Blasco 1

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Era un buen día para descansar en la Playa de Hanohano.

Blasco había permitido que sus compañeros salieran a tomar el sol, sin embargo, su Altaria había sido envenenado por un Pyukumuku que estaba de mal humor y ahora él lo estaba curando con un antídoto mientras acariciaba el plumaje del pokémon, que recordaba mucho a un Algodón.

Un empleado del resort, donde se hospedaban los miembros del árbol de combate se le acercó para entregarle una carta; procedente de la lejana Hoenn.

-Gracias...-Agradeció al instante de recibirla, dejándola a un lado de él sin leerla o ver ni siquiera del remitente de la misma ya que la salud de su amigo y compañero Altaria le preocupaba más; tampoco le dio más importancia ya que pensó que sería una carta de sus padres o de algún fanático al que haya conocido en el Árbol de combate.

Se sentía cansado. Lo único que había hecho todo ese día era ver como todos se divertían, menos él. Prefirió quedarse bajo la sombrilla y así evitar que le golpeará el sol; ese día estaba particularmente abrasador, como si un Groudon primigenio estuviera suelto por ahí, haciendo toda clase de problemas.

-¡Terminamos!-Exclamó con satisfacción, y acarició por última vez a su amado dragón.-Procura no acercarte de nuevo a esos "bichos". Ve a divertirte...-Le ordeno a lo que Altaria obedeció sin más problemas.

Se recostó en la caliente arena, sintiéndose aún más sofocado. Cerró los ojos brevemente, intentando conciliar el sueño sin éxito, ya que en la lejanía se escuchó un estrepitoso -"¡Hola...!" lleno con la vida que sólo un niño podía tener. Al ver de quien se trataba confirmó su sospecha: se trataba del hiperactivo Tilo y su amigo extranjero e introvertido, Sun.

-¡Hola Blasco...!-Repitió el saludo.

-¿Qué tal...? ¿Qué los trae por aquí?

-Bueno, Sun trabaja medio tiempo aquí lanzando a los Pyukumukus devuelta al océano, y yo solo lo acompaño para nadar un poco...-Sonrió mientras abrazaba a Sun; haciendo que inevitablemente éste se sonrojara.

-Me hubiera gustado que estuvieran aquí antes. Uno de esos "bichos" envenenó a Altaria...

-Son así...-Dijo el originario de Kanto, mientras activaba la Pokémontura de Stoutland...-Si se sienten amenazados, expulsan toxinas en forma de defenderse, pero la mucosidad que los envuelve es muy útil como loción al tomar el sol. Me iré a trabajar... regreso en unos minutos.-Fue lo último que dijo antes de dejar a Tilo y Blasco solos.

-Parece que tus Pokémon se están divirtiendo mucho... excepto tu Garchomp.

-Sí. Él no disfruta mucho del mar...-Afirmo mientras abrazaba obligadamente a dicho Pokémon; quien se había acercado al escuchar su nombre.

Debido a la Piel Tosca de Garchomp, una pequeña herida se le abrió en la mano salpicando con un par de gotas de sangra a la carta que yacía olvidada a un lado de él.

-Lo siento Garchomp, ya sabes que si no tengo mis guantes especiales no puedo acariciarte... te lo debo amigo.-Dicho esto, el Pokémon se fue cerca de la torre del salvavidas.

Tomó la carta entre sus manos y al leer el destinatario, la intentó abrir con desesperación, pero el papel lastimó aun más su mano...

-Maldición... Tilo, ¿crees que puedas abrir la carta por mí...? Por favor.

-¡Claro...!-Respondió y al instante hizo lo que le habían solicitado.-Aquí tienes.

Comenzó a leerla, sonrojándose y sonriendo como tonto cada ver que avanzaba una palabra.

"No te preocupes por mí; yo estoy bastante bien... sólo te extraño mucho..."

Sintió que su corazón latió con mucha más fuerza con esas simples y pocas palabras.

Mi querido BlascoWhere stories live. Discover now