Capítulo 24

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Observé perplejo a mi alrededor mientras aún intentaba analizar lo que había sucedido, para verificar que no era imaginación miré a Iván quien también con asombro miraba el pasillo. Era real, habíamos visto a Trinidad al fondo y todos la habíamos escuchado. Angélica se levantó con Matías en sus brazos y se acercó a nosotros con miedo. Lizzeth también lo hizo dejando a Cristy sola en el suelo quien seguía apretando su mano adolorida y llorando por ello y la muerte de su hermana. Ricardo la veía con lástima y Dalila hacía lo propio.

—Dios mío —expresó Donato mirando perplejo hacia nosotros, en sus ojos notaba el miedo que se había adherido a él—, era ella, la muchacha.

—Pareció tan real —expresó Iván, su rostro estaba tenso, asustado por lo visto—, vimos el fantasma de Trinidad. 

Iván comenzó a avanzar hacia el pasillo, traté de detenerlo pero él siguió con lo suyo. Llegó a la puerta del cuarto en donde habíamos encontrado a Trinidad por primera vez y la abrió para después adentrarse a él. ¿Quién era Trinidad? ¿Por qué Patricio decidió que permaneciera encerrada? ¿Por qué no la contó como una extra más que se sumaba a Maciel y a los seis de la lista?

Decidí seguir a Iván, Angélica me intentó detener con su mano pero el cargar a Matías no le ayudó mucho y entonces lo seguí, escuché pasos detrás de mí e inmediatamente me giré para percatarme de que se trataba de Donato y no de alguna persona no viva dentro de este lugar.

Entramos junto a Iván al cuarto quien se mantenía con la luz encendida observando en los cajoncillos que había en un mueble de metal.

—Miren esto —dijo y extrajo un lápiz de madera con mordidas en todo su torso, seguramente perteneció a Trinidad quien nerviosa lo mordía al sentir la presencia de su hermano. Después extrajo dos hojas blancas  con garabatos extraños en ella, viajaban de un lado a otro sin sentido alguno pero las líneas estaban perfectamente rectas y los círculos formados de una manera satisfactoria—, es extraño. —Siguió buscando en el cajoncillo, intentó abrir los de abajo pero ninguno funcionó. Recordé el momento en el que con furia intentamos abrir uno de los muebles del hospital, gracias a sus compartimentos cerrados la furia de Ricardo por intentar abrirlo provocó que Lizzeth perdiera a su hijo, además de que fue en él donde Doroteo se subió para que la roca aplastara su cabeza y se lo llevara a la muerte.

—No intentes abrirlos —le dije recordando esos momentos, Iván entonces se detuvo—, no debe haber nada importante dentro de ellos.

—Miren esto —nos llamó Donato mostrando las hojas que Iván le había extendido, les había dado la vuelta y estaba un dibujo extraño del otro lado. En él, con el grafito del lápiz había dibujado a dos personas, una mujer y un hombre, el dibujo era excelente. Las personas estaban tomadas de la mano y en la parte baja de su rostro mantenían un pequeño punto. El lunar que Trinidad tenía en su mentón, seguramente Bruno también lo tenía y lo que había dibujado eran ellos dos. Detrás de las personas se visualizaban cruces en el suelo y un pequeño relieve debajo de ellas, era fácil deducir que se trataban de tumbas y que estaban en un panteón. Los ojos de Trinidad estaban abiertos mientras que los de Bruno solamente eran dos rayitas horizontales. Había un rectángulo del lado izquierdo de Trinidad y montañas de tierra a su lado. Del lado derecho de Bruno había un rectángulo igual pero éste tenía en su lugar una cruz. Lo que adivinaba era que Bruno se estaba llevando a Trinidad al cementerio como ella nos lo había dicho—. Trinidad escuchaba a Bruno en su cabeza, ¿puedes creerlo? —Él no lo sabía, estaba con su madre cuando Trinidad se suicidó diciendo que le regresaría el corazón a Bruno—. Por eso nos dijo que su hermano se la quería llevar al cementerio.

—Ésta es una idea muy descabellada —dijo Iván cerrando el cajoncillo de donde extrajo el lápiz y las hojas. Sentí un escalofrío recorrer mi piel, el miedo aún no se me iba—, y yo no creía en lo espiritual hasta el día de hoy. Y si nos metemos la idea de que todo aquí dentro puede pasar; Trinidad no escuchaba a Bruno en su cabeza. Lo mantenía dentro de ella, eran dos personas en un mismo cuerpo, los mellizos son aterradores —concluyó.

Sanatorio (#3 Hospital)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora