Amelie.2

44 5 0
                                    

9:30 AM
Divisé a mi amigo en el patio de recreo después de haber salido del baño de chicas, estaba en la nada como yo lo había estado el día anterior cuando él se había ido para las clases de geografía. Estaban también mis otros compañeros en un círculo hablando de cosas incoherentes, pero a mi me entretenían bastante. Siendo la única mujer en ese entorno, se sentía conforme, yo me sentía cómoda y muy feliz. Durante mucho tiempo había olvidado lo que era sentirse aceptada y querida, y allí estuvieron ciertas personas para salvarme y lograr que hoy en día sea lo que soy. 

¿La opinión de los de afuera? Nunca me importó, llegó ese día en que ser juzgada y que de eso dependiera mi vida se fue de mí completamente. 

Y que feliz me sentía...

Estaba conversando con John cuando en un momento nos dimos cuenta que el grupo se había dispersado y alejado, y terminamos siendo dos sentados mirando a la nada. Últimamente eso estaba pasando. Aveces molestaba un poco, porque en ese grupo estaban el resto de nuestros amigos y sonaba como a exclusión.
Entonces, en aquel día, notamos una diferencia. Uno de ellos se nos acercó; al que le teníamos más confianza de ellos. Se dio cuenta de lo que había pasado y vino a nosotros. Así había sido como Quinn empezó a juntarse más con nosotros y a la vez, de esa forma se volvió el trío más inseparable de todos.
-Al fin, Quinn. Pensé que ya te habías olvidado de nosotros- le dije

Quinn, 15 años, de un aspecto simpático y compañero. Buenas notas en clases. El año anterior había pasado algún tiempo con nosotros pero este mes había estado un poco distante. Era una buena persona, lo consideraba mi amigo pero a pesar de conocerlo hace 6 años por ser compañeros, nunca habíamos hablado en realidad. John lo conocía hace un año cuando lo pasaron a nuestra división, es decir, cuando me conoció a mi también. Hacía bromas frecuentemente, algunas que no soportaba pero igual lo apreciaba.

-Es principio de año, estoy intentando adaptarme a estos cambios- nos contesta.
John sólo se quedó callado. Por una parte yo sabía que algo le había pasado pero yo seguía sin querer presionarlo. Pero en algún momento iba a decir algo que diera un empujoncito.

-Y John, ¿estas bien?- le pregunté.
-Si, sólo un par de cosas pero después te cuento.

John, si bien yo sabía, era un chico reservado. Limitaba su círculo de confianza y de amigos. Si bien el John que yo conocía no era el mismo que el de la actualidad porque ya era más sociable y amigable, todavía seguía teniendo algunas emociones encadenadas. Lo conocía bastante y más que a nadie.

(...)

En mi cabeza se desataban constantes guerras entre pensamientos, sentimientos. Podía decir que estaba con la conocida paz interior en la mayor parte del tiempo pero aún seguían en mi cabeza miles de recuerdos y resentimientos de un par de historias pasadas. Hasta aquel momento no creía en que alguien supiera lo que estaba viviendo, si sabía que John se acercaba a eso porque me había acompañado en lo peor. Pero, ¿realmente había alguien que me conociera tanto; que supiera mis gustos, mis pensamientos, mis emociones, la razón de mis actos, por lo que pienso cuando estoy mal y cómo en realidad estoy cuando muestro una sonrisa? Todavía no tenía una respuesta muy acertada.
Pero pronto vinieron los cambios, en tal momento me di cuenta de lo afortunada que era, y de lo especial que me sentía. Hoy son de los recuerdos más lindos que mantengo en mi cabeza.

(...)

"16/3/16
Día 69:
Yo supongo ser una persona con muchos problemas, que no puede repararse a si misma, y menos los problemas que trae consigo mismo. Pero cuando un amigo tiene problemas y sufre tanto, se me es imposible pasarlo por desapercibido y no intentar ayudar.
Porque lo que mejor sé es que odio ver a las personas mal, menos si no se lo merece. ¡Pero qué injusta es esta vida! Por eso te pido por un mejor día, para todos, para aquellos que sufren en mi entorno, para esos que odio verlos así. Ojalá me ayudes a sacarlos de la oscuridad con mi luz"
A poco tiempo de una situación trágica me refugiaba en un cuaderno que me habían regalado antes. Nunca había creído en "diarios íntimos" y esas cosas que hacíamos de chicas, porque justamente ya no era más chica y lo veía algo tonto. Pero como necesitaba despejarme y expresar completamente como me sentía cada día, escribía algo similar, a una persona, una que extrañaba mucho.

A eso me dedicaba siempre, pedir por el resto, pedir por el que estaba triste, estaba segura que ese era mi escape. Hoy en día me gusta leer una y otra vez ese diario y pensar en el progreso que logré desde entonces, y darme cuenta de cómo me volví ese tipo de persona que nunca creía llegar, lo que se conoce como resiliente: aquel que lucha y resiste, ojalá todos conozcamos a alguien así en nuestra vida, o algo mejor, lo seamos.

Visiones de una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora