El banquete de despedida

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Entre los dos cerramos el pacto. Y al morir la joven,la convertí en una hermosa loba.

Con su nueva vida,en su nueva forma. Se convirtió en otro sirviente del señor del invierno, y también mío.

Diamante le permitió conservar sus recuerdos,y solo una semana después logró su venganza. Ella misma les dio caza a los dos hombres que le arrebataron la vida. Su vida humana.

Fue mí deseo,que mientras esté dentro de palacio conservará su forma humana,pero una vez fuera de él vuelve a transformarse en lobo.

Es el alpha de su manada,gracias a nuestra magia, su razonamiento no es el de un animal.

Y eso es todo lo que tengo que contar"

Amethys se estremeció al escuchar el trágico pasado de Luna.

De entre todo lo que se pudo imaginar, aquello jamás le pasó por la cabeza.

Ahora no sabía que pensar. Todo lo que Zaphiro le había contado y Todo lo  que dijo Diamante sobre su humanidad,la tenían confundida.

Amethys se daba cuenta de que no eran los demonios que ella creía, de ser posible, eran más humanos que aquellos que habitaban la aldea al pie de la montaña.

—Ahora,si me disculpas, debo notificarle  a mí hermano que nuestra Luna se está recuperando.

(...)

Tiempo después Luna terminó de recuperarse en el palacio de invierno.

Amethys no podía evitar sentir celos y envidia, al ver el trato tan dulce que Diamante tenía con la mujer lobo.

Con ella el señor del invierno se transformaba, era más alegré,más relajado. Mientras que con Amethys se comportaba seco y distante.

Luna y Amethys chocaron al instante. Eran totalmente opuestas.
La loba la creía causante de la profunda tristeza que embargaba a su amo, y Amethys no congeniaba con el carácter impulsivo y relajado de la mujer lobo pero sobre todo no le agradaba la confianza que tenía con Diamante.

—¿Sigues por aquí? Ya decía yo que olía a perro mojado.

Amethys venía bajando las escaleras cuándo  se encontró con Luna.

—Yo no pienso ir a ningún lado,este es mi hogar.

Luna pasó junto a ella y siguió adelante.

Todas sus conversaciones eran  así por el estilo. Cada una estaba marcando su territorio.

—¿No tienes algún conejo que cazar?

—¡Oh, querida! Sigues siendo la única a la que quiero hincarle el colmillo — su ironía era tan molesta como su presencia.

Luna.

Diamante llegó en ese momento y las interrumpió justo a tiempo,antes de que se enfrentaran a golpes.

—Mí señor — Luna hizo una reverencia al verlo.

—Ven conmigo, hay asuntos urgentes que tratar.

Luna le sonrió con cinismo a la pelirroja mientras se colgaba triunfante al brazo de su señor,y mientras se alejaban miró por encima del hombro a Amethys una vez más y le regaló otra sonrisa maliciosa.

Amethys se les quedó observando hasta que los perdió de vista.

Después de un momento deambulando por el castillo,regresó a su habitación. Se había cansado de esperar a que el demonio y su mascota terminaran de hablar.

inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora