Cuatro

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Narra Dani.

No me acuerdo lo que ha pasado, pero la veo allí, tumbada a mí lado.
Debería de haberse ido. No sé que hace aún aquí.
La despierto.

—Estefanía, ¿qué haces aún aquí?

Ella se hace la remolona. No me gusta que hagan eso.
Se gira hacia mí, y me intenta dar un beso en los labios. Yo la esquivo.

—Venga, vístete, y vete a tu casa.

Me levanto de la cama, y recojo su ropa interior y se la pongo en la cama.

Voy al baño mientras que se viste.
Me lavo la cara, me peino y me pongo una camiseta.
Cuando vuelvo a la habitación, y ya está vestida.
La acompaño a la puerta.

—¿La próxima cuándo? —me pregunta.

—Nunca nena. No repito dos veces, lo siento.

Se queda con la boca abierta.

—Que tengas un buen día. —y cierro la puerta.

Me giro, y veo que me espera una buena mañana recogiendo. Lo bueno, que no tengo resaca. Apenas bebí, y me alegro de haberlo hecho.

Cojo una bolsa de basura grande, y los vasos de plásticos los tiro dentro, los platos de plástico que llevaban comida también, y las botellas de alcohol también. Cuando ya no hay ningún vaso de plástico, barro y friego el suelo.

Si me ve mi madre, lo flipa.

En el jardín sólo tengo que quitar las mesas que puse, y las vuelvo a guardar en el garaje.
Ahora aquí, no ha pasado nada. Mañana vuelve mis padres y mi hermano, y lo van a ver todo impecable.
Bueno, menos las cosas valiosas del salon, que las guardé bajo llave en la habitación de mis padres.
Soy un chico previsor.

Una vez que sí están todas las cosas limpias y recogidas, me pongo el bañador, y me doy un chapuzón en la piscina. Me lo merezco. Ayer Danielín se lo pasó bomba.

Recibo un mensaje de WhatsApp de mi madre.

—Daniel, vamos para la casa.

¿Pero no venían mañana por la tarde?

—¿Y eso?

Se pone mi madre a escribir la biblia entera. Media hora con el escribiendo.

Tu padre ha recibido una llamada del trabajo urgente.

—Ah, bueno vale. Tened cuidadito en la carretera.

—Sí Daniel. ¿Tú que haces?

—En la piscina.

—Vale, pues te dejo, disfruta. —me manda un emoticono lanzando un beso.

Bueno, menos mal que hoy no tengo plan.

Me pongo a tomar el sol, pero escucho un motor fantástico. No hace falta saber que coche es. Es un Audi, eso está claro, ¿pero de quién?

Me pongo rápidamente la camiseta, y me dejo el bañador debajo.
Me monto en mi Harley Davidson, necesito escuchar y ver ese coche.

Me encanta estas motos

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Me encanta estas motos.
Desde que ví Tres metros sobre el cielo, me enamoré de la moto de Mario Casas, y desde entonces, quise una como esa. Al fin la tengo...

Salgo de casa, y es el coche del vecino.

Me acerco al coche, y una de las ventanas de atrás, se baja.
Me acerco un poco, y era la chica de ayer.
La pija.

Me acerco a su ventana.  Se me queda mirando, levanto las cejas, y le guiño un ojo. Por parte de ella, recibo una mirada de asco.

—Pija.

—Gilipollas.

El coche da gas, y yo me quedo en mitad de la carretera.

¿Qué coño acaba de pasar?

Enemigos Perfectos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora