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La cena había sido grata

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La cena había sido grata. Iniciando con que para él no era una dificultad desenvolverse con desconocidos y, agregando que la razón por la cuál estaba ahí era su ya no tan reciente amistad, luego de los saludos y algunas palabras intercambiadas entre los familiares del chico el ambiente había adquirido un nuevo color

Yoon Oh estaba aliviado y sorprendido de lo sencillo que había sido compartir con la madre del menor. Si bien DongYoung no era su viva imagen, eran bastante similares. De un carácter tranquilo pero de voz firme. La mujer de cuatro décadas portaba las características ondas del chiquillo, una sonrisa hospitalaria y ojos seguros. Y no esperaba vemos. Él no era de relacionar directamente los valores de sus pares con sus respectivos padres y la educación que les habían otorgado, pero con DongYoung... Aunque el mismo pelirrojo lo negara, bajo toda la fachada digna de un crio de diecisiete y su alterada cabezota se hallaba la humildad, el alturismo y la caridad.

―Tú madre es agradable―le dijo camino a su residencia. El de lentillas elevó la cabeza del piso y asintió, curvando sus labios―. Y tu hermano tiene un sentido del humor bastante parecido al tuyo.

―Uh, por qué será―pico con ironía.

Yoon Oh sonrió acostumbrado a ese tipo de respuestas.

Cuando retiró su atención de su acompañante notó lo cercano que estaban de su hogar. Su mano, inconscientemente se elevó, intentando detener los pasos del petiso, acto que éste último notó, para su desgracia.

El rostro y torso del muchacho giraron en su dirección.

Pasaron unos segundos para que el chico hablara.

―¿Qué?―Indagó, un sonidito desgastado suplantando su risa―. ¿Pasa algo?―agregó más serio.

El castaño apretó sus labios, sintiendolos repentinamente secos.

―No realmente―contestó, queriendo finalizar el tema. Aquella respuesta no convenció a Kim, quién se acerco con pasos lentos y cautelosos.

Frente a frente, el jovencito le miró fijo.

―¿Nada?―reiteró con voz suave.

Jung asintió con su cabeza.

―Ah―aún había duda implacable en sus ojos, como si quisiera una respuesta en especifico para sentirse satisfecho.

La atención del pelirrojo se desvió a un punto detrás de JaeHyun.

―La luz del poste es intermitente―dijo atento, antes de que una mano se posara en su espalda y subiera por ésta hasta llegar a su nuca, en donde largos dedos presionaron levemente con la intención de dejar su cabeza reposada en el hombro ajeno.

Respirando inestablemente por el frío, sintió brazos, inseguros al principio, rodearlo, compartiendo calor. Dejándose hacer, destenso sus músculos y apoyó su mejilla en la textura suave de la chaqueta del mayor, permitiéndose relajarse y que éste comenzara con un hilo de caricias sin patron alguno. Los dedos que anteriormente se encontraban en la zona entre su cuello e inicio de cabello ahora estaban desenredando los bucles anaranjados con esmero. Sus propias manos se trasladaron a la espalda del castaño para afirmarse desde ahí, completamente entregado. Pronto, Yoon Oh acortó un poco más la distancia para facilitar el contacto, chocando pechos y clavículas cubiertas por capas de ropa. Ufano con lo que sucedía, de su garganta escapó una desapercibida exhalación contenta al tiempo que la barbilla del alto se apoyaba en su coronilla, apresando los últimos trozos de si que no eran abrazados por él.

―Feliz cumpleaños―le felicitó el castaño, bajando el mentón para aproximar sus belfos a su oído. Ambos siendo testigos del roce de sus arrebolados pómulos.

El agarre del muchacho se incrementó, entrelazando sus índices en el término de la columna del contrario.

―Gracias―musitó, elevando la vista y corriendo el rostro a un lado. Su campo visual siendo abarcado por las facciones medias del mayor.

―¿Estas bien? ¿Aun no es el momento de que enloquezcas y te vuelvas cohibido?―molestó Yoon Oh.
Las pestañas del pelirrojo tocaron su mejilla mientras que éste soltaba un suspiro incrédulo. Derrotado.

―Ñiñiñi―burló agudo, entretanto Jung los mecía.

SEPARAMEーJAEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora