Amelie.5

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I'm still breathing 

Todavía estoy respirando.

En un mundo de torpeza, donde todo se olvida, todo se pierde, todo se quiebra, en un mundo como ese vivimos. Quién iba a decirlo, somos tan fuertes, seguimos de pie, aún tenemos la fuerza para levantarnos. 

Me pesan los brazos, las piernas y hasta la cabeza, no sé como seguir. Pero sigo. Perdida en el tiempo, entre tantas cosas, yo no sabía qué más hacer. Y quién lo diría, todavía soy fuerte. Quiero gritarle al mundo que todavía sigo, que no puede pararme, que todavía creo y confío. Quiero contarte que todavía vivo, no me preguntes cómo, aún después de pensar que todo estaba perdido.

Tantas personas que conocí, tantas que me decepcionaron, dejé de confiar, dejé de amar, dejé de volar, en el sueño se quedaron todos mis deseos. Mirame ahora, como creo, como todavía pienso que venzo al mundo entero, mirame brillar. Mirame de la forma que quieras, pero nunca dejes de mirarme, si lo haces me caigo y yo solo quiero aferrarme.


(...)


Era justo en el momento en el que pensaba que todo se estaba acomodando, todo iba lento, a su ritmo, pero iba bien. Por mi, no me dí cuenta que estaba olvidando a las personas que mas quería y apreciaba, ¿dónde estaban ahora, y el brillo que me regalaban?

Mientras yo pasaba las horas pensando en como mantenerme firme, cada uno estaba en su camino, y yo los dejé aunque me necesitaban, y aunque yo los necesitaba. Por un lado estaba John, que siempre tenía un mensaje para mandarme que me hiciera reír, era mi sostén, mi calma. Entiendo en el hecho de que quería conocer nuevas personas, me atemorizaba el hecho de que se diera cuenta que allí, en el mundo externo, había personas increíbles y mucho mejores de lo que era yo, y tenían mucho más para darle. Aún así se quedó, todavía se queda. Queen, que había estado demasiado sólo, tenía su mundo por lo que entiendo que a veces se podía sentir muy aparte, también lo descuidé, estaba transitando la separación de sus padres y la rebeldía se había apoderado de él. Si, había cambiado, pero sabía que seguía siendo él, nunca dejó de serlo. 

Curt... que decirle, si últimamente lo había dejado tan a un lado para prepararme a mi misma y me había olvidado de repararlo a él, eso ayudaba, nos ayudábamos juntos, tanta historia y tanto recuerdo para dejarlo a un lado; fue un milagro el de aquel viernes en que volvimos a hablar, al parecer los viernes eran nuestros días, así que ahora debo decir que Curt es parte de mi, otra vez, aunque pensándolo bien nunca había dejado de hacerlo.

Tenía yo un grupo de amigas, a distancia, nos habíamos visto muy pocas veces en toda la vida, pero les aseguro, como ellas no hay, no tuve. La paciencia de esas mujeres de corta edad era inexplicable, todas juntas nos entendíamos tanto, siempre había alguien para ayudar, alguien a quien aconsejar, siempre había momentos de risas, llanto. ¿Y los días que nos juntábamos?, esos eran dos o tres veces al año, coincidir y juntarnos eran de las cosas más difíciles, pero no imposibles, todavía hallábamos la forma de vernos, de disfrutar un momento juntas. Después de tanto tiempo de desconfianza en las mujeres, creo que podía sentirme feliz de nuevo, y confiar.

Las noches que pasé llorando agradeciéndole a la vida por los amigos que tenía, por no dejarme sola, todavía lo hago, así como todavía sigue el temor de perderlos, de perderlo todo. Pero quién vive sin temor, ¿existirá alguien que no sufra no tema y no le duela nada? Nos basamos en eso, no somos piedra, somos lo más flexible, el aire que acelera, el agua que navega y fuego que enerva. 

No era tan difícil vivir, 15-16 años. Jóvenes. Astutos. 

No, no lo era, a los ojos del resto, nosotros nos moríamos y seguimos. Ojalá nunca perdamos esa fuerza, ojalá nunca nos perdamos, y ojalá, sinceramente, nunca dejemos de vivir, porque no hay regalo mas bello que la posibilidad de seguir.


Visiones de una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora