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"Sonríe, nunca se sabe cuándo pueden haber cámaras cerca"


—¿Tienes una buena razón para llamarme a las tres de la madrugada un domingo?

Murieron muchas personas esa noche en la feria, y Keim no estaba entre ellos, desgraciadamente.

No le dije nada del incidente a mamá, por obvias razones, y cuando llegamos a casa Ether y yo nos pusimos de acuerdo para mentirle. Posiblemente oliamos a marihuana, cigarrillo y a borracho por estar en la feria (esa era la clase de olores que llegaba a mi ropa), así que escapamos a mi habitación para ducharnos y cambiarnos sin darle explicaciones.

Siguiendo con Keim, yo no encontraba lógicas a su lógica.

¿No puedo llamar a mi novia?

—¿Quién te dió mi número?

¿Quién me dió tu dirección?

Me estiré en la cama con cuidado para no despertar a Ether.

—¿Fue Ether? —intenté adivinar.

Lo escuché resoplar.

Que mala eres adivinando.

Rodé los ojos y me metí entre las sabanas, y lo escuché dejando escapar un suspiro casi de agonía.

Que hermoso pijama traes puesto, Elly, estoy excitado.

Dirigí una mirada rápida por la habitación a oscuras, luego me volví hacia la ventana, cerrada pero sin las cortinas. Posiblemente mamá las había quitado para lavarlas.

Me senté, envuelta en las sabanas, y miré a través del cristal.

El patio delantero estaba oscuro, lleno de una neblina ligera a la que estaba acostumbrada. Keim no estaba por ningún lado.

—Gracias, supongo —dije con ironía, frunciendo mi ceño e intentando encontrarlo en la oscuridad—. ¿Dónde estás?

Relajate, Elleonnor, no es como que haya instalado cámaras para observarte —y rió un poco, como si se considerara estúpido a si mismo—. Espera, que eso pudo ser exactamente lo que hice.

Mi sensación al oírlo estaba bastante lejos de la aceptación. Ese tipo se volvía cada vez más desquiciado.

—Eres un cerdo.

En esto me convertiste.

Por alguna razón, se me escapó una sonrisa.

Que linda sonrisa.

—Voy a colgar.

¿Y podrás dormir? —preguntó él, fingiendo inocencia—. Ya sabes, con eso de que pueden haber cámaras y así.

Era cierto, aún hablando con él seguía mirando alrededor, buscando algo extraño en la habitación. Si colgaba, no podría pegar un ojo en lo que restaba de noche.

—¿Qué quieres, pues? —dije con fastidio, intentando espantarlo con mi humor—. ¿Qué me pase toda la vida aquí hablando contigo?

No tengo tanto tiempo libre. Me sirven cinco horas por ahora.

—Gracias por cederme su tiempo, Blace.

Señor Blace, para usted —fingió indignación, y no pude evitar reírme.

Keim guardó silencio por un rato, y dirigí una mirada de incertidumbre al celular, dejando de reír.

—Te quedaste en silencio.

𝐴́𝑛𝑔𝑒𝑙𝑒𝑠 𝑦 𝐷𝑒𝑚𝑜𝑛𝑖𝑜𝑠  [#1/COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora