III: Amigos.

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Normalmente no siento temor por situaciones. Esta vez era la excepción, comenzaban mis clases universitarias. Y no conocía a nadie más que al Nicolás, sólo por que nos vimos en un carrete y seguimos hablando después, enterándome de que estaba matriculado en mi misma universidad y en mi misma carrera.

Me levanté rápidamente para no seguir perdiendo tiempo y me dispuse a ir a la ducha.

—Nada más rico que empezar el día con una ducha. —estiré mi cuerpo y me desvestí.

Con estos nervios lo único que podía calmarme eran las gotas de agua que bajaban por mi espalda hasta tocar el suelo. Hasta el sonido era relajante.

Bajé al estar listo y tomé una mitad de pan junto con la mantequilla que se encontraba en el refrigerador.

—Voy a morir de hambre con esto. —le di una probada y agarré una taza para hacerme un café.

—¿Manuel? Por motivos de trabajo estaré ausente en la casa durante toda esta semana. Te dejé dinero en el bolsito de flores que está en la bajada de la escalera. Hay fideos, arroz y harta verdura para que te vayas cocinando.

—suspiré. Bueno, mamá.

—¡Te amo, hijo! Nos vemos el fin de semana, que tengas buenas clases. —me besó la frente y se fue.

—¡Yo también, mamá! —le grité para que así me escuchara. Nos vemos.

Agarré mi celular que estaba encima de la mesa de la cocina y marqué.

*

—¿Aló, Nico?

—¡Wena, Manu! ¿Ya vai saliendo de tu casa?

—Eh... Sí, me pongo las zapatillas y salgo. ¿Nos vemos en el paradero?

—Dale, yo salgo en cinco minutos.

—Oye pero, se escucha agua... Supongo que no te vas a bañar recién ahora po.

—¡¡No!! —exclamó riendo.

—suspiré. ¡Ya, apúrate no más!

*

Bebí un poco de mi café mientras veía a mi gato limpiando sus patas. Al menos él podía estar tranquilo, mientras que yo... No aguantaba las ansias.

Me dirigí a mi pieza para arreglar mi mochila y echar las últimas cosas que pudieran faltarme en el día. Aproveché de colocarme mis zapatillas y salí de mi casa, apagando la luz del comedor.

—Nico culiao, no me contesta. —me dije a mí mismo.

—¡¡Manueeeeeeeel!! —gritó mientras corría hacia mí.

—miré detrás de él. La micro. —dije en voz baja. ¡¡Corre, weón!!

Sin embargo, al pronunciar esto último, mi amigo se tropezó y descendió hasta mi cuerpo, cayéndonos los dos al suelo.

—Aah, conchetumare. —manifesté con dolor.

—Mi rodilla, weóoon. —dijo mientras se sobaba toda la pierna derecha, colocando una cara de disgusto.

Sólo miramos la micro irse y los dos reímos a carcajadas.

—Puta el weón yeta. —reí. Te pasa por despertarte tarde, vamos a llegar atrasados.

—Lo siento... —miró hacia un lado pero logré vislumbrar una pequeña sonrisa en su rostro.

—Seguro lo lamentai po, estás cagao de la risa. —lo miré.

—me miró de vuelta y sólo optó por exclamar una enorme risa.

—¿Y por qué te demoraste tanto? Aparte de la senda ducha que te mandaste.

Torrencial / EdyeloWhere stories live. Discover now