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Desconectándolo de su teléfono, a su lado, la silla sonó. JaeHyun elevó la vista, encontrándose con el pelirrojo que hace días no veía. Él estaba corriendo el asiento con el fin de sentarse en el, sin mirarlo, o al menos, reusándose a hacerlo. Como si los ojos le quemaran, el chico volteó por una milésima de segundo, luciendo... ¿abochornado?
Las oscuras cejas del castaño demostraron su confusión.

¿Había hecho algo para que el muchacho se comportará así o...?

Los recuerdos de la noche del sábado le aclararon la situación.

Entendía el comportamiento y la razón de este, pero aún así...

Su mano bajó a su bolsillo, sacando de el un pequeño pendiente.

Rascando su nuca, se dispuso a hablar.

―El otro día dejaste esto en mi chaqueta, no te lo entregue antes porque me di cuenta de que lo tenía al quitarmela―avisó sosteniendo con sus dedos el objeto.

Dudoso, el pelirrojo elevó su mano, palpando su oreja.

―No es mía.

Con un movimiento de cabeza, Yoon Oh señalo la otra oreja.

―En la izquierda, falta una―dijo entregando la pieza.

Al tenerla en posesión, DongYoung la miró y medio sonrió.

―Ni siquiera recuerdo haberla quitado.

―Por como estabas, pensé que no recordarías ni el diez por ciento de lo que hiciste o dijiste.

El chico abrió sus ojos exageradamente, queriendo lucir indignado.

―No estaba así de tomado―rompió el ojiverde girando su cuerpo completamente.

―Sinceramente.... ―comenzó Yoon Oh socarrón. Un hoyuelo apareciendo.

―Recuerdo todo, o la mayoría.

―¿Sí? ¿Recuerdas que te quedaste dormido en el césped?

―Sí

―¿Y en el automóvil?

―Yo no me quede... ―el delgado se limitó a fulminarlo.

(...)

4 SEMANAS DESPUÉS

Llegando a su destino, se dejó caer sobre la espaciosa banca ya ocupada por una persona encapuchada, quién sabiendo que estaba ahí decidió ignorar su presencia.
Yoon Oh tomó una respiración al no creerse la situación tan ridícula.
Sí, él había prometido estar allí quince minutos antes, pero no pudo. El trabajo que debía entregar le tomó mas tiempo de lo previsto. Él tenía sus prioridades y no estaba dispuesto a desplazarlas.

Soltando el aire retenido, comenzó a golpear con sus dedos el metal que sostenía su cuerpo, intentando llamar la atención de la cebellera rizada.

Continuó de esa manera unos segundos, y al no conseguir ni siquiera una mísera mirada, se detuvo y suspiró, estirando sus músculos para poder ver directamente al pelirrojo, el que mantenía sus ojos en dirección al suelo bajo ellos.
Muy concentrado en esquivarlo.

―DongYoung―llamó con tono cauteloso, queriendo explicar el por qué de su atraso.

―No, come mierda―cortó guardando las manos en sus bolsillos.

Aunque la respuesta le causará gracia, se sintió malogrado.

Pasó su palma por su rostro, rascando la zona de su mejilla.

―No era necesario insultar, yo no lo he hecho.

―¿Sabes lo mucho que me importa que le permites decir a tu boca?

―Ya. Sabes que no me gusta cuando―sostuvo la sudadera del chico desde una manga impidiéndole partir. Lo mantuvo en su sitio―. Deja la rabieta.

―Suelta―exclamó el chico en advertencia.

―No te comportes como un infante. Corta eso.

―Suelta―repitió sin escucharlo.

―Dongs―musitó cerrando por un momento los ojos.

El muchacho se limitó a mirarlo, luciendo molesto, pero al igual que él, cansado.

―¿Vas a dejar de mirarme como si hubiese matado a tu hermano?

―¡No te pedí que me acompañaras, tú te sumaste siendo que yo te dije que no era necesario! ¡Fue tu idea! Si no puedes cumplir no prometas y ya―estalló el más joven elevando la voz. Cuando se enfadaba, su rostro siempre se volvía rojo.

Al terminar, su acompañante se quedó quieto y con la respiración alterada. Sus pupilas se movieron demasiadas veces a cualquier lugar, como intentando escapar. Con ese gesto, Yoon Oh se dio cuenta de que aquella escena tenía un trasfondo mucho más complicado que el estar molesto porque equis persona llegó tarde.

No quiso preguntar, no con el menor en ese estado. Si lo hacia, éste probablemente huiría.

Porque sí, independiente de que el chico tuviese sus días, era una compañía agradable. Eso aprendió en las últimas tres semanas de contacto y caminatas a sus respectivas casas.

En momentos como ese, Yoon Oh recordaba los dieciséis años del niño a su lado. Pese a que su diferencia de edad era mínima, sus personalidades eran extremadamente opuestas. Él no era más ni menos maduro o sensato. La real diferencia entre ellos dos, era que JaeHyun actuaba ponderado para expresar su descontento y demás sentimientos. En cambió, Kim no calculaba. Esa llamativa y alargada boca no se cerraba ni abría cuando él quería.

A veces, Yoon Oh deseaba dejar de ser Yoon Oh y convertirse en DongYoung para gritarle sin cargo de conciencia que se callara o le hablase de una maldita vez.

―Esta bien, no debí colocar una hora si no estaba completamente seguro de estar disponible.

―Debiste pensarlo antes, me conoces lo suficiente para saber que reaccionaría de este modo.

―Estas siendo un dolor de culo por gusto.

El menor se encogió de hombros.

―Quizás―respondió cortante.

―No vine aquí por nada―dijo
separándose de la banca. Su mano se estiró dándole un apretón a una de las blancuchas mejillas―. Deja de ser un crío tan terco.

―No lo soy.

―Claro. Anda, levantate.

El susodicho cedió, colocándose delante de él para devolverle el apretón de piel.

―No vuelvas a hacer eso―amonestó, pasando por su lado.

SEPARAMEーJAEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora