Un secreto para la tumba.

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Will entrenaba en el gimnasio muy temprano junto a sus amigos, ya recuperados de sus misiones, habían recibido la noticia de que llegaría ese día el ultimo integrante de su equipo que llegaba en la tarde, mientras Kary seguía investigando la muerte del ángel junto a su compañero.

—Necesitamos descansar un poco Kary, también los ángeles nos agotamos— dijo el ángel Uriel que se apoyaba en sus rodillas con las manos— apenas comimos algo, que es lo que esperas encontrar

—Cualquier cosa, una pista que nos indique que paso, siento que no fue un dragón— dijo Kary mientras miraba con una lupa un montón de rocas

—Yo me sentare un rato, hemos revisado toda la montaña— dijo el ángel Uriel

—Descansa un poco, volveremos a inspeccionar desde abajo— dijo Kary limpiándose el sudor de la frente

— ¡Ah!, ¡Ayuda!, ¡Kary!— grito el ángel, que brincaba frotándose sus glúteos

—Espera déjame ver que tienes— dijo Kary mientras corría en su auxilio, de pronto vio algo brillante que se llenaba de sangre del ángel.

— ¡Maldición que te detengas!—grito Kary mientras lo derribaba, saco lo que parecía un pedazo de metal, era extraño ver eso no tenía ningún rastro de oxido lo que indicaba que había sido tirado hace poco, lo comparo con la armadura del ángel, no era de ese tipo, había sido forjado por humanos

—Este metal no lo forjan los ángeles, no es de Luca, y los dragones negros no tienen ningún tipo de metal, parece parte de una armadura, buen trabajo regresemos al panal— dijo Kary sonriendo, como si hubiera encontrado una moneda de oro

Regresaban al panal a toda prisa, el ángel Uriel cargaba a Kary como un águila a una tortuga, en poco tiempo llegaron, apenas tocaron el suelo corrieron a lo que era un antiguo laboratorio en un piso superior.

William, Josué y Max por su parte competían en una carrera para llegar a la estación donde llegaría en poco tiempo su arquero, con apenas una nariz Max fue el ganador.

—No corrí enserio, solo te deje ganar cuatro ojos— dijo Josué con los brazos cruzados mientras jadeaba

—Estas sudando como fuente—dijo Max mientras sonreía

—Ya chicos, recuperen su compostura para recibir a nuestro nuevo amigo— dijo Will mientras escupía, paso casi media hora y aun no llegaba el tren, los chicos se impacientaban

—Vaya que tarda mucho este tren, lástima que el paladín no dijo que era una chica, sería perfecto, yo y ella hombro con hombro, luchando por nuestro eterno amor

—Creo que en tu ciudad nunca conociste ninguna chica— dijo Max dándole palmadas en el hombro a Josué

—Conocí muchísimas, solo que no recuerdo ninguno en este momento— dijo Josué molesto

—No cuenta tu mama— dijo Max

—Ya para con eso— dijo Josué mientras lo empujaba

—Deténganse los dos, ahí viene el tren, espero ahí venga nuestro arquero, sean amables y denle una bienvenida especial

El suelo vibraba cada vez más, las luces del túnel se encendían, el tren llegaba rápidamente, Will recordaba el día en que se marcho, y que no había escrito nada a su madre. El tren se detuvo y abrió sus puertas que sin demora una joven de algunos 25 años bajo, su pelo parecía de fuego muy largo hasta la cintura, sus ojos color miel grandes, de piel blanca con algunas pecas en el rostro, era alta de 1.80, esbelta y atlética, llevaba una armadura ligera de malla en todo el cuerpo y unos botines de metal, en su cinturón colgaba un arco, una aljaba repleta de flechas y un martillo.

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