Doce

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Narra Dani.

No sé lo que me ha dado, pero me despierto muy temprano. Son las nueve y media de la mañana.
Cojo el móvil, que está en la mesita de noche, boca abajo.

No tengo ningún mensaje, ¿qué me esperaba?

Me froto los ojos, me destapo, y me estiro todo lo que puedo. Tengo la espalda echa polvo. He dormido fatal, y además, con la mierda de la incomodidad de esas malditas cosquillitas en el estómago.

Joder Dani, para.

Hago la cama, que por cierto, es lo más raro que he podido hacer en mi vida, me ha salido hasta bien, o sea, que eso ya es mucho.

Abro el armario, me cojo unos pitillos negros, y me pongo una camiseta básica blanca de mangas cortas, luego, me pongo los zapatos deportivos.

Bajo a la cocina, y siento la necesidad de perpararles el desayuno a mis padres y a mi hermano. Sé que no soy una mala persona.

Hago café para mis padres, y nesquick para Jesús y para mí.
Mientras tanto, hago tostadas, y saco la mermelada de fresa, para mi madre, que le encanta.
Cuando ya esta todo listo, me siento hasta orgulloso. Pero, me falta algo.
Salgo al jardín, y cojo dos rosas. Las pongo en un vaso con agua, y una la coloco en la bandeja de mis padres, y la otra, en la bandeja de ni hermano.

Lo coloco todo con precisión en una bandeja grandísima.

—Buenos días. —digo mientras abro la puerta de la habitación de mis padres. —¿Quién quiere desayunar?

Cuando entro, mis padres aún están dormidos, pero enseguida, mi madre abre los ojos de par en par y me sonríe. Le da un par de golpes a mi padre, y éste, se despierta.

—Pero bueno, ¿a qué viene todo esto? —dice mi madre muy sorprendida.

Le sonrío, dejo la bandeja encima de la cama, y les doy un beso a mis padres en la cama, y me voy de la habitación.

Ando hasta la habitación de mi hermano, y abro la puerta.

—Despierta marmota. —digo gritando.

—¿Qué mierdas haces gritando subnormal? —dice gritando él también. Yo estallo en una carcajada, él también.

—Toma malito. Te he echo el desayuno. —le digo mientras se la pongo en el escritorio. Y sin decir nada más, me voy de la habitación.

Mi desayuno me lo he dejado en la cocina, que por cierto, me lo tomo de un tirón. Cuando vuelvo a mirar el móvil, son las diez y cuarto. Se me ha pasado de golpe la mañana.

Lavo mi vaso, y el plato que he utilizado para mi tostada.
Voy al garaje, y saco mi moto al porche, que da directamente a la carretera.

Lleno un cubo de agua, y le echo jabón. Cojo una esponja, y empiezo a lavar la moto. Hace una semana que no la lavo, y ya se puede apreciar unas cuantas motas de polvo.

—Roger, tenemos que ir a recoger a Sandra. —dice una voz bastante familiar.

Dejo de lavar la moto, y la seco rápidamente.
Salgo del porche, y miro como el que no quiere la cosa, hacia la casa de al lado. Es ella.

Cojo la moto, me monto en ella, y sin pensármelo dos veces, me voy detrás de aquel coche tan lujoso.

¿Pero qué haces Dani? Estás como una puta cabra.

Arranco la moto, y voy tras ese coche.

Para en la casa de esa tal Sandra. Y veo como Alicia, baja la ventanilla de su lado.

—Hola amor. —le dice Alicia a Sandra, que esta ya fuera de su casa.

—Hola mi vida. —le dice Sandra con una gran sonrisa. Va hacia ella, rodea el coche, abre la puerta del otro lado, se sienta,y cierra.

Persigo el coche, el trayecto se hace muy corto.
El coche para. Yo paro más para atrás, para que las chicas no se den cuenta de que les estoy persiguiendo.

—¿A qué hora debo de estar aquí? —le dice Alicia a su chófer, que se llama Roger.

Alicia y Sandra, se despiden del chófer, y se meten dentro del centro comercial.

Entramos en el centro comercial, y se meten en Tommy Hilfiger. Se nota que son unas pijas.
Empiezan a mirar toda la tienda. Pero aún no han cogido ninguna prenda.
Veo que Alicia no hace más que mirar a Sandra. ¿Qué ocurre?

Entro en la tienda. Me situó cerca de ellas, pero a la vez lejos. Ya lo que me faltaba, que me pillarán espiando.

—Venga, va. Suéltalo ya. —le dice Alicia a Sandra.

—No puedes quedar con ese matón Alicia. No es tu tipo de chico. Te va a utilizar, y te hará daño. Es un irresponsable. —le dice Sandra a Alicia.

Me he quedado a cuadros. ¿Se refiere a mí? ¿Yo soy un matón? ¿Entonces es cierto que le hago daño a la gente?

—¿Y tú que sabrás? No lo conoces de nada.—le dice Alicia a Sandra. —Sólo de la gente que juzga. ¿Tú también lo vas a juzgar antes de conocerlo? ¿Te vas a dejar llevar por el que dirán? Me estás decepcionando mucho Sandra...

Me sorprende mucho todo lo que estoy escuchando. ¿La gente habla de mí a mis espaldas? No me puedo creer lo que estoy escuchando.
Siento ganas de vomitar. No... No puedo creer nada de esto.

—¿Qué yo te estoy decepcionando?—duce Sandra furiosa.—¡tendrás cara! Tú eres la que me estás decepcionando. Te mereces a alguien mejor que ese mimdundi.

Yo no soy ningún mindundi.

No me puedo creer, que la gente piense eso de mí. Esa persona de la que están hablando, que supuestamente soy yo, no es cierto.

Me voy de aquella tiendo corriendo. Estoy muy sorprendido, no me esperaba nada de esto. Que me digan que soy un irresponsable, que Alicia no me merece porque soy un mindundi... No soy así.

Las lágrimas me brotan de los ojos, me pongo el casco antes de salir del centro comercial. Las lágrimas salen de pura impotencia. Tenía razón Judith, soy un capullo que juega con los sentimientos de la gente. Soy mala persona.

Tal vez, aún no sea el momento de que Daniel Oviedo, siente la cabeza. Puede que disfrute un poco más de la juventud.

Creo que es uno de los capítulos más largos de esta novela, me ha costado mucho, por no decir bastante escribirlo. He intentado que esté todo escrito con muchos detalles. Espero que os haya gustado. Gracias por todo el apoyo que me dáis.

Idea original de mi preciosa jdomsogni

Enemigos Perfectos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora