Capítulo 12 Déjà vu

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-¿Por qué Forks?-, preguntó nick mientras caminábamos por los pasillos de mi nueva escuela, yo aun no lograba ver el dichoso edificio B.
-Aquí vive mi papá-, contesté mirándolo furtivamente, casi podía oír la musiquita de Dimensión Desconocida, el era a todas leguas alguien popular, de esos que salen en las películas y sin embrago estaba ahí hablando conmigo, parecía que no miraba nada mas, los nervios me mataban pero no quería estar en ningún otro lugar.
-Vive en una ciudad horrible, tiene que ser un gran papa-, hizo una mueca y yo me reí.
-No exactamente, lo quiero mucho pero no es eso, la verdad era esto o ser egoísta y no querer compartir a mi mama con el hombre que la hizo sonreír de nuevo, esto es lo mejor para todos-, murmuré y el me miró, sonrió lentamente y negó con la cabeza.
-Bien espera tres días y regresaras mordiéndote la lengua, ¡lluvia, lluvia, lluvia!-, gesticuló alzando las manos, reí y casi trastabillé al pasar por unos escalones, el sostuvo mis codos y levanté la vista asustada.
-No voy a sobrevivir tres días con tanta agua-, gemí y el sonrió.
-Eres algo patosa ¿no?-, preguntó.
-Por completo-, murmuré ruborizada
-Entonces debemos esperar que este ahí cuando puedas caerte otra vez-, murmuró
Gemí y me retorcí con el pecho ardiendo, el corazón latiéndome descontrolado, no fue hasta que abrí los ojos que noté la oscuridad y normalidad de mi habitación, traté de respirar tranquilamente mientras me enderezaba, junté mis piernas y las dejé pegadas a mi pecho con las mantas cubriéndome, escondí mi cabeza entre las rodillas y deseé ya no sentir, dejar de pensar.
Cada día que pasaba el respirar era mas complicado, la sensación de que estaba incompleta, que algo me faltaba era insoportable y me costó demasiado aceptar la realidad, aceptar por que mis recuerdos iban a la deriva para siempre desembocar en estos últimos días, ni una sola vez había recordado aquellos terribles días de preparatoria, todo era actual y era lo que mas dolía por que no era malo, no lo era si lo añoraba de forma enfermiza, recordé mi sueño, el único recuerdo que tengo de un nick que se asemeja al hombre que hizo el amor conmigo.
Ya no podía negar lo que era evidente, lo extrañaba, cada fibra de mi cuerpo añoraba poder sentirlo de nuevo, mirarlo auque fuera una vez mas, al menos desear que pudiéramos olvidar todo.

