Contra Ataque

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—¡AIDAN! ESPERAME ––Alejandra parecía seguir insistiendo conmigo. Pero Erick estaba tan cómodo sin ella.
—Alejandra ¿Dejaste a mama sola con la comida? ––Prefería tenerla lejos de mi y de Erick.
—Solo queria pasar tiempo contigo como antes ––Antes éramos cercanos, ella era una niña de 7 años y yo, ya casi era quinceañero.
Tiene la misma edad que Erick, por eso siente que es una amenaza, siempre habíamos sido cercanos, pero un día se enojo por verme con uno de mis mejores amigos.
—Creó que es mejor dejarte de hablar, no quiero que tu prima se enoje conmigo ––Mi mejor amigo tuvo problema con Alejandra.
—Pero ella no importa, solo es mi prima tu eres mi mejor amigo ––No queria perder a mi único amigo, en ese rancho tan lejano.
—Perdón pero, primero resuelve tus asuntos con ella y luego me buscas–.
Perdí a mi mejor amigo por ella, el primero en años.
—Aidan, yo voy con la abuela, debo ayudarla a cocinar ––Que le pasa.
—¡Llévame a cabalgar! –Alejandra me arrastro de un brazo hacia el establo.
—Pero tu no sabes cabalgar, además no tienes un caballo que confíe en ti ––No la quiero conmigo, este paseo era para Erick.
—¡Enséñame! ––No dejaba de insistir, así que no me quedo de otra.
Toda la tarde me la pase con “ella” no podía entender como mis abuelos la soportaban, era inmadura, necia, terca, testaruda; todo un dolor de cabeza para quien estaba cerca de ella.
Mientras Aidan se la pasaba con su prima en el establo, Erick entro a la casa con la abuela de Aidan, la señora Carolina, que preparaba la comida desde temprano para su esposo Bruno y nosotros.
—Cariño, ¿Qué es lo que te pasa? ––la señora Carolina me miro al entrar con algo de preocupación.
—¿Son tus manos querido? Siéntate querido ––Dejo de lavar la loza y me guío a la sala de estar.
—No, mis manos están bien, gracias. Es solo que quiero que me… ––No podía creer lo que estaba a punto de decir.
—¿Me enseñaría a cocinar? –Las manos de la Señora Carolina, que estaba a mi lado, me sostuvo mis manos vendadas.
—Hijo, pero claro que te enseñare ––El amor de una madre era increible.
La señora Carolina, me enseño que cocinaría, el mole de olla que tanto le gustaba a Aidan, y accedió a enseñarme como hacerlo paso a paso. Fue una tarde divertida, nunca había cocinado con mis abuelos, ellos fallecieron cuando apenas yo era un bebé.
—Mi niño ¿Qué te pasa? ––La Señora Carolina me miro por un momento, algo preocupada.
—Perdone estaba algo, pensativo ––Sentí como una de sus manos tibias y amable tocaba mi hombro.
—Seguro que estabas pensando en algo triste ––Me consoló con unas pocas palabras.
—Es muy amable, abuela ––La comida estaba lista, y yo seguía pensando en mi vida.
—Hijo, ¿Por que no le hablas a mi marido y Aidan para que se vengan a comer? Ya es hora de la comida ––Por si fuera poco, me recordó que tenía que ver todo el resto de fin de semana a esa mocosa.
—Claro abuela, lo are ––Me levante de una de las sillas del comedor y salí por Aidan y los demás para que entraran a comer.
No queria levantar la mirada, no queria ver a Aidan con nadie más, ¿Por qué tenía que ser una chica y no un chico? Estoy siendo algo egoísta. Me arme de valor a unos cuantos pasos del establo levante la mirada y grite con los ojos cerrados.
—¡LA COMIDA ESTA LISTA! –Alcé las manos gritando para llamar su atención.
—¡Es Erick! –Alcance a mirar los brazos de Erick en el aire.
No entendía por que mi corazón latía tan fuerte, ese joven me tenía enamorado, su voz, su cara, su cuerpo, era todo mío ahora.
—¡Aidan! ¡Mírame! ––Alejandra me gritaba, pero no era de importancia en ese momento.
—¡Ya vamos Erick! ––Le contesté de igual manera.
—Ve, ayuda a poner la mesa, yo le enseño a esta niña a guardar el caballo en el establo ––El abuelo Bruno, noto mi necesidad creo que tengo la mejor familia del mundo.
—Pero abuelo, quiero que me enseñe Aidan ––Solo escuche las quejas de Alejandra a lo lejos.
—¡Erick! ¡Espérame! ––Alcance a Erick después de ver que se alejaba, intente tomar su mano.
—¡Aidan! ––Su mano abrazo a la mía.
—Nos sentaremos juntos a la mesa ¿No? ––Su rostro parecía feliz a pesar de que no estuve a su lado en todo el día.
—Ayude a la Abuela a cocinar mole de olla ––Las palabras salieron sin ningún problema.
—¡WOW! ¿!COMERE LO QUE PREPARASTE!? ––Aidan se detuvo por un momento y me miro, lo cual evite, para no mostrarle lo avergonzado que estaba.
—¡VAMOS! ––Aidan corrió conmigo a espaldas, se veía tan lindo al correr.
Entramos a la cocina, jadeando de cansancio, ya que Aidan esta muy emocionado, por que ayude a preparar su comida preferida.
—¿Erick ayudo a cocinar el mole que tanto me gusta? ––Claro, pero tuvo algunos problemas por sus manos, así que lo vigile de cerca ––La abuela tan gentil como siempre.
—Preparen la mesa, para que veas que delicioso cocina Erick ––La abuela me miro con ternura y continuaba con el calentar de la comida.
Aidan me ayudo con los platos y los cubiertos pues mis manos estaban algo adoloridas de ayer en la tarde.
—Todo en orden señora Carolina ––Por un momento había olvidado que le debía decir abuela.
—Hijo, yo soy “abuela” para ti, ¿Qué no entiendes? ––Creo que logre hacerla enojar y en tan poco tiempo de conocerla.
—Lo siento abuela ––Me disculpe inmediatamente.
—Recibirás un castigo ––la abuela se acerco, a Aidan y le susurro al oído.
—Bien, Aidan cumple con el castigo ––La abuela lucia enfadada, pero Aidan me miro con amor.
Sin pensarlo Aidan me todo de mis mejillas y me acerco a su boca, un beso largo y apasionado en frente de su abuela, era mi castigo. La abuela se limito a tomar fotos en cada ángulo.
Pero no contaba con la entrada de Alejandra y el abuelo de Aidan.
—¡Aléjate de él! ¡El es mío! ––Aidan la miro enojado, mientras yo, solo parecía de piedra.
—No te metas, el es mi pareja. Quieras o no el es mi nuevo mundo ahora ––Aidan me defendió como si fuera algo valioso.
—¡NO ME IMPORTA QUE SON! ¡ERES MIO! ¡MIO! ––Alejandra acabo con lo que me quedaba de paciencia.
—¡SI EL ES TUYO MUESTRAME UN COMPROBANTE DE ELLO, NIÑA TONTA! ––No me quedo mas remedio, que gritarle sus verdades.
Alejandra subió llorando a lo que era su habitación, por un momento me sentí culpable.
—Gracias Erick, yo no soy dura con ella por que es la única nieta que puedo ver ––La abuela me miro con felicidad.
—Bueno, a comer muchachos, esto se ve delicioso ––El señor Bruno, parecía ignorar los berrinches de su nieta.
Le ayude a la Señora Carolina a servir el mole de olla, el arroz calientes, y después me senté con ellos a comer, pero comenzaron las conversaciones cortas.

Mi Profesor preferidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora