| cinCUENTA y d(N)OS |

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―No le entiendo, Cal, si te gusta, ¿por qué no se lo dices?

―Porque no es tan fácil, Keth.

Ocupaban dos bancos individuales al fondo de la clase, pero como era temprano, sólo eran ellos dos.

Era el primer día de clases de Keth desde la suspensión de tres días.

―Ya hablas con ella, sólo te queda acercarte. ¿Quieres que intervenga?

¿Cómo podía explicárselo de una manera amable?

―Ella está enojada conmigo.

―Creo que voy a tener que escribirle notas preguntándole si quiere ser tu novia, Cal.

―Ha, ¡HA! Qué gracioso eres... Hablando de notas, recibí otra esta mañana. Es la tercera, ¿quieres verla?

―No.

―Va, entonces te la leo. "Cal; tienes unos ojos preciosos". Y no hay firma.

―Hasta donde recuerdo, no te pregunté.

―Sabes qué, creo que Dom es el que escribe estas cosas.

Keth frunció el ceño. Cal conocía demasiado bien esa expresión, estaba interesado en lo que tenía para decir.

―Las notas comenzaron a llegar justo cuando él apareció.

―¿Estás seguro?

―Sí.

―¿No recibiste una nota una semana antes?

―Nop.

―¿Seguro?

―Keth, deja eso. Estoy seguro. Pero como sea, es Dom. ¿Crees que sigo gustándole? ―Keth arrugó la boca con disgusto―. ¿Qué? ¿Qué es esa cara? ¿Eres homofóbico o algo?

Contestó después de un suspiro.

―Sí le gustas a Dom. Escuché que decía algo sobre eso el otro día ―se encogió de hombros con desgano―. Y a Mae también.

Señaló un punto y la vista de Cal se levantó justo para encontrarse con la de ella observándolo.

¿Quieres ser su novia?Where stories live. Discover now