Al final era totalmente irónico que la catarsis en mi vida siempre tuviera un detonador, nick baterman .
El chico de preparatoria me convirtió en una armadura sin corazón, en una actriz de mi propio cuerpo y el hombre me devolvió a la realidad, me hizo querer reencontrarme a mi misma y al mirarme al espejo solo veía a tara lynn, simple, llana, y la aceptaba así como tenia que aceptar lo que el reflejo en el espejo quería…
Tenía que hablar con el, tenia que dejar el pasado atrás por completo y tenía que olvidarme de planes, solo estaba el ahora y eso era mas que suficiente.
-¿Esta segura?-, me preguntó Zoe durante el almuerzo, había parecido sorprendida desde que la invité a desayunar, ante mi anterior estado era comprensible pero ahora parecía dudosa.
-Si, necesito arreglar todo el embrollo que traigo en mi cabeza-, le dije sinceramente.
-El problema es que no creo que sea un embrollo de tu cabeza, tara y eso es lo que me preocupa, aceptaste que lo extrañas pero va más allá de eso y lo sabes-, me dijo mientras me tomaba la mano.
-En realidad no lo se y quizás ese es el problema, por favor apóyame en esto, te juro que no es sencillo-, murmuré y ella sonrió titubeante asintiendo.
Una hora después estábamos frente a las oficinas de ProgFly, la recepcionista me había informado amablemente que nick no había ido a trabajar desde hace unas semanas y mas amablemente que no podía darme ningún dato personal, estaba apunto de desmoronarme por lo absurda que había sido hasta que reconocí a uno de los chicos que había trabajo en la revista durante el proyecto.
Seth también me reconoció y platicamos un momento, su sonrisa escondía un toque de comprensión, al final me dio la dirección del departamento de nick.
Zoe soltó un chiflido apenas audible al aparcar fuera del edifico, ostentoso era quedarse corto, paredes blancas, y acabados en platino, en las ventanas y la puerta principal, miré titubeante a zoe.
-¿Segura que no quieres que te espere?-, preguntó
-No quiero salir corriendo a menos que no pueda irme sin tener que entrar a preguntar-, admití y ella sonrió.
-Llámame cuando estés en casa-, pidió y yo asentí antes de bajar.
Cuando su auto desapareció de mi vista inhalé fuerte antes de obligarme a mover los pies, uno y luego otro, uno y luego otro.
Crucé el gran ventanal de vidrio y un hombre mayor sentado detrás de una elegante recepción me saludó con el ceño algo fruncido.
-Buenas tardes señorita, ¿puedo ayudarla en algo?-, preguntó
-Buscó al señor baterman-, murmuré y el me miró extrañado.
-Me temo que el señor baterman ha tomado unas vacaciones, ¿no lo sabia?-, preguntó y yo negué casi de forma automática, el aire se había ido de mis pulmones… ¿vacaciones?, no podía creer que el pudiera dejar todo atrás de forma tan sencilla, no, me negaba a aceptarlo.
-Por que no le pregunto a su hermana, ella esta aquí, la señorita Marie esta aquí ha venido cada semana a revisar el departamento, gusta que la anuncie-, murmuró mirándome y yo asentí de nuevo, no iba a huir, si el se había ido de vacaciones solo así, debía saberlo con certeza, debía terminar con esto.
-La espera en el tercer piso-, me informó el hombre indicándome el elevador, las puertas se abrieron en un pasillo amplio, había solo tres departamentos en todo el corredor y Marie se encontraba en el marco de la segunda puerta, no fue hasta minutos después de que estuviera al fin frente a ella que sonrió.
-¿De verdad eres tu?-, preguntó como si no me hubiera visto ya antes, como si no creyera lo que veía.
-Si-, murmuré y ella sonrió aun mas, me dio paso al departamento y entré titubeante.
-Yo, yo venía… me dijeron…-, trastabillé ante cada palabra y ella me miró.
-Me dijeron que nick estaba de vacaciones, necesitaba hablar con el-, logré articular al fin.
-No esta de vacaciones, huye como un cobarde, eso es lo que hace-, susurró mas para si misma pero me quedé helada en el sitio.
-¿De verdad quieres hablar con él?, tara se que no tengo derecho a preguntarte esto pero, ¿sabes lo que arriesgo a nick?-, preguntó y yo la miré, de pronto me sentí extraña, ¡yo herirlo a el!
-¿Qué le podría hacer Maite ?, no lo mismo que ustedes a mi, te lo aseguro-, murmuré y me arrepentí de mis palabras, esta no era yo y el pasado debía quedarse ahí, sino jamás podría ser feliz, una de las pocas cosas que son capaces las personas es la de aprender a perdonar y yo lo estaba intentando
-tara yo fui una niña que no quiso arriesgar nada, una hermana que ni siquiera pudo ayudar a la persona que mas quería en el mundo, nick siempre me cuido y yo no levanté ni un dedo para ayudarlo a que no se hundiera, mira, lo siento pero aun así, aun con todo, no estoy dispuesta a perderlo, no de la forma que tu crees, lo que resta del hombre que es mi hermano te lo puedes llevar contigo en un minuto-, me dijo mientras yo abría la boca para volverla a cerrar con la garganta realmente seca.
-Es tarde, mi esposo debe estar esperándome, puedes cerrar al salir-, caminé un paso y la llamé pero ella no se detuvo hasta que estuvo en la puerta.
-Está en Forks-, murmuró y en un movimiento me dejó sola en ese desconocido lugar, tan sofisticado y tan solitario, con muebles modernos y decoración exquisita, hasta llegar a una de las esquinas donde un piano descansaba, cerca de el un escritorio con demasiados papales, la portátil en una de las esquinas casi ahogado entre el montón de hojas.
Caminé sintiéndome como Alicia en el País de las Maravillas, ¿que estaba haciendo aquí?, no tenia sentido y sin embargo por primera vez en estas semanas me sentía bien, al menos sin dificultad para respirar,
Debajo de unas hojas se visualizaba una pieza que hacia un bulto fácil de ver, mi broche.
El pasador del cabello estaba sobre una libreta color marrón, tomé el broche y mi corazón se contrajo, la libreta quedo en mis manos y se abrió automáticamente en una de las hojas, como un libro demasiado gastado de haber leído el mismo dialogo.

Había una hoja doblada dentro, el papel se veía deteriorado, viejo y arrugado, la curiosidad pudo mas sobre mi cuerpo que se movía con vida propia, me senté en el banquillo del instrumento que tenía a mis espadas y desdoblé la hoja.
Amor perfecto, mi letra, mi escrito, mi corazón, jamás se podría describir el arrebato que sentí en ese momento, tantos años y tantas mentiras que solo nos habían destruido a ambos.
No noté que lloraba hasta que una lagrima cayó sobre el propio escrito de la libreta, me di cuenta que era una canción y no de piano, tal vez la libreta era para música instrumental pero esta era una canción.
Cuando estuviste aquí antes
No te podía ver a los ojos
Eres como un ángel
Tu piel me vuelve loco
Tú flotas como una pluma
En un mundo hermoso
Y yo desearía ser especial
Tú eres tan malditamente especial
Inhalé fuerte y me llevé los dedos a los labios, en la esquina de la libreta estaba la fecha, mas de 11 años.
Pero yo soy un desgraciado, soy un idiota raro
¿Qué diablos estoy haciendo aquí?
No pertenezco aquí
No me importa si hiere
Quiero tener control
Quiero un cuerpo perfecto
Quiero un alma perfecta
Quiero que te des cuenta
Cuando no estoy alrededor
Tú eres tan malditamente especial
Yo desearía ser especial
Millones de pensamientos surcaron mi mente, sentimientos, recuerdos y solo uno logro eclipsar todos los demás, amor.
Lo amaba, quizás sin juicio razonable, pero ya era suficiente que ambos nos destruyéramos, el había sufrido su propio martirio, ahora lo entendía y comprendía que tal vez Zoe estaba en lo cierto, este era el tiempo y no iba a desaprovecharlo.
-Está vez, sí-, murmuré saliendo del departamento.
















Nick
Taylor tenía razón, mi única descripción digna era la de un maldito cobarde, él había insistido en que debía de luchar, llegar hasta tara y tratar de hacer que entendiera que ambos merecíamos vivir lo que sentíamos pero sinceramente no podía, lo sabia con certeza, no soportaría ver de nuevo sus ojos llenos de tanto odio, de tanto dolor.
Miré la cafetería escolar que tantos años atrás había recorrido, los pasillos seguían prácticamente igual, de todos los lugares de mi vieja ciudad, este era el más doloroso pues aquí había perdido a la mujer que amaba.
-Cobarde-, murmuré, si hubiera una sola señal de que ella pudiera llegar a amarme después de todo, nada mas importaría, mi ultimo aliento seria para convencerla de que en esta ocasión nadie se había equivocado, de que por fin cada cosa estaba en su lugar, la amaría, la respetaría, la llenaría de seguridad, de amor, de caricias prohibidas.
Cerré los ojos intentando alejarme de esa línea de pensamiento que no me ayudaría en nada, me senté en una de las bancas cerca del pasillo que conducía a las oficinas de la dirección.

Si tuviera una oportunidad daría todo de mí, solo soy humano y cometería errores pero la amaría más que a mi vida, ya la amo de ese modo.
Llevé las manos a mi rostro desesperado, el impulso de verla se estaba convirtiendo en algo mucho mas grande incluso que mis propios miedos.
Unos pasos repicaban en el silencioso pasillo para detenerse de pronto, interrumpiendo el sonido de la lluvia, me levanté decidido de una vez por todas a dejar de esconderme cuando la miré.

Tara estaba ahí, de pie, su reparación era desigual, llevaba el pelo suelto y algo enredado, la blusa y los jeans era casuales, la cazadora grande y las deportivas casi idénticas a las que utilizaba hace 10 años, abrí la boca pero no encontraba mi voz, ella también quiso hablar pero parecía imposible.
Lo intentó de nuevo exhalando aire y caminé otro paso.
-¿Disculpa dónde está el edificio B?-, preguntó mientras yo sonreía, mis ojos escocían y mis manos se apretaron, luché por no desmoronarme.
-Si quieres, te acompaño-, le propuse y ella gimoteó, sus ojos se llenaron de lagrimas y avanzó hacia mi, fue todo lo que necesitaba, mis zancadas fueron largas hasta tomarla por la cintura y cargarla, tara enredó sus manos alrededor de mi cuello y escondió el rostro en el hueco de mi garganta mientras yo la apretaba mas hacia mi, y tara enredaba sus piernas en mi cintura quería saber que era real, quería sentirla más y más.
-Por favor, dame una oportunidad, dime que no es tarde-, murmuré y ella se separó un poco, aun con sus pies fuera del suelo.
-Tranquilo-, murmuró y besó mi mejilla, recorrió hasta la comisura de mis labios y de nuevo hasta mi odio.
-Me parece que esto debió haber pasado-, murmuró, yo asentí y la estreché con más fuerza.
-Está vez, sí- dije inhalando su aroma.

Esta Vez, Si (terminada)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora