16. El Secuestro

6 2 0
                                    


Los siguientes días fueron de bastante progreso, Ricky y Marcia pasaban cada momento libre practicando y la mejora era evidente. Marcia había dado en el clavo cuando le recomendó a Ricky tratar su dóminis con respeto pero sin vacilación en sus órdenes. "Así como un general da órdenes a su mejor soldado." Era exactamente la pieza que faltaba. Cada vez era más fácil para Ricky identificar a su dóminis y ordenarle hacer lo que él quería.

Si bien no hubo ningún indicio de un poder extremo como el que mostró con Charis y Raine, su elemencia era notablemente mejor y se sentía con mucha más confianza. Le costaba creer que podía hacer uso de la elemencia en cualquier momento y lugar, pero era la realidad — una muy dulce realidad.

Marcia parecía disfrutar con cada avance también, Ricky logró levantarla varias veces con aire y ella parecía plenamente confiada en que no la iba a dejar caer. Lo favorito para ella era verlo jugar con fuego, y cada día se volvía mejor improvisando con ese elemento. "Nada de llamas azules, sin embargo..." había dicho Ricky.

"Con respecto a eso... creo que es cuando eres activado por una metrum. La combinación de tu dóminis activado y el poder prestado de una metrum hacen que eleves tu poder a otro nivel completamente."

Ricky pensó en lo que Marcia había dicho, "Eso... tiene sentido."

"Claro que tiene sentido tonto, sé de lo que hablo. También explica porque te desmayas — tu cuerpo no puede soportar grandes explosiones de poder. Ese poder es para un súper hombre, no para un flacucho... sin ofensas."

"Entonces si me activa una metrum corro el riesgo a desmayarme..."

"Si... bueno, si exageras con tus poderes. Si lo sabes racionar deberías de estar bien."

Ricky la miró con una sonrisa, "Sabes... si harías una buena metrum Marcia..."

Marcia suspiró, "Lo sé, pero al parecer solo tú eres el que cree eso... y vaya que ha sido difícil convencerte."

Marcia también fue clave en solventar el problema que tenía en el salón de prácticas y frente a sus compañeros. "Todo es por la dualidad," le explicó convencida, "al entrar ahí estás siendo activado por la esfera y ese tu dóminis engreído inmediatamente la rechaza por ser algo artificial. Te está diciendo que no necesita esa falsa ayuda. Piensa en una radio... o una televisión, sintoniza el canal apropiado, esa frecuencia de tu dóminis natural. Simplemente ignora el otro."

El consejo había sido increíblemente preciso. Ricky no pasó más de un minuto tratando de sintonizar su dóminis y cerrar el paso al poder de la esfera, y ese día en el examen final de agua había dado un verdadero espectáculo.

Empezó formando un gran dragón de agua y lo hizo volar ondulando por el salón, paseando entre sus compañeros que se reían y gritaban al verlo pasar. Luego había creado una larga pared de agua y se deslizaba surfeando descalzo sobre ella mientras esquivaba bolas de hielo y nieve que sus compañeros le lanzaban. Montserrat creó perlas de agua y Ricky hizo que las gotas vistieran a las chicas en forma de joyas elaboradas, anillos, collares, y hasta una bella corona en la cabeza de la señorita Beauchamps, quien no podía dejar de aplaudir y se tapaba la boca sorprendida de lo que su alumno podía hacer.

"Eran nervios de principiante," le había dicho Jordi, "¡te lo he dicho chaval!"

La propia maestra Beauchamps había llegado al siguiente día a ver la examinación de Cronomencia, y junto con Kardenal observaron a Ricky poner tremendos números en la pantalla. Mientras sus compañeros intentaban desplazarse unos metros, Ricky pasaba junto a ellos y antes que pudieran llegar a su destino él había ya dado cuatro vueltas.

Ricky Falcó: Una Historia de ElemenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora