Capítulo XXVII.

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—Eres el mejor hermano en todo el mundo, pero tenemos que ser realistas aquí: faltan cuatro horas para que sea la medianoche. Es un poco tarde.

—Bien, ¡entra al auto y deja espacio para tu pesimismo! —le dijo.

Salieron de la granja y empezaron a conducir hasta el centro del pueblo y, sin duda, a veces la vida tenía maneras divertidas de ser comiquísima porque el muchacho encendió la radio y tuvo la suerte de que la emisora estuviera transmitiendo una canción sobre un supuesto señor optimista. La cantó hasta que salió la siguiente canción y ambos se bajaron al estacionamiento de una gasolinera que tenía una tienda de conveniencia y entraron a comprar las bebidas y los aperitivos de la noche. Era como las de las películas, con letreros de neón en el exterior y el logotipo de la cadena arriba de la entrada.

La chica metió las manos en los bolsillos de su chaqueta verde oliva y buscó el pasillo de las chucherías silbando la misma canción. —¿Maní salado?

—¿Por qué no? Pon el dulce también, que no discriminaremos aquí.

—Los rollos de pizza vienen con nosotros también. ¿Lentejas de chocolate?

Su hermano estaba a punto de responder, pero un grupo de chicos entró en la tienda con risas muy escandalosas y uno de ellos gritó una mala palabra de sorpresa junto al apellido de Mike cuando lo reconoció.

—¡Tienes razón, es Ryans! —gritó otro con una risa odiosa.

Mike volvió a poner las patatas fritas en la estantería y suspiró de cansancio, enfrentando al grupo de chicos de su edad. —Eh, oigan, chicos, ¿qué tal todo?

—¿Estás tratando de ocultar tu homosexualidad con esta belleza?

Otro tipo, el pelirrojo, se echó a reír y puso su mano en el hombro de Mike con un firme agarre. —Es demasiada mujer para ti, reinita.

—Para tu información, yo soy su hermana —dijo ella con el ceño fruncido.

—Entonces, ¿estás libre para pasar el rato? —Trató de tocarla, pero ella fue más inteligente—. Sé una cosa o dos que te harían sentir muy bien, nena.

—No me digas, ¿en serio? ¿Y qué sería esa cosa de la que me estás hablando? ¿Irte por la misma puerta por la que entraste? Porque no puedo pensar en ninguna otra cosa que tu cara de bebé bravucón podría hacer para hacerme sentir muy bien, pero te voy a dar un punto porque toda la fachada de chico malo es bastante divertido para mí.

El chico la miró sin saber qué decir, pero se echó a reír y miró a sus compañeros con la misma sonrisa arrogante. —¿Así que la princesita necesita que su hermana la proteja de los lobos malos? Qué lamentable.

—¿Te cuento lo lamentable? Que sientas la necesidad de tener a tus pequeños amigos como guardaespaldas porque de lo contrario no te sentirías tan grande. Y apuesto todo mi dinero a que ustedes fueron los que hicieron esto a la cara de mi hermano, ¿no es cierto? La verdad es que no sé cómo son sus vidas, pero deben ser bastante malas si tienen la necesidad de molestar a otras personas para sentirse bien con ustedes mismos. Les recomiendo que empiecen a ponerse los pantalones y se limpien un poco las telarañas en esos cerebros porque todavía están a tiempo para hacer de esto una estúpida fase escolar y no toda su vida. He visto donde termina la gente como ustedes.

—¿Con millones de baltines y un imperio en su poder? —preguntó uno de los muchachos con una mirada entretenida en Ellie.

Ellie alzó la barbilla y apretó los dientes. —Me temo que no.

—Entonces ilumínanos, corazón —le dijo el pelirrojo con una sonrisa inmadura.

—Hermana —Mike agarró su brazo—, mejor vámonos, que no vale la pena.

Halcyon.Kde žijí příběhy. Začni objevovat