—Porque está obsesionado con... el dinero, con ayudar cuando no hace falta. —Ella suspiró, llevándose una mano al pecho mientras miraba al otro—. Yo empecé a trabajar porque me sentía sola y necesitaba relacionarme, salir de aquí y estar distraída. No lo hice por por necesidad. Y se lo dije mil veces, pero Louis no lo escuchaba.

—Él me dijo que no le gustaba que trabajaras.

—Oh, dios. —Se cubrió el rostro con ambas manos—. Yo se lo repetí mil veces, Harry, pero se centraba en conseguir más, en volver a estar como antes. Sin motivo aparente, se le metió en la cabeza que no era suficiente. Sí, nuestra vida cambió por completo, pero vendimos nuestra casa para vivir tranquilos, eso era lo que yo quería, pero Louis lo vio todo de una forma distinta. Tenemos dinero, pero a él eso no le basta. Louis... no deja de compararse con su padre. Todo el tiempo. Ganar como él, ocupar ese sustento cuando no hace falta, te juro que no hace. Yo quiero que trabaje y se forme por él mismo, para que haga lo que le gusta, pero no lo quiere entender...

Marjorie se terminó rompiendo.

Harry se acercó cauteloso a ella cuando las lágrimas recorrieron sus mejillas. La respiración del alfa se había acelerado y su epidermis cosquilleaba al verla así. También sentía la presión en sus sienes.

—Tiene que entrar en razón —declaró.

Ella entonces se giró hacia la mesa del comedor, de donde recogió una tarjeta negra que le entregó al otro antes de abrazarse a sí misma.

—Encontré esa tarjeta. Escribió jueves y él salió hoy. —Agitó la cabeza—. Iría yo, pero... No es lo mismo. T-tú eres...

La miró.

—No te preocupes. Voy a ir a buscarlo.

Marjorie suspiró.

—Él... Te aprecia. Siente algo muy especial por ti. —Tragó saliva, observando los ojos verdes clavados en ella—. No me lo ha dicho, pero lo veo. También te he visto a ti. Sé que él no está preparado y no sabes la impotencia que siento al ver a mi niño tan perdido. S-siempre le dijimos que nada iba a cambiar, que no importaba cómo fuera. Quizás fue ese propio vínculo con George; el que Louis lo admirara tanto desde pequeño. —Tuvo que contener un sollozo para poder seguir hablando—. Pero para George era su niño y amaba que dijera que su papá era su ídolo. —Negó, presa de los recuerdos y la pena. De la pérdida—. No sé qué hice mal después de que él nos dejara. No lo sé...

Harry le sobó los hombros con afecto sincero, haciendo que lo mirara cuando ella bajó la cabeza.

—No has hecho nada mal. Él sólo tiene que entender... Yo lo voy a ayudar. Voy a ir a buscarlo, no le va a pasar nada. Jamás lo permitiría, ¿de acuerdo?

Ella asintió a pesar de lo mucho que también eso le costó. Era su niño, el que siempre quiso proteger. Hizo su función de madre lo mejor que pudo; nadie le había enseñado. Se dejó llevar por su instinto, ese que apostaba por dar amor y crear unión. Pero ahora... tenía que delegar y apostar también por aquel mismo instinto, por cómo se le cambiaba la cara a su hijo cuando se mencionaba el nombre de Harry. Por cómo cambiaba cuando el alfa estaba presente. Cómo su cuerpo se relajaba, se preocupaba y buscaba con la mirada. Ella todo eso también lo había sentido en algún momento.

—Avísame, por favor —pidió, apretando una de las manos del más joven.

—Claro que sí —prometió antes de leer para sí la dirección en la tarjeta negra con letras plateadas.

"Sirens Bar"

...

Tuvo que anunciarse dos veces con uno de los alfas de seguridad del local. Tras mirarlo de arriba a abajo poco convencido y hacer una llamada que duró menos de un minuto, lo dejaron pasar tras entregarle una placa plateada que ponía "Staff". Le habían dicho que se dirigiera a la barra. Él ya sabía que ahí debía preguntar por un tal Kevin.

En rutWhere stories live. Discover now