Capítulo 16 - Miedo

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     Cautivado con lo bello que se veía el contrario, Todoroki se alegró de poder ayudarlo a vestirse de forma adecuada. Y cada vez sentía como aguantaba menos, su cuerpo, su alma, pedían estar con el de pecas.

     "Muchas gracias Todoroki, no sé como agradecértelo, prometo que voy a conseguir trabajo" dijo el más bajo determinado. El Midoriya actual no era ni de cerca el de hace meses, ya él solía tomar decisiones por su cuenta, y no querer depender de nadie.

    Unos delgados brazos le rodearon al heterocromático, le apretaban con la suficiente fuerza como para transmitir el agradecimiento tan enorme que éste le tenía. 

     Estuvieron abrazados por un rato sin decir nada; posteriormente el más alto empezó a acariciar suavemente los cabellos, y parecía casi como si el ojiverde estuviera ronroneando tal como un gato.

     El corazón estaba por salir de su pecho, nada más esperaba que el contrario no se diera cuenta de que tan agitado estaba por dentro. No podía permitirse algo como eso, el debía y había guardado sus sentimientos para no arruinar nada.

     El rostro pecoso se levantó y lo miró, "No puedo explicarte en palabras lo agradecido que estoy... y no sólo me refiero al traje, por supuesto", dicho esto el más alto comprendía a que se refería.

      "Todoroki... me preguntaba si... d-después de que consiga trabajo... ¿t-te gustaría tener una cita conmigo?" preguntó bastante avergonzado. El heterocromático no entendía muy bien a que se refería con -cita-, ¿qué concepto manejada Deku sobre la palabra cita?.

     Tal vez se refería a acompañarlo a hacer compras, tal vez a una cita al doctor, o incluso tal vez a una cita romántica, aunque la última opción realmente no era viable, o por lo menos él no pensaba que lo fuera.

     Sin saber que decir exactamente, el más alto simplemente le miró y asintió con su cabeza, para levemente abrir sus labios y responder "Si, por supuesto". Fuera cual fuera el concepto de cita para el peliverde, lo importante es que en realidad él quería salir con Todoroki, de alguna manera.

     Lo cual alegraba mucho al más alto, quien podía dar por hecho que la relación de psicólogo/paciente se había acabado, de hecho hace bastante en realidad. Y eso era algo más que perfecto.

     "Bueno, estoy listo, ¡vamos!" dijo lleno de energía el de pecas.

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     La tarde había transcurrido, habían asistido a cuatro restaurantes, en los cuales entrevistaron al peliverde, y quedaron de llamar y de avisarle en caso de que les interesara contratarlo, por lo que ahora solo quedaba esperar.

     "Estuve nervioso en la primera, pero poco a poco fui sintiéndome más tranquilo, espero que al menos me llamen de alguno" hablaba fervientemente el más bajo, parecía tener esperanzas de pronto poder mantenerse por sí mismo.

     Mirando con sus bicolores ojos, el más alto, parqueó su vehículo en la orilla de la calle para que Deku pudiera bajarse "Gracias por traerme hasta mi apartamento" dijo el más bajo cuando de pronto sintió una fuerte mano agarrando la suya.

     Mirando desde su mano subiendo hasta los ojos del contrario, el de pecas se sentía confuso. "No hay de que, en serio" dijo serio el heterocromático, sin realmente haberse percatado de que había sostenido la frágil mano de su enamorado.

     Cuando observó la mirada confundida, y el enrojecimiento en las mejillas, dio un pequeño salto y le soltó.

     "...Eh-hh bueno ya me voy, nos vemos..." dijo nervioso el más bajo. Abriendo la puerta del auto, y bajándose. "Nos vemos Midoriya, si te llaman de algún lugar me avisas" dijo sonriendo levemente, puesto que no era algo muy común en el.

      Y con esto partió hasta su apartamento, estaba bastante satisfecho de haber podido pasar el día con la persona de la que estaba enamorado, y tras de eso de haberle podido ayudar y apoyar. Esperaba con todo su corazón que éste pudiera conseguir trabajo, ya que eso le haría distraerse y animarse más.

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     Tres meses habían transcurrido ya desde que Midoriya trabaja en un restaurante familiar, que por cierto fue el único lugar del cual lo llamaron, pero el ambiente era bastante agradable, no solía meter la pata, debido a su anterior experiencia.

     Y se encontraba relativamente acoplado al ambiente, estaba feliz, y tenía un salario con el que podía mantenerse; ciertamente no ganaba mucho, pero era una persona bastante ahorrativa, por lo que se limitaba a comprar solo lo necesario.

     Aunque ya llevaba ese tiempo trabajando, aún no había tenido la cita con Todoroki. Era uno de sus deseos, poder agradecerlo aunque sea un poco de todo lo que él ha hecho.

     Ellos se veían lo más posible, unas tres o cuatro veces por semana, ya que los horarios del peliverde eran bastante variables, y era difícil verse. Aunque aún así, cuando podían, iba uno a la casa del otro, veían algunas películas o series, hablaban, comían juntos. 

     Y también incluían en muchas de esas ocasiones a Iida. El de pecas jamás había pensado que iba a poder volver a charlar de esa forma con algún otro chico que no fuera Bakugou, no pensó que podría tener amigos y disfrutar de todos esos momentos. 

     Ese día, mientras se encontraba trabajando  meditó en marcarle a Todoroki, y hablarle sobre la cita. Pensaba que el domingo próximo estaría bien, ya que ese día tenía libre, entonces podrían salir desde temprano. 

     Así que continuó trabajando mientras que pensaba seguido en el tema, para no olvidar llamarlo. Aunque de hecho no era tan difícil, ya que solían llamarse bastante seguido.

     En esos tres meses trabajando, el de pecas había demostrado que era un muy buen mesero, su jefe estaba bastante satisfecho con él, y con la manera de atender a los clientes y de desempeñarse.

     Tarareando una canción, en un buen humor, el peliverde servía unas bebidas en la mesa cinco. Luego notó que había entrado un nuevo cliente y de inmediato fue a atenderlo y a asignarle una mesa, cumpliendo con su deber.

     Se dirigió hasta donde estaba el cliente, cerró los ojos e hizo una reverencia, "¡Bienvenido!" dijo con total servicialidad, aunque cuando se levantó y observó el rostro de la persona, se heló y apenas entre sus labios salió su nombre.

     "Kacchan", dijo.



Me destruyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora