero tan pronto como escuche la profunda voz de un hombre cantando con ese acento enredoso lo único que sentí fueron ganas de bailar. Comencé a menear mi cabeza dejándome llevar con el dulce ritmo. Ya veía porque a Gemma le gustaba tanto, era adictivo.

—Siempre le da un tono más sofisticado al ambiente— comenzó ella— te sientes en una nube y todo a tu alrededor parece color pastel. Como en una película de Audrey Hepburn, con elegante vestidos y caballeros vestidos con traje bailando a tu alrededor. Esta música tiene un efecto mágico, puedes estar caminando por un basural que de todas formas te sentirás como la mujer más seductora del mundo.

La mire directo a sus ojos de dragón. Eran tan electrizantes y cautivantes.

Ella podría ser la mujer más seductora del mundo si lo deseaba pero no solo por sus delicadas curvas y dulce rostro, sino por su manera de hablar: tan pasional y soñadora. Ella era capaz de seducir a un hombre sin la necesidad de su físico.

Podría habérselo dicho si no hubiera estado muriendo por besarla.

—¿Tienes más de este tesoro? —le pregunte cuando acabo la canción.

—Tengo toda una lista de reproducción en Spotify.

Le sonreí. Ella me sonrió con sus labios rosados estirándose. La luz de la luna hacia que su rostro fuera de una muñeca, su piel parecía de porcelana y sus ojos brillaban como dos faros en una callecita de Paris

Era el momento perfecto... para ser llevado por caminos pecaminosos directo a mi muerte en manos de Mamá Mateo.

—Creo que volveré a dormir— me rasque la nuca, un gesto bastante común cuando estaba nervioso.

Ella noto mi repentino alejamiento y asintió.

—Hasta luego, Tony.

Subí arrastrando mis pies. Todo mi cuerpo rogaba volver allí, estampar mis labios contra los suyos y rogarle que me hable sobre sus pasiones.

Al final lo único que obtuve fue el frío de mi cama.

Intrigado, tome mi celular, descargue la aplicación y busque la lista. Conecte mis auriculares y le di al botón de aleatorio. Al segundo la música empezó, relajante y llevadera, como el mecer de las olas en una playa paradisíaca. Mis ojos se cerraron por instinto.

Volví a dormir con una sonrisa en el rostro.

🐵🙈🙉🙊🐒

Aquí les dejo la playlist de jazz francés de la que hablan: https://open.spotify.com/user/kateprestonlombardero/playlist/4HhFEEBtloQxKJT0AvNFpl

La casa de los monos [ EN PROCESO ]Where stories live. Discover now