Objetividad y subjetividad.

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Moralmente y en cuanto a la conversación había derribado el tablero de ajedrez dejando únicamente en él sus figuras. Y cómo tampoco sabía qué contestar decidí sacarle ese tema.

-¿Cómo va tu partida de ajedrez interna?

-Pues creo que estás a punto de derribar a mi reina.

-¿De verdad? Yo lo veo totalmente al contrario.

-Pues observa bien las figuras y las jugadas, porque eres tú el que está a punto de derribarla.

-Puede que no. Eso es subjetivo.

Volvió a reír de la misma forma que antes. -Ojalá fuera lo mismo para ambos.-Soltó de golpe. Como si aquello fuera el canto de los pájaros a la luz de los primeros rayos de sol. Me levanté y me senté a su lado. Sin decir ni una sola palabra. Disfrutando de un silencio ahora nada incómodo, a mí no me apetecía contestar a aquello, y ella sólo quería soltarlo. Pasados unos minutos propuso una excursión improvisada.

-Hagamos algo. Somos vampiros, la noche es nuestro hábitat natural. Para qué estar aquí ahogando penas en palabras cuando podemos dar una vuelta en mitad de lo oscuro de la noche. Es estúpido.

-¿Qué propones?-dije escuchándola.

-Una carrera por la cima de las piceas y los abetos.-Los cuáles eran los tipos de árboles más abundantes por todo el bosque y por todo Forks.-Hasta llegar a la otra punta del bosque.

-¿De verdad lo propones? Ally te ganaré en un cerrar y abrir de ojos.

-¿Eso crees? Edward te recuerdo que soy setenta años más vieja que tú, creo que por lo tanto tengo más fuerza y más agilidad.

-Puede que en la agilidad tengas razón, ¿pero en fuerza?

-Comprobémoslo.-desafió la rubia.

-Adelante.-dije poniéndome en pie observando su pícara sonrisa.

Cada uno trepamos hasta la cima de uno de los abetos, una vez arriba ella me miró con la misma sonrisa y comenzó a contar hasta tres.

-Uno... dos... tres.

La improvisada carrera comenzó algo reñida hasta que dejé de ver a Ally y no sabía quién había adelantado a quién. Volví a encontrarla y resultó que fue ella quien me adelantó a mí. Quedaban sólo unos pocos abetos para llegar a la meta y creía que iba a perder hasta que ambos nos lanzamos al mismo árbol, el cuál era el último del bosque. El límite del tratado, justo el último. Antes de llegar si quiera a tocar el árbol nos chocamos cayendo al suelo. Únicamente escuchaba carcajadas por su parte. Cuando me recompuse la encontré tirada a menos de un metro de mí con las manos sobre el estómago riendo a más no poder. Sonreí mirando aquella escena con ternura.

-Somos idiotas-dijo ella intentando apartar las carcajadas de lo que pretendía decir. Se recompuso sentándose y siguió la frase.- de un abeto de casi cincuenta metros de alto, ambos teníamos que ir a parar al mismo lugar, ni un metro más arriba ni uno más abajo. Es estúpido en realidad. Y para tu información, he ganado.

-¿Quién dice eso?

-Si hacemos un recuento de posesión de ventaja yo te llevaba mucha más durante toda la carrera.

-Está bien, pero consistía en llegar a la meta.

-Bueno, creo que entonces podemos dejarlo en un claro empate.-rió recordando de nuevo nuestra caída. Me puse en pie y le ofrecí mi mano para levantarse. Al hacerlo los dos quedamos demasiado cerca uno del otro. Ella me miró a los ojos, y sólo se le ocurrió decir:

-¿Suenan bien?-dijo refiriéndose a la resonancia de sus pensamientos en mi cabeza.

-Casi perfectos.-admití.

-Puede que así...-se acercó y me dio un lento beso en la mejilla, casi rozándome la comisura de los labios.- ¿mejor?

Sonreí y bajé la mirada.-Puede.

-No pareces convencido.

-Volvamos a casa anda. -No podía reprimir la sonrisa pero intenté asumirle la seriedad que el tema merecía.

Miráme a los ojos. (Twilight)Where stories live. Discover now