—Harry —repitió en un ronroneo—. Harry...

Seguía con los ojos cerrados y acababa de enterrar medio rostro en la almohada.

El alfa no podía más que encaramarse sobre él. La vibración en su garganta se acrecentaba. Lo tenía acorralado contra su cuerpo.

—Aquí, cariño —murmuró—. No va a doler.

Louis tembló al sentir aquel aliento en su oído.

—N-no va a doler. No va a doler...

—No. Estoy aquí para ti. Siempre para ti.

Abrió los ojos.

—Siempre —reincidió el omega.

Era parecido a su primera vez, cuando Louis apareció jadeante en la puerta de su casa. En aquel entonces ya ese encontraba adolorido. Ahora Harry estaba allí desde el principio.

En aquel entonces eran jóvenes y no entendían. No comprendían aquella necesidad. Louis porque era la primera vez y el otro porque no había sentido jamás una atracción igual. Era algo demente; imposible de explicar. Algo por lo que siempre se sublevaría.

En sí, sabía que por Louis caería en cualquier momento de rodillas. Ya lo había hecho.

Dejó que el omega lo abrazara y gimiera contra el hueco de su cuello al olisquearlo. Quería sacudirse.

Olía a alfa de verdad. Olía a ese alfa.

Al de sus recuerdos.

—Harry, Harry, Harry... —Podría gemir con cada vez que pronunciaba su nombre—. Tu olor, tu olor...

No se podía estar quieto bajo él. El alfa llevaba una camiseta blanca de algodón y estaba tirando de ella.

—Te voy a hacer el amor, Louis —prometió ahogando un gruñido—. Y no va a doler. No va a doler.

—No va a doler —volvió a repetir.

Le creía.

Ardía, pero con Harry su sistema se atemperaba porque él era fresco. Él le daba frío a su piel.

El alfa se deshizo de su propia camiseta tan pronto como lamió la mandíbula de Louis. No tuvo cuidado al estirarle el cuello de su camiseta al quitársela luego al omega. Tampoco al oír el sonido de la tela rasgada del bóxer. No podía pensar en otra cosa cuando lo tuvo desnudo y Louis abrió las piernas para él. Sus nalgas empapadas; su esencia segregando. Su boca con labios hinchados...

Lo besó.

Contuvieron los gemidos del otro cuando las manos comenzaron a rodar por la piel. Louis estaba ardiendo, así que vibraba ante el toque fresco que el alfa transfería a todo su ser. Su lengua demandaba con urgencia la del otro mientras no dejaba de friccionar sus piernas con las ajenas.

Estaban pegados y no dolía. Él no le mintió. No iba a dejar que le doliera.

Harry... él nunca mentía.

Gimió alto cuando el mayor le recorrió con una mano el pecho, apretando con dos dedos sus pezones sonrosados. Erizados. Louis no quería dejar ir su boca, pero sí deseaba su lengua en otros lados. Y era un suplicio.

Harry se deshizo de la poca ropa que aún llevaba puesta antes de rugir ante el contacto piel con piel. Su evidente erección hizo al otro lloriquear en mitad de un espasmo. Volvía a abrir las piernas para él.

Tiró de sus caderas hasta alinearse en su entrada. Louis contenía la respiración. Louis estaba controlando el fuego que aún no abrasaba su flujo sanguíneo.

En rutWhere stories live. Discover now