6. Más dolor.

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Ni siquiera sabía cómo había bajado del taxi tan rápido porque ya me encontraba corriendo por los pasillos del hospital, ¿Qué cómo debía sentirme? No lo sabía, lo único que sabía era que nada podía pasarle a mi abuela, ella no nos abandonaría, no me abandonaría. Prácticamente corrí hasta entrar al ascensor que estaba a punto de cerrar, a lo lejos noté a Nick corriendo en mi dirección, pero desapareció de mi campo de visión cuando las puertas se cerraron, suspiré pesadamente tragándome el nudo que sentía en mi garganta.

Cuando las puertas se abrieron y miré a Adam en las sillas de la sala de espera, corrí hacia él envolviéndolo en un gran abrazo y ahí es cuando no pude contener las lágrimas ni un segundo más, me apretó en un abrazo que me reconfortó de una manera inexplicable. Me separé y tallé mis ojos que estaban irritados y picaban al igual que mi nariz.

—No debimos salir, debimos quedarnos en casa...

Idiota, idiota, idiota me repetí sin parar. No la debí dejar sola cuando yo sabía perfectamente de su enfermedad.

—Oh, Abby. No te culpes, no fue culpa tuya lo que sucedió —Suspiró— ¿No crees que ya es hora de que dejes de culparte por todo lo que pasa a tu alrededor?

Sabía lo que estaba haciendo y lo entendía, Adam no se refería a la abuela, oh claro que no. Adam se refería a Leo, lo ignoré deliberadamente sentándome en una de las sillas, recosté mi cabeza en la pared cerrando los ojos fuertemente mientras mis pensamientos me taladraban lentamente.

«Tengo que ser positiva»

«Tengo que mantener la calma»

«Tengo que dejar de culparme, no fue mi culpa, no lo fue»

— ¡Abby!

Abrí un ojo encontrando a todos, y cuando me refiero a todos son todos. Nick, Magui, Bridget, Brandon, Thamy, Thom, Ed y Adam, me miraban esperando que en cualquier momento me diera un ataque o peor, que enloqueciera con esta situación, sonreí débilmente pero dejé de hacerlo cuando la puerta se abrió y un hombre con una gran bata blanca salió, el doctor. Me levanté rápidamente y como todos en esta habitación esperé pacientemente a que hablara.

—Familiares de la señora Mildred Furgerson —Levanté la mano y el doctor se acercó a nosotros—. La señora Mildred está en terapia intensiva, ha sufrido un fuerte impacto emocional y por consecuencia un infarto.

— ¿Podemos pasar a verla? —Pregunté impaciente.

—No, aún no despierta, por eso debe quedarse unos días más en observación hasta que esté fuera de peligro, es todo lo que les puedo decir por ahora chicos.

Y se fue, sin decir nada más de lo dicho. Me dejé caer otra vez en la silla al igual que todos. Levanté la mirada observando a Ed que se alejaba por el pasillo hablando por el móvil, Adam me dio un golpecito formulando un «Ve» a lo que negué rápidamente, pellizcó mi brazo y gruñí en protesta levantándome siguiéndole el paso a Ed que caminaba de un lugar a otro por el pasillo. Me quedé parada a unos metros de él esperando que finalizara su llamada, cuando lo hizo me miro y sonrió nervioso acercándose.

—Tengo que irme.

—Lo sé —Moví mi pie nerviosamente—, gracias. No debiste venir hasta aquí, fue... un buen gesto.

Ríe, se acerca y me toma por los hombros estampando un beso en mi mejilla, abro los ojos con sorpresa ante su reacción.

—No fue nada, Abby.

— ¿Ahora soy Abby?

—Ese es tu nombre ¿No? —Río—, nos vemos luego, aunque lamento mucho no poder quedarme —Rueda sus ojos—. Mis padres me necesitan en casa y se ponen un poco... intensos si no llego.

Destrozos del alma© [ IL#1 ]Where stories live. Discover now