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Limpiándose la frente de la cual escurrían varias gotas saladas de sudor; sabiendo que su cuerpo le pedía a gritos un descanso, decidió seguir trabajando.

Sintiendo como a los músculos de sus brazos les costaba horrores mantener el hacha firme; luego de unos cuantos minutos, su decisión de seguir hasta que aquel grueso árbol se venga abajo flaqueo, y dando una fuerte respiración para recuperar algo de aliento, dejo caer el hacha abajo para enderezarse de golpe; haciendo crujir su columna dolorosamente por mantenerse tanto tiempo en una postura levemente inclinada.

Entonces escucho el claro sonido de ramas crujir a sus espaldas, y completamente alerta volteo en la dirección de aquel ruido.

Silencio.

Su mirada vago entre la gran cantidad de árboles y arbustos que ya habían perdido su característico color verdoso, y se estaban convirtiendo en un tumulto de ramas y troncos secos; con la esperanza de poder ver algo fuera de lo común, pero no había nada.

Una ráfaga de viento helado golpeo su cuerpo cubierto con ropa húmeda de lo sudoroso que estaba por el esfuerzo físico; haciéndole perder el calor corporal de golpe, y no pudo evitar abrazarse a sí mismo para protegerse.

Aun inquieto por lo recién acontecido, rápidamente se decidió a terminar con aquel árbol, y luego entrar a la cabaña.

Uniendo ambas palmas para frotarlas entre sí, las acerco a su rostro y soltó algo de su aliento; con el único fin de recuperar calor.

Para cuando el sol se estaba poniendo; había logrado recaudar una gran cantidad trozos de madera, que serían utilizados como leña dentro de su vivienda. Sin atreverse a descansar una vez más, ya que el trabajo lo mantenía caliente.

Curvando sus labios en una sonrisa corazonada, y sintiéndose argulloso de sí mismo; una vez más repaso su brazo por su frente, quitándose las gotas de sudor que corrían por esta, haciendo su flequillo a un lado; mientras ahora se veía dentro de su pequeño hogar.

Su sonrisa se perdió al escuchar como las ventanas de madera habían comenzado a vibrar de repente, y curioso; camino en dirección a una de ellas para quitar el seguro, y abrirla lentamente; para ver a través de esta lo que ocurría afuera.

Sus ojos rápidamente se cerraron al sentir como la fuerza del viento lo golpeaba, haciéndole perder la capacidad de respirar por un momento, por la presión tan alta a la que su cara era sometida. Incómodo, sintió como sus mejillas le picaban por lo gélidas que se habían vuelto en tan poco tiempo, y no pudo evitar soltar una sonrisa amplia por lo que aquello significaba.

El invierno estaba cerca.

Envuelto por una repentina emoción, rápidamente retiro su rostro y volvió cerrar la ventana para preparar la fogata, y calentar algo de agua para asearse; ya que aún sentía frio.

Desabotonando uno a uno los botones de su camisa; comenzó a silbar en volumen bajo mientras daba pasos cortos en dirección a la bañera de madera, que contenía una gran cantidad de agua que desprendía vapor, y haciendo una mueca de molestia de último momento; rápidamente se alejó de esta para buscar la esponja que se le había olvidado traer.

Sus silbidos se reanudaron mientras tiraba la esponja recién encontrada sobre el agua; quitándose la camisa maloliente que llevaba puesto junto a lo que le quedaba de ropa; para adentrarse lentamente en al agua, cerrando los ojos de lo relajado que le sentaba aquello.

Dejo pasar unos minutos con la cabeza levemente inclinada hacia atrás, brazos extendidos al borde de la bañera y ojos cerrados en completo silencio; para luego abrirlos de a poco y agarrar lentamente la esponja comenzando a lavarse.

Su esponja cayó y el sonido que nuevamente estaba a punto de emerger de sus labios, murió al escuchar un sonido demasiado fuerte, y extraño provenir de afuera. Rápidamente volteo en la dirección de este, completamente atento a su sentido del oído, y sin apartar la atención de ese punto de mira; termino de asearse para luego levantarse y vestirse de manera cuidadosa.

Con los pies aun descalzos; camino lenta y dudosamente hacia una de las ventanas tratando de mantener silencio, y con la curiosidad aun latente; lentamente la abrió y acerco su rostro a esta con el fin de captar que es lo que había pasado afuera.

Sus ojos se abrieron desmesuradamente, al ver un grupo de troncos pertenecientes al bosque; los cuales estaban completamente destrozados.

No sabía lo que le había pasado a esos árboles, pero estaba seguro de que cuando él había visto por la ventana hace unos momentos, estos no estaban así.

"¿Serán lobos?"

Ante tal pensamiento; Kyungsoo negó con la cabeza, ya que desde hacía semanas que no había oído aullidos, siendo que en esta temporada del año estos emigraban a otras tierras. La gente del reino no se quejaba de ataques a sus rebaños y aun en manada, estos animales no podrían provocar un daño de tal magnitud en tan poco tiempo.

Con la mano sosteniendo fuertemente el marco de la ventana; miro a los alrededores con un revoltijo en el estómago, temeroso; pero no podía captar muy bien nada, ya que hacía rato que el sol había terminado de esconderse por completo trayendo consigo el anochecer, y un alivio a medias le recorrió al no visualizar nada sospechoso; sabiendo que no podría fiarse del todo de sus propios sentidos.

Con cuidado de no molestar a lo que tal vez aún se hallaba allí afuera; cerro la ventana lentamente con el fin de pasar desapercibido, y rogando en su mente, que lo que sea que se escondía entre los árboles pase de largo y se vaya.

El pelinegro sacudió su cabeza evitando que el temor termine por llevarlo al pánico, y decidido a mantener la calma, volteo en dirección a su habitación con el fin de conseguir algo para sentirse seguro.

Del estante de su cuarto, extrajo lenta y temblorosamente el único armamento que en esos momentos podría mantenerlo a salvo; la espada que le había regalado su padre.

Se colgó el arma en su cintura, y tratando de mantener su cabeza en otro lugar; ágilmente se puso un par de viejos zapatos; lleno su pequeña olla de barro de agua para acomodarla encima de la fogata, y comenzó a agregarle ingredientes para una sopa, haciendo todo lo posible en no desviar sus pensamientos hacia el temor.

Repentinamente oyó un golpe en la puerta, el cual le hizo saltar y encogerse en sí mismo, pero el llamado de los sirvientes reales fue lo que hizo que conserve la calma a tiempo, y antes de abrir la puerta; cerró los ojos y soltó un largo suspiro de alivio.

Pero su expresión de calma no duro mucho, al ver el semblante triste y cansado en el rostro de los dos individuos ahora frente a él; que tenían la mirada fija en el suelo y al alzarla en su dirección esta se volvió sombría.

— El rey no regreso.    










AnateMA [Kaisoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora