Para siempre a ti

1.9K 139 55
                                    

-------Aomine D.--------

Decir que Kagami ha estado un poco más reservado desde el incidente con su padre sería poco. No deja de sonreír, atacarse de la risa y molestarme como usualmente hace. Sigue siendo el chico carismático que pareciera luz brillante delante de todos sus amigos. Y ni hablar de su embarazo que está por concluir, luce radiante.

Pero hay pequeños momentos en los que se pierde en un abismo de pensamientos flébiles y caóticos que lo tienen retenido por largos periodos. Se queda mirando a la nada, a veces frunciendo los labios y murmurando susurros inaudibles.

Por supuesto cuando logro captar su atención, no hace más que sonreír despampanante y decirme que no ocurre nada, que es normal que se pierda entre pensamientos y que yo ya debería estar acostumbrado.

Pienso que nadie debería acostumbrarse a algo así.

No porque sea un imbécil insensible —sí lo soy— sino porque sé que Kagami ya había dejado eso atrás. También sé que no es culpa de su padre, el señor no hizo nada malo. Él sólo pensó en lo mejor para su hijo. Sin embargo, el no apoyarlo tiene a Taiga corriendo en la luna intentando hacer milagros.

Ambos dijimos que lo arreglaríamos, pero ¿Cómo arreglar algo que no necesita reparación? Será que tengo en alta estima mi relación con Taiga. Así que en su lugar por un segundo quise creer que el tiempo lo resolvería todo, pero después de tres semanas con más silencios prolongados de los usuales, llegué a la conclusión de que no puedo conformarme con una estadía pasiva por el resto de mis días.

No me es suficiente. No quiero una vida agradable. Quiero una vida jodidamente feliz a su lado y al de mis hijos.

Así que no sé si lo que estoy por hacer arreglará algo, pero lo intentaré. Hace tantos años perdí a mi familia que olvidé como se interactúa con una, pero por mi bien y el de Taiga, más me vale averiguar en tiempo estrella —lo que no pude hacer en tantos años— como recuperar a alguien que ha decidido alejarse.

Suspiro prolongadamente no solo por esas ideas rondándome la cabeza, sino también debido al calor brutal que hace. Porque mientras que en Japón está algo frío, aquí en California el calor está a todo lo que da.

Digamos que mi primera idea era hablar con el padre de Kagami con él presente, pero el embarazo de Taiga está tan avanzado que ya no puede viajar. Así que me vi en la necesidad de venir solo a hablar con mi suegro. Es ahora o nunca, mis hijos están por nacer y ninguno puede esperar más.

Al principio Taiga se negó diciéndome que aún era demasiado pronto para enfrentar a su padre, pero terminé convenciéndolo. No le prometí nada que no pudiera cumplir, tan sólo le dije que haría mi mejor intento. Así que...aquí estoy.

El auto que me lleva atraviesa las avenidas concurridas de Los Ángeles rumbo a Bel Air, el residencial donde vive el padre de Kagami. La vista es ajena y extravagante para mí, hace un rato pasamos por la costera aparcada de turistas y locales gozando el sol de media tarde. Surfistas corriendo con sus tablas, algunos partidos de basquetbol callejero, restaurantes, tiendas y un sin fin de atracciones.

Indudables imágenes llegan a mi mente de un muy joven Taiga teniendo algún partido con sus amigos, sudando por el calor sofocante, pero sonriendo al ganar, sólo para quizás luego relajarse nadando entre las olas frescas y finalmente regresar a su hogar comiendo algo frío que se derretía entre sus dedos.

Un chico juguetón, inocente y lleno de vida que quería conquistar al mundo y en su lugar se topó con locura interminable. Me hubiera encantado conocerlo en ese entonces, no por la relación afectiva que ahora sostenemos, sino porque Kagami es la clase de chico que te cambia con el simple hecho de estar cerca.

Tigre de Bengala (AoKaga)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora