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Candy, dejo de llorar, su mirada se encontró con la mirada celeste de Anthony. El joven se acercó a ella, Candy se incorporo, sus miradas estaban muy cerca y ese silencio desapareció con la risa de Anthony, el cual reía al ver el rostro sucio de la pequeña y ella al darse cuenta sonrió.

-Tal como pensé, eres mucho mas linda cuando ríes que cuando lloras.

Candy sintió escalofríos por todo su cuerpo, bajo la mirada, no era la primera vez que escuchaba esa frase. Candy quiso preguntarle su nombre, pero su reacción fue tardía, Anthony ya no estaba.

-A caso tú eres mi príncipe... te pareces tanto a él – se decía Candy al tiempo que se acercaba al hermoso portal, el cual estaba adornado por bellas rosas y miro el broche que sellaba la entrada – es igual al mío, ese chico tienen que ser mi príncipe.

Candy regreso a la mansión de los Leagan, regresaba con una hermosa sonrisa en su rostro, ahora ya no le importaba las bromas de Elisa y Niel, las soportaría, tenia un buen motivo para quedarse con los Leagan.

Por fin llego el gran día de la tan anhelada fiesta, Candy también fue invitada, ya que por cosas del destino ella conoció a los hermanos Cornwell y ellos la invitaron. Esto enfureció a Elisa, pero no le dio importancia, ella quería ver a Anthony y lo demás no importaba.

Al llegar a la mansión Andrew, Elisa entró como loca buscando a Anthony, su sorpresa fue mayúscula al saber que él conocía a Candy. Su asombro cambió por enojo, Anthony la ignoró para estar con la pecosa.

Elisa no estaba dispuesta a tolerar semejante humillación, así que ideo un plan para deshacerse de Candy.

-Candy... quiero que me prepares una habitación, la más alejada... me siento muy mal.

-Claro que si Elisa, enseguida.

-Que sea una de las habitaciones del tercer piso, date prisa Candy – ordeno Niel.

Candy llego al tercer piso temblando de miedo, ya que minutos antes Anthony, Stear y Archie, le contaron una leyenda de terror, de un fantasma de capa negra y sombrero de copa que aparece al dar las diez y se pasea por el tercer piso. Candy se encamino hacia el final del pasillo, abrió la puerta y Niel que iba detrás suyo la empujo y cerro con llave la puerta.

Candy gritaba desesperada, pedía que le abrieran, Elisa entre carcajadas le contesto.

-Te lo mereces, es un castigo por tu atrevimiento... que disfrutes de la fiesta.

Candy estaba asustada, gritaba pidiendo auxilio. La pequeña se serenó, camino por toda la habitación, posteriormente se acerco a una de las ventanas y miró que el reloj de la enorme torre del sur marcaba las diez, la pecosa sintió que su corazón salía de su pecho, comenzó a gritar como loca, tanto que no escuchó que alguien abría la puerta. Candy se dirigió a la salida y comenzó a golpear fuertemente y la puerta se abrió. La pecosa al salir tropezó y cayó, su mirada se incrusto en una silueta que se alejaba.

-El fantasma de capa negra... al dar las diez... - la pecosa como pudo se incorporo y corrió hacia la escalera, bajo rápidamente algunos escalones y se encontró con Anthony.

-¡¡ANTHONY!! ¡¡ANTHONY!!... VI AL FANTASMA.

-Candy... tranquilízate, no existe ningún fantasma, solo fue una broma.

-Pero... pero yo...

-Anda, ya va a comenzar el baile.

Ese fantasma era Albert, no podía estar presente en la fiesta, así que decidió disfrazarse de fantasma y mirar a lo lejos como su familia se divertía.

Un Regalo del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora