Capítulo 35 -Afrontar nuevas realidades-

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Jake no sabía como afrontar el posible hecho de que su hermana mayor —y su nargge— pudiese estar muerta.

Su mano estaba de color negro, le dolía muchísimo. Y no sabía cómo hacer para que ese dolor parase.

La tormenta sacudía con fuerza el mundo de los sueños, dónde había sido el último sitio en el que se había visto a Olivia con vida.

—¿Te duele? —le preguntó Marine al joven de trece años, este asintió rápidamente. Marine e Isabelle habían viajado al mundo de los sueños en busca de Olivia, pero tras haber buscado en todos los lugares posibles, no la habían encontrado. Marine abrazó a Jake, y le dió un delicado beso en la frente—. No te preocupes, la encontraremos.

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Claire se dirigió hacia su taquilla del edificio uno a coger unos cuadernos que necesitaba para unos apuntes.

Cuando abrió la taquilla, de esta cayó un pequeño papel doblado cuidadosamente. Claire se agachó, lo cogió y lo abrió.

Nos vemos después, no olvides que te amo.

Miró ambos lados del pasillo, pero no había nadie por allí. Aunque por la letra supo que lo había escrito Henry. Sonrió, ese chico de ojos verdes era genial.

Cogió los cuadernos y cerró la taquilla. Fue en ese justo instante cuando una figura vestida de negro empotró a Claire contra las taquillas, sujetándola por el cuello y asfixiandola.

Claire abrió la boca para gritar pero eso resultó en vano. Ningún sonido salió por su boca. La figura vestida de negro tenía el rostro oculto por una máscara negra, pero eso no impidió que su voz sonase terriblemente grave y oscura.

—Claire Carter, si quieres seguir con vida, huye ahora. Huye de The Academy maxime. Pues será aquí dónde se produzca la mayor de las batallas. Habrá sangre... Huye. O morirás. —y soltando su agarre, la silueta negra desapareció a una velocidad casi inhumana. Claire cayó al suelo de rodillas, y miró aturdida hacia todos los lados. No entendía quién era esa silueta... No entendía que acababa de pasar...

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La noche se cernía sobre aquel bosque frondoso. Una pequeña hoguera iluminaba el claro en el que Tom y Daniel se hallaban.

—¿Qué fue de tu cazador de sueños? Nunca le he visto a tu lado, es más, nunca he sabido que tuvieses un cazador de sueños. —Tom rompió el silencio prolongado.

—Murió. —se limitó a responder Daniel con la mirada fija en las ascuas de la hoguera, Tom lanzó una rama de árbol pequeña, y esta sucumbió en el fuego, quemándose, y haciéndose cenizas.

—¿Cómo? —preguntó Tom, interesándose por el cazador de sueños de Daniel, un misterio más que se escondía en The Academy Maxime.

—Cuando cumplí los diecisiete años, sentí la oscuridad en mi. Me llamaba. Sentía que los nargges malignos me llamaban, y que me buscarían hasta encontrarme para que me uniese a ellos... Ellos querían mi vida... Querían reclutarme... Para ese entonces yo no entendía muy bien de qué iban los nargges malignos... Pero mi cazador de sueños sí. Se llamaba Michael, tenía dieciocho años. Él sacrificó su vida, por mi. Se entregó a los nargges malignos, con la condición de que yo no tuviese que escoger ninguno de los dos bandos, ni el de los nargges malignos ni el del consejo. Pero debería escoger uno de los bandos, cuando la guerra por las tres nargges estelares comenzase... Sigo igual que un año atrás, mi vida... mi opinión sigue siendo lo mismo. ¿Por qué debemos escoger? Pase lo que pase, escojamos la opción que escojamos.... tendrá sus buenas y sus malas consecuencias... La vida es así... La vida es cruel, y mi cazador de sueños lo pagó...

—Espera... ¿Michael Cooper? ¡Lo conozco, iba conmigo a las clases superiores! Son esas clases que hay específicas para nargges y cazadores de sueños que pueden hacer cosas fuera de lo común.

—Lo sé. —Daniel se limitó a asentir con la cabeza, miró como las ascuas lamían la madera chamuscada—. Estoy en esas clases.

Ambos chicos permanecieron en silencio durante varios minutos, sin decir ni una palabra. Pero aquel silencio no era incómodo, si no señal de que cada uno a su manera estaban reflexionando sobre lo compartido anteriormente. Daniel sintió nostalgia hacia su cazador de sueños, pues no había conocido a una persona tan valiente como Michael, capaz de dar su vida por su nargge. Pocos cazadores de sueños hacen eso, algunos simplemente se limitan a salvar su propio culo, y si eso, ayudar a su nargge.

El silencio terminó, cuando un grito en mitad de la noche, desgarró el ambiente. Ambos se pusieron de pie, pues el grito no había sonado muy lejos de donde se situaban.

Otro grito.

Era de una chica, sin duda.

Daniel comenzó a correr en la dirección del grito, y Tom le siguió pisándole los talones. Atravesando el bosque frondoso, con ramas que aparecían de la nada y se interponían en su camino.

Vieron a una chica con el pelo recogido detrás de las orejas, esta chica empuñaba una espada con la hoja del color del marfil.

Daniel la reconoció al instante.

Una manada de coyotes pesadillas rodeaban a la chica de pelo moreno y ojos grises.

Juliette Mason.

—¡Atrás! ¡O te corto en dos! —dijo Juliette temblorosa a uno de los coyotes que se acercaba a ella.

Este coyote pesadilla saltó hacia delante, impulsándose en sus patas traseras ya abalanzándose sobre juliette.

La chica retrocedió.

Y Tom dió un paso al frente, apuntando la palma de su mano hacia el coyote, que cayó al suelo al instante, le salía sangre negra por la boca.

Juliette avanzó y le clavó la espada al coyote, este se desvaneció al instante, quedando sólo un rastro de ceniza en el lugar dónde había estado el coyote pesadilla.

Los otros coyotes no eran estúpidos, al ver lo que le había pasado a uno de ellos, huyeron. Pues no entendían como una chica armada con sólo una espada —y esto que sabían que la chica no tenía ni idea de los poderes que tenía esa espada— había podido haber convertido a un coyote en ceniza.

Aunque, en parte, Tom había ayudado.

Daniel tosió para que Juliette se diese cuenta de la presencia de ambos chicos.

—¿Qué estas haciendo aqui? ¿No deberías estar en The Academy Maxime? —le preguntó Daniel a la chica.

—Lo mismo me pregunto de vosotros. —respondió firmemente Juliette, mientras se colocaba la espada en el cinturón.

—Estamos buscando a Nicole. —dijo Tom.

—Yo a George. —se limitó a decir la chica encogiéndose de hombros.

—Dios mío, Juliette. Eres una nargge estelar... ¿Cómo se te ocurre irte de The Academy Maxime sola, y sin protección? ¡Estamos a punto de comenzar una guerra! ¡Los nargges malignos podrían encontrarte! —Daniel se pasó la mano por el pelo, nervioso.

—No les temo. Me da igual que me encuentren. No me pueden matar, soy demasiado valiosa para ellos... O eso dicen las profecías...

—George está en la casa de West Peterson, al otro lado del bosque, del lago y de la ciudad, en las afueras... Estás bastante lejos, te queda mucho camino por recorrer. —dijo Tom, ahorrándoles tiempo de conversación.

—Pues, entonces espero que nos volvamos a ver... —murmuró Juliette.

—Y lo haremos. —sonrió Daniel mirando a la nada, mientras sus ojos relucían en un azul aguamarina. Estaba teniendo una visión del futuro—. Pero eso será después de la guerra, mucha suerte en este camino, Juliette, la necesitarás.


Unidos por el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora