3. Un nuevo camino

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—Lady Giorgiana, la señorita Katherine la está esperando en su recamara para ir a la velada de esta noche.

—¿Ha llegado mi hermana? —lo miró sorprendida.

Como contestación obtuvo los gritos de sus sobrinos, quienes hicieron por trepársele y terminaron tirándola al suelo sin ningún remedio.

—¡Tía Gigi! —le gritaban—. ¡Te extrañamos!

—Niños, ¿Qué les dije de tirar a las personas? —salió una pelirroja con brazos cruzados—. Y están en Francia, aquí se usa el francés, no por nada lo han aprendido.

Désolé maman (Lo sentimos mamá).

Tal parecía que era algo que Katherine no quería que sus hijos olvidaran, tenían raíces francesas y ella era estricta en el tema.

Très bien (Muy bien) —suspiró la pelirroja—. Me han dicho que la abuela esconde las galletas en la tercera repisa de la cocina, ¿Por qué no van a ver?

Los niños sonrieron y salieron corriendo en la dirección señalada por su madre, seguramente harían un disturbio por conseguir esas galletas.

—Madre me ha dicho que te obligue a ir a la velada de los Labure —sonrió—, me sorprende que estés tan tranquila.

—No me la puedo vivir luchando contra ella —dijo mientras subían las escaleras—. La debo complacer en algo, ya que parece que no me casaré jamás.

—No digas tonterías, Giorgiana.

—Lo digo en serio, Katherine. Creo que no es lo mío.

—Lo dices porque te sientes mayor, pero te aseguro que hay hombres que matarían estar a tu lado.

—¡Ja! Pagaría por que uno dijera eso.

Katherine sonrió con tristeza y cambió el tema.

—Será divertido ver como todas esas trepadoras se lanzan sobre nuestro querido William.

—¡Es verdad! —sonrió la mayor—. ¡Ni siquiera le había puesto atención en las anteriores veladas! Había estado ocupada.

—No le veo la gracia —dijo el aludido, bajando las escaleras en ese momento.

—¡Oh, vamos! —dijo la pelirroja—. Ahora eres una persona importante y de renombre William.

—Siempre lo he sido —dijo vanidoso, cosa poco común él. Solía hacerlo solo para defenderse de sus locas hermanas.

Para Giorgiana, su imagen personal lo era todo, el cómo se viera lo era todo, su estilo, sus diseños y sus futuras clientas. La forma en la que marcara tendencias se basaba en como la mirara el mundo, tenía que tener un impacto positivo constantemente para que desearan querer vestir igual que ella.

El estilo de Giorgiana era... diferente, quizá demasiado extravagante para los conservadores franceses que solían mirarla con curiosidad y, era obvio que le criticaban, pero eso a ella le encantaba, era mejor que hablaran a pasar desapercibida.

—Giorgiana, ¿Estás lista? —abrió la puerta William.

—Sí —la joven se dio una mirada en el espejo—. Lista.

—Creo que mi madre te matará antes de que salgas por la puerta —se burló su hermano, recargado en el marco de la puerta.

—Es lo más probable.

—Ya comenzaba a extrañar que te metieras en problemas —le extendió el brazo para escoltarla.

—Muy gracioso.

Una dama indomable (Saga Los Bermont 5)Where stories live. Discover now