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Los días pasados desde aquel incidente no fueron muchos, más para aquellos dos habitantes del castillo fueron percibidos como lentos, como si cada momento que vivían juntos fuera parte de un sueño retardado y borroso, ante la distancia que los separaba tanto física como emocionalmente; se sentía difuso por la desconfianza y reserva que aun flotaba a su alrededor cada vez que se veían, la cual se iba desvaneciendo de manera lenta e imperceptible porque sin darse cuenta, ambos comenzaron a actuar seguidos por la corriente que los enviaba a alimentar ese lazo emocional que de a poco iba ganando fuerza.

— Volviste —susurró suavemente el chico de ojos grandes, mientras rápidamente se incorporaba y sentaba sobre su cama, sacando a relucir sus pies desnudos al depositarlos sobre el suelo.

— Yo... —se escuchó un susurro ronco a un par de metros de donde se encontraba el pelinegro— Cuando era un... —la criatura trago saliva, mostrando lo difícil que se le hacía formar una sola palabra— Hu-hum-mano —continuó— Tenía... una... familia...

Sin estar seguro de sí debería responder con una pregunta curiosa o un comentario animoso, Kyungsoo se decidió por mantener la boca cerrada.

— Murieron —siguió contando, ahora sin titubear y con serenidad— Los hice sufrir, me divertí con ellos hasta matarlos.

Aquel que se hallaba envuelto en la oscuridad espero por una respuesta a su confesión, pero para su extrañeza esta no llego; entonces cuando se dispuso a voltear en dirección a la puerta con una sonrisa irónica y a la vez maliciosa pintada en las facciones de su rostro, su sentido del oído capto un movimiento a sus espaldas.

Alerta, el ser alado volteo rápidamente percibiendo a su vez como la palma del humano se posaba sobre una de sus alas suavemente.

— ¿Por qué los mataste? —preguntó el pelinegro, mirándole directo a los ojos.

La repentina tensión en el aire se podía palpar por el ambiente denso y extraño que se había formado, debido a los segundos silenciosos que la criatura alada mantenía, antes de responder de manera firme y terriblemente segura— Porque así tenía que ser.

Entonces para el aturdimiento del monstruo, el humano clavo suavemente sus dedos en las plumas de sus alas, de arriba hacia abajo una y otra vez; acción que le costó unos segundos para identificar como caricias.

— Está bien —le susurró de una manera abrumadoramente comprensiva, y él, viéndose a sí mismo sin palabras para responderle, se mantuvo quieto y extremadamente tenso, en silencio— La familia es como un estigma, uno que no puede ser quitado hasta el día en que perecemos. 

Y aunque el monstruo pudo responderle lo contrario, diciéndole que ese no era su caso, para su confusión hubo algo en su interior, algo ahogante y raro que intervino, haciéndole incapaz de formular palabra alguna al recordar el retrato.

Kyungsoo se ocupó de ocultar el semblante triste que evidenciaría como realmente se sentía; era obvio que aunque lo negase, algo de humanidad seguía yaciendo en el interior de aquel ser.










AnateMA [Kaisoo]Where stories live. Discover now