Un corazón turquesa

Huyendo por Callao

Decir que Sofía iba llorando en ese bus era un eufemismo y de los grandes. Decir que la rabia de Gabriel acrecentaba con cada segundo era quedarse corto, muy corto. No hay forma de escribir esta historia sin entender que la tristeza y la ira son sentimientos muy afines. Como ellos. Pasara lo que pasara, se iban enlazando cada vez más, aunque Sofía creyera en su mente que estaba huyendo, que no lo iba a volver a ver —bueno, esta parte podía ser un poco más cierta—, aunque él creyera que tratar de encontrar a una persona en una ciudad como Buenos Aires era una misión imposible. 

Se enredaban entre los dos con dos hilos casi invisibles, pero no inexistentes, un hilo que prontamente tomaría forma dentro de uno de nuestros dos protagonistas. De la que estaba deshaciéndose en silente llanto, justamente. 

Las horas, aunque en teoría eran pocas, se le hicieron eternas. Cada vez que dejaba de llorar, algo nuevamente le recordaba los últimos días en Mar del Plata y ahí, largaba otra vez el drama. A su lado iba un señor completamente dormido que había dejado el celular en vídeos de viejas canciones. Ella no conocía ninguna y no estaba por ponerse con curiosidades musicales, lo que necesitaba era quitarse ese dolor del pecho. Sólo había estado unos días en una ciudad desconocida, ¿qué derecho tenía ella de darle una noticia tan definitiva a Gabriel? A pesar de lo que se habían dicho y de lo que retumbaba en su pecho, lo cierto era que no se conocían. Ella no podía estar segura del amor de alguien del que apenas conocía su nombre.

"...y su casa, y su familia, y sus caricias, y sus formas", si. Su mente romántica aún lograba ver un final feliz en esta rara historia. Sofía trataba de bloquear esos pensamientos y lloraba, y mezclaba sus gimoteos con las melodías raras que salían del celular del extraño.

Al otro lado de la ruta, Gabriel tampoco pudo dormir durante el recorrido del bus. Aunque sus pensamientos no eran los del un corazón roto como los de Sofía. No. Él estaba tratando de sumar dos más dos y cómo hacer para no seguirse enamorando de una loca que estaba sobre una carretera apenas se había enterado que estaba encinta. ¿Es que nadie le dijo nunca que los primeros meses son los más complicados? ¿Qué cualquier cambio abrupto podía hacerle daño? ¿Y si se desmayaba en medio del bus? ¿Cómo le iba a avisar alguien que estaba ella enferma? ¿Cómo era que le había dicho que se estaba enamorando de alguien tan imprudente y loca? 

— ¿Dónde estás, Sofi? —murmuró cuando se dio cuenta que tenía más preguntas con cada minuto que pasaba ahí sentado. 

Llegar a la ciudad por avión era bastante absurdo, así que no había tenido de otra que tomar el mismo bus que había tomado cuarenta minutos antes, ella. Solo dos buses los separaban, pero para él la brecha era enorme. En media hora o cuarenta minutos de ventaja ella podía coger para cualquier lado de la ciudad y esfumarse, para siempre. No, no podía, no iba a permitir eso. Aunque no tuviera muchas más opciones, pensar en no volver a verla le estaba comenzaba a minar el cerebro. 

La primera vez que Sofía pisó Argentina, no tuvo la menor intención de hacer turismo, por lo que bien esta podía ser la primera vez para ella en Buenos Aires, daba igual. El bus estaba terminando de cuadrarse en la terminal y ella estaba con la temperatura a tope. Se sentía enferma, y es que viajar en ese estado no era recomendable para nadie. Encima el señor seguía dormido y una canción retumbaba en su cerebro, volviéndola, justamente como decía esa canción.

"trépate a esta ternura de locos, que hay en mí"

Pero no era lo único que la había atrapado de esa melodía, en ella hablaba de lugares que ella conocía, aunque la voz, áspera y ruda, dejaba notar un claro acento argentino. ¿Arenales? ¿Callao? Ella solía caminar por esas avenidas centrales de Lima y justamente del Callao. ¿Estaría loca por tratar de converger dos ciudades, dos países solamente para mí? Si, era posible, que lo estuviera. Había perdido la razón desde el momento en el que le gritó a un completo desconocido en una plaza cualquiera.