| treinta y seis | -0-

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—¿Ella es tu mamá? —Preguntó un Keth de cinco años, señalando una fotografía.

—Sí. Lauren —contestó Cal, molestándose un poco. Conocía a Keth hacía apenas unos días pero eso no lo detenía de preguntarle por todo.

—Ah —frunció el ceño—. ¿Y dónde está ella?

—De viaje.

—¿Cuándo volverá?

Cal puso los ojos en blanco por todas las preguntas que hacía ese niño pero, antes de enojarse, descubrió que no sabía la respuesta. Se levantó y bajó las escaleras corriendo hacia donde estaba su padre.

—¡Papá! —Él levantó la vista de los papeles que leía, dándole toda su atención—. ¿Cuándo vuelve mamá?

—Ah, yo... —suspiró—, no lo sé, falta mucho.

—¿Podemos llamarle por teléfono? —Interrogó Keth. El padre de Cal lo observó, como si se estuviera preguntando de dónde había salido.

—No hay teléfonos donde ella está.

—¿Por qué no? ¿Dónde está? —Siguió Cal.

—Tu mamá está es un lugar donde no le llegarán llamadas telefónicas, ni cartas, ni podemos ir a verla, ¿bien?

—No lo entiendo.

—Ni yo. —Coincidió Keth.

—Eso es, Cal, por lo que no te he hablado de ella aún. Cuando estés listo, te diré más sobre ella.

—Cal —susurró Keth más tarde esa noche, desde la cama improvisada que habían instalado en el cuarto de Cal.

—¿Qué? —Todavía seguía pensando en su madre.

—¿Sabes qué es la muerte? —Le preguntó y Cal pensó en aquella película que vio una vez y en lo que pasaba cuando perdía en un videojuego.

—Sí. —Contestó con seguridad.

—Entonces... Entonces no sé por qué tu padre no te dice lo que pasó con tu mamá.

No durmió esa noche. Y, no supo cómo, pero tenía la certeza de que Keth tampoco lo hizo.

¿Quieres ser su novia?Where stories live. Discover now