ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ 6

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ESTOY LLEGANDO, dame cinco minutos.

Leí el mensaje y no pude evitar entornar los ojos.

Cinco minutos era el tiempo que necesitaba alguien de mi familia para llegar a sus citas sin importar la distancia. Como sabía que era un fastidio estar esperando a alguien evitaba llegar tarde a mis encuentros. Si me decían a una hora, yo trataba de llegar un par de minutos antes. Al parecer era la única que era puntual, el resto de mi familia ni siquiera se molestaba en intentarlo. Un ejemplo muy claro era mi prima, Fiore. Quedamos en encontrarnos en la entrada de Harronds hace dieciséis minutos y cuarentaicinco segundos atrás, pero la única señal que tenía de ella era un mensaje.

Maldije por lo bajo. A estas alturas ya debería estar acostumbrada a su impuntualidad, pero yo no quería caer en ese patrón y no creía en llegar "elegantemente tarde". Era de mal gusto. Ya podía imaginarla diciéndome una excusa ridícula que no se creería nadie porque no sabía mentir.

¡Cinco minutos! Bah.

Eran los últimos días de junio, con el sol iluminando en lo alto del cielo y bañando las calles de calidez, caminé por Brompton Road antes de doblar en Hans Cresent. No era mi clima preferido, pero era perfecto para vestir ligero. Decidí usar unos vaqueros de cintura alta con una rotura en lugares estratégicos y una muy sugerente debajo de la bolsa trasera, combinado con un top blanco muy entallado. Como amaba los accesorios, llevaba algunos collares, un par de brazaletes y varios anillos. Mi maquillaje era natural y, por último, dejé mi largo pelo ondear suelto.

Mientras sorteaba a una persona para no chocar de frente, sentí que mi piel comenzó a picar. Desconcertada porque no era la primera vez que tenía esa sensación, me detuve en seco. Mi estómago se revolvió de anticipación mientras buscaba entre las personas a mi alrededor. Sin perder el tiempo mis ojos fueron atraídos y se estamparon con un chico altísimo que caminaba en dirección contraria. Nuestras miradas se conectaron, un escalofrió bajó por mi espalda. En torno a mí todo estaba desdibujándose, la única cosa nítida que permanecía era él bajando sus ojos y repasándome lentamente de pies a cabeza sin ningún pudor, sentía como si me estuviera acariciando mientras se acortaba la distancia entre nosotros.

Retrocedí un paso, mis piernas estaban tensas por el calor que me subió. Lo observé, extrañada, no era habitual que notara a una persona en la multitud, pero con su metro noventa, hombros anchos y caderas estrechas tenía todo para llamar la atención de cualquiera. Sin perderme de vista se inclinó para murmurar algo a la chica que caminaba a su lado. Una chica que no había notado hasta ese momento.

Entonces me percaté que me había quedado estancada obligando a las personas a rodearme. Era como si estuviera espiando de forma descarada y actuando como una loca. Con pasos rígidos me puse en movimiento. Entré en la cafetería que estaba en la esquina, ordené en un café y una tarta de frutillas. Me dejé caer en una silla en el exterior. No podía dejar de pensar en el chico con el que me había cruzado. Me había sentido cautivada por él, lo extraño de todo, es que nunca antes reaccioné físicamente con un chico y menos con un desconocido que llevaba a su novia al lado. La sensación que me provocó era nueva. No del tipo malo, sino una que me generaba necesidades femeninas.

Con el café frente a mí me sentía menos molesta y perturbada que unos minutos atrás. Chequeé mi celular nuevamente, los cinco minutos ya habían pasado tres veces y esperaba por lo menos encontrarme con un mensaje. Nada. Respiré profundo y me obligué a relajarme. Le escribí un mensaje a Fiore diciéndole dónde podía encontrarme. Habíamos quedado en que la acompañaría a hacer algunas compras y la extorsioné para que después fuéramos al cine como en los viejos tiempo. Mientras sentarme a ver una película era mi pasatiempo favorito, ella no lo disfrutaba tanto, pero no tenía problema en acompañarme. O quizá sí los tenía. Quizá por eso lo estaba arruinando todo con su tardanza. Escuché una risa profunda proveniente del otro lado de la mesa. Al instante me tensé. Era una risa que había escuchado una sola vez antes en la fiesta de Marco y me había atormentado al recordarla. No la confundiría con ninguna otra. Tenía buena memoria.

ꜱᴇᴄᴜᴇʟᴀꜱ ᴅᴇ ᴜɴ ᴀᴍᴏʀ || #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora