CAPÍTULO 2

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-¿Has visto eso? -preguntó el de rulos con mucha sorpresa arrastrando su voz.

A su alrededor las gotas de lluvia dejaron de caer completamente, asi simplemente, el día aún estaba nublado y opaco pero ninguna nube desprendia aquel líquido transparente.
Las hojas de los arboles eran las únicas que aún dejaban caer rastros de lluvia, llegando al suelo antes ya empapado a su alrededor.

El joven se removió incómodo en el lodo, juntando sus rodillas con su pecho y abrazandolas aún más fuerte.

-Me imagino que tienes mucho frío, ¿estás con alguien?

El ojiazul movió la cabeza en negación.

-Hmm, bueno, entonces ¿llegaste aqui solo?

Esta vez en un ligero asentimiento.

-¿No te gusta hablar mucho?

El chico miró directamente a las orbes esmeraldas que lo inspeccionaban en busca de una respuesta y recorrían su cuerpo de una manera para nada agradable.
Aquel extraño muchacho llevaba puestos pantalones oscuros al igual que su camiseta y zapatos, uniendo su extraña mirada verde junto a ese vestuario, Louis no tenía las ganas suficientes de confiar en él.

-Mira, he venido a pasar el día con mis amigos, pero al parecer esto se hizo mierda, si quieres venir puedo prestarte algo de ropa y llevarte después a tu casa.

-Yo... -comenzó, dudando de si debería hablar o no.

-¿Si? -el rizado lo ánimo a seguir, sintiendose satisfecho al hacerle articular al menos una palabra.

-¿Porque me estás mirando así? Dejame en paz, porfavor.

-¿Cómo? -Harry no estaba seguro de haber escuchado bien sus palabras, o tal vez lo hizo, pero aquello lo extrañó.

¿Acaso estaba mal? Lo único que hacía era tratar de mirar si el joven tenía alguna herida, no lo miraba con mala intención, Harry siempre había sido un muchacho muy educado y respetuoso, no le gustaría que aquel joven al cual recién conocía lo considerara un pervertido.

-No no, no estoy tratando de sobrepasarme contigo, es solo que no quieres que te toque y trato de inspeccionarte a lo lejos por si tienes alguna herida.

-Estoy bien, ya debes irte.

-Quiero ayudar...

-¡No puedes ayudarme! ¡Vete!

-Louis, porfavor, tal vez te encuentras en estado de shock, lo cual sería muy comprensible pero creo...

-¡Que me dejes en paz! ¡¿No me escuchaste?! ¡Dejame ya!

-No te estoy haciendo nada, quiero ayudarte a volver a tu hogar.

-¡No puedo volver! ¡No quieren que vuelva! ¡Por eso me han dejado aquí! De ahora en adelante tengo que vivir por mi cuenta...

Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, justo como había pasado con el que parecía un encantador día, primero había sido tan hermoso y perfecto, algo digno de admirar y después se derrumbaba por completo, cubriendose de un gris deprimente.
La lluvia comenzó a caer una vez más, solo que ahora eran simples gotitas diminutas.

-Bien, si no tienes un hogar, yo puedo ser el tuyo.

La sonrisa de Harry era tan hermosa y honesta, atrayendo la mirada curiosa del joven, este lo observó en silencio y reprimió un puchero en sus labios.
¿Quién era aquel humano tan hermoso que se había ofrecido a protegerlo sin recibir nada a cambio?

Louis se sentó en su lugar, mirando su cuerpo desnudo con mucha vergüenza.

Su Padre lo había desterrado de su hogar; El paraíso, era llamado por todos aquellos que lo habitaban.
Pues algo había salido mal.

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