CAPÍTULO 32-.

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— Lo primero, las habitaciones. Las chicas iréis al piso 9 y los chicos al 10 — Un chico moreno y musculoso que al parecer debe ser un general nos informa y todos asienten sin más.

Subimos unas escaleras de metal, solo se escucha un estruendoso ruido de pisadas sobre el metal, una vez pasada la planta nueve solo hay chicos, el chico rubio se mete en una de las habitaciones y la gente al pasar por al lado se va a la otra habitación, oigo trozos de conversaciones.

— ... No quiero tener a un espíritu acosándome — Viendo que todas las habitaciones están ocupadas me encuentro con la obligación de entrar en esta, no me importa mucho, mientras no sea yo quien llame la atención.

Como cabía de esperar las paredes son de cemento y sin ninguna ventana, una pequeña cómoda y una cama pegada a la pared, esto es deprimente, parece la cárcel.

— Al menos tengo cama — Pienso intentando sacar algo positivo de la situación.

Es bastante tarde por lo que me tumbo en la cama y gracias a que no hay luz del exterior pronto el sueño se apodera de mí.

Me despierto en un suelo con tierra, miro a mi alrededor y solo veo árboles, tengo frío, la tierra está mojada, me levanto para volver a mi habitación.

Me detengo al notar un escalofrío que me recorre la columna, noto que algo me está vigilando. Me giro y no veo nada, me fijo en un trozo de algo blanco, me acerco y es un trozo de papel, lo desdoblo y lo leo.

<<Cuidado con el tren>>

Aparto la vista del papel y los árboles han desaparecido, está todo sumido en una oscuridad espesa.

Empiezan a verse dos puntos de luz delante de mí ¡El tren! ¡Es un tren! Me intento mover pero mis pies están atados a las vías con una soga bastante gruesa. Cuanto más tiro más daño me hago, me agacho e intento desatar el fuerte nudo que me ata a las vías pero no puedo, al revés, cada vez me aprisiona más el tobillo y me hace daño.

A medida que se acerca se puede ver claramente las paredes de un túnel, está cada vez más cerca y grito, grito hasta que me duele la garganta, pido ayuda pero nadie me responde. El tren está cada vez más cerca, no se oyen mis gritos ni su correspondiente eco por el sonido de las ruedas del tren, no para hasta que está a unos centímetros. Cierro los ojos y espero impaciente el impacto del acero contra mi cuerpo.

Sigo esperando y no sucede nada, un grito agudo me hace abrir los ojos. Vuelve a haber árboles a mí alrededor y hay alguien en frente de mí. Me acerco y reconozco la escena, es Trevor y hay un espectro, no me salen las palabras y siento que me fallan las piernas. Quiero ir corriendo, ayudarle pero no puedo, mis pies están agarrados con raíces y me es imposible moverme.

— Otra vez no — es lo único que puedo decir.

Las lágrimas empiezan a brotarme de los ojos, en ese instante el espectro me mira, se levanta la capucha y yo me quedo sin aliento, la persona de debajo de la capucha soy yo, me miro a los ojos y puedo ver una sonrisa.

— ¡No es real, no es real! — Grito para poder escucharlo, para poder creérmelo.

— Te estoy vigilando —No aparta la mirada de mí mientras repite lo que pasó lo que ahora parecen días.

Mi sangre se congela, el espectro se levanta y se acerca a mí, me toca la cara con su largas y sucias uñas.

— ¿Sabes?, no somos tan diferentes.

El dolor es insoportable, abro la boca para intentar respirar y el espectro aprovecha para meter sus sucios dedos por ella, empuja y empuja mi garganta, no puedo respirar, grito y grito hasta que puedo ver como el espectro se convierte en humo, se mete por mi boca y el dolor es tan insoportable que pierdo la consciencia.

Lo Invisible LI#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora