Pequeño Rey

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Algo debía hacer, ¿No?

Daniel se lo pensó un poco y viendo que el papa iba a tocar a la chica se tensó su cuerpo.
Probó metiendo primero su mano a la iglesia y sacándola rápido solo por inercia, vaya, esa mierda si que dolía.
Tomó una gran bocanada de aire y aguantó la respiración al tiempo de entrar rápido a la iglesia corriendo, una vez adentro dejó su cuerpo caer relajándose
Ardía, vaya que si lo hacía, sentía como si su cuerpo estuviera lleno de quemaduras de segundo grado.
Levantó la vista algo nublada y vio que al parecer, todo lo que se ve desde afuera, por dentro es totalmente diferente.
En primer lugar, el que debía ser un anciano ahora parecía ser un niño de no más de 12 años, vistiendo un elegante traje con una pequeña capa colgando de sus hombros y una corona grande sobre su cabeza, algo para el lado para dar estilo. Por todo su cuerpo tenía adornos de calavera, incluso tenía anillos de eso. Usaba unos zapatos altos y tenía su rostro una arrogante y satisfecha sonrisa. ¿Quién rayos era este niño?

Daniel se quedó sin saber que hacer por unos segundos, pero cuando se levantó y la chica intentó salir corriendo intentó frenarla.
¿El problema con eso?
No fue ella la que se desvaneció
No fue ella la que pasó a travez del cuerpo contrario
Fue él.

Definitivamente, si antes no tenía palabras, ahora menos.
Se quedó viendo su mano un largo tiempo y volvió su mirada al que ahora parecía estar riendo, ese niño con vestimenta extraña

-¿Tú eres Daniel?- Preguntó aun entre risas bajas el chico -Vaya, casi siento lástima por ti pero déjame  ser el primero en decirte esto- Tomó algo de aire, como si se estuviera preparando para decir algo sumamente importante, sin embargo, en su rostro se veía la diversión -Estás muerto Daniel...Bueno, no tan así, estás en el limbo, en coma- Sentenció al final.

-¿Qué...? ¡¿QUÉ?!- Daniel se levantó rápido e intentó acercarse al niño, pero este desapareció por unos segundos y reapareció tras del adolescente, quién volteó rápido cuando lo sintió llegar

-Lo que oíste, mira, esa chica que salió corriendo- Apuntó a la puerta con su pulgar -Hizo un intercambio, tu vida por la suya- Sonrió de lado acomodando su corona -Y déjame decirte que me convenció- Alzó los hombros algo despreocupado

-P...Pero no entiendo...¡No es justo!- Gritó Daniel al borde del colapso

-Escucha, lo sé, pero para mí es divertido, porque yo mando el juego y ahora te voy a explicar las reglas. Tienes un mes para encontrar a una persona que tenga la peculiar habilidad tuya de ver criaturas de otro mundo y podrás ponerle en tu lugar e ir a buscar tu cuerpo, pero ojo, una vez que alguien tome tu lugar solo tienes 24 horas para encontrar tu cuerpo, si lo haces, todo en tu vida vuelve a la normalidad, pero si pierdes, el infierno te espera- Esto último lo dijo en un otno siniestro que le puso los pelos de punta al pobre Daniel

-Pero...¡No puedes hacer esto!-

-Claro que puedo- Dijo el niño volviendo a reír -Soy el Rey del inframundo- Se acercó a Daniel en pasó lento y golpeó suavemente su espalda, haciéndolo desvanecer en el aire y re aparecer a unas cuadras cerca de su casa.
Esto tiene que ser una broma, ¿Cierto?
¡Cómo iba a encontrar en un mes a alguien que no a conocido en 17 años!

Miró a una señora que se venía acercando a paso lento y Daniel no se le ocurrió más que pararse frente a ella

-¿Me puede ver?, Señora por fav...- Y no pudo seguir hablando, ella pasó a travez de él

Cayó de rodillas y puso ambas manos en su rostro

Esto debía ser solo un mal sueño, ¡Una pesadilla!

Juego del reyWhere stories live. Discover